Arnoldo Cuellar
14/07/2016 - 12:00 am
¿Es grave la inseguridad en Guanajuato?
Los observadores en Guanajuato se preguntan: ¿estamos peor que Michoacán o Tamaulipas?
La inseguridad es el tema. No solo ocupa las conversaciones de los ciudadanos y les preocupa, sino que también ha modificado los discursos triunfalistas de los funcionarios y los ha obligado a intentar explicaciones al respecto.
No todas son afortunadas, como la del Gobernador Miguel Márquez que habla de “una mala racha”; o la del Alcalde de León, Héctor López, que define lo que ocurre en León como “un pico estacional”, para aludir al incremento de homicidios violentos en las calles de la ciudad con toda la marca del crimen organizado.
Las explicaciones pretenden ser tranquilizadoras, pero ocultan más de lo que buscan explicar, como los cuentos de padres sobreprotectores narrados a los niños para que no se inquieten cuando deben enfrentar problemas reales.
Porque, si se nos dice que esta es una mala racha o un pico donde los criminales se asesinan entre ellos para disputarse una plaza, lo que está detrás es la existencia de mafias que ocupan nuestro territorio y cuya presencia no se siente cuando todo les funciona a la perfección y tienen controlado su negocio.
En ese sentido, otra aportación del Gobernador Márquez resulta una verdadera contradicción: cuando asegura que los cárteles operan en Guanajuato, “pero no están asentados aquí”. Si lo que quiere decir es que aquí no operan las cabezas de esas bandas, eso no resulta tranquilizador, puesto que quienes manejan los intereses criminales en Guanajuato, representantes de esas organizaciones, aquí viven y actúan.
La situación genera muchas preguntas. Los medios nacionales empiezan a retomar la información de Guanajuato ya destacarla en sus páginas. Y no es para menos cuando en un fin de semana se producen media docena de asesinatos en acciones aparatosas a la luz del día.
Los observadores se preguntan: ¿estamos peor que Michoacán o Tamaulipas?
Lo cierto es que no y lo deseable es que no lleguemos a esos niveles. Sin embargo, Guanajuato es hoy más inseguro que hace dos o tres años. El tráfico de drogas y el robo y trasiego de combustibles robados se han incrementado notablemente. Más personas se dedican hoy a actividades fuera de la ley y el mismo crecimiento económico de la entidad, la vuelve atractiva para la actividad delictiva y sus males asociados.
No se trata de que este ocurriendo una conspiración para afectar la buena imagen de la entidad o para frenar la indolente proyección presidencial del Gobernador Márquez, como se suele pensar desde las teorías del complot. Por lo demás, no tiene caso “bajar” de la carrera a quien nunca se ha subido.
De hecho la parte más preocupante e impactante de la inseguridad que nos afecta socialmente, no es la que aparece en los periódicos. Todos los días hay decenas de pequeños robos, de ataques a escolares y jóvenes para quitarles su celular, su calzado o unos cuantos pesos. Todos los días hay decenas de cristalazos a automóviles para extraer bolsos, computadoras y hasta chamarras. Todos los días extraños irrumpen en la tranquilidad de los hogares de nuestras ciudades para desvalijarlas y apropiarse de objetos de valor económico o sentimental.
Por eso las encuestas de percepción y de victimización muestran una sociedad vulnerable y atemorizada, que ha perdido la tranquilidad y que vive extremando precauciones y gastando lo poco que tiene en autoprotegerse porque el estado ya no puede hacerlo.
La sensación de inseguridad no pasará simplemente porque las autoridades nos ofrezcan información a cuentagotas y solo cuando los hechos los rebasan. Desaparecerá esa incómoda circunstancia cuando el sistema en su conjunto se realinee, cuando las autoridades recuperen su credibilidad en base a sus resultados y a una comunicación eficiente con los gobernados.
Por ejemplo, resulta imposible creer en la buena fe de quienes nos gobiernan, cuando son incapaces de aceptar que la desmesurada inversión en un esquema de vigilancia tecnológica como el programa Escudo, no ha dado los resultados que se ofrecieron para justificar su contratación. Cuando la inversión en capacitación y equipamiento de las policías sigue siendo deficitaria. Cuando los problemas se enfrentan solo con propaganda y no con transparencia.
¿Es grave la inseguridad en Guanajuato? Quizá sea preocupante, pero probablemente aún se encuentre en un momento en que puede ser controlable y hasta reversible.
Más delicado, más inquietante, es la forma en que se comportan quienes tienen la responsabilidad de conducir a la sociedad y de aplicar los recursos colectivos.
Digamos que nuestra enfermedad es curable, pero que tenemos serias dudas sobre la pericia del médico que nos atiende. Y eso no es nada tranquilizador.
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