La historia se ambienta en una localidad real del Norte de Italia, donde dos hermanos adolescentes regresan con su madre, sin saber todos los conflictos y el odio que conlleva su apellido.
Madrid, 14 de junio (EuropaPress).- Siguiendo la estela de otros títulos de factura europea como Marianne o Dark, Netflix ha vuelto a apostar por el terror con Curon, una serie de siete episodios que relata el regreso de una familia a un escalofriante pueblo de Milán. Y tras la sobrenatural ficción se esconde una historia real que es casi igual de inquietante.
Los protagonistas de Curon son dos hermanos adolescentes que regresan con su madre a su ciudad natal, sin saber el motivo de ese repentino sentimiento de añoranza del hogar. Pronto, la madre desaparece, y los jóvenes tendrán que enfrentarse a un pueblo que parece odiar a todo aquel que lleva el apellido familiar... y con una ancestral leyenda que parece cobrar vida.
A diferencia de otras series de terror o sobrenaturales, Curon no busca el susto fácil, sino que apuesta por un punto de vista lo más inmersivo posible, lo que lleva al espectador a preguntarse si realmente los hechos narrados pudieron ocurrir de verdad. ¿Qué hay de real en el nuevo fenómeno de terror de Netflix?
Tal y como explican en la web thecinemaholic.com, aunque Curon no se basa en una historia real... hay elementos de su trama que sí lo son. Este un drama de terror parte de algunas viejas leyendas locales para crear esa falsa sensación de realidad. En este punto, hay que destacar que historia se ambienta en una localidad real del Norte de Italia, donde ocurrió un terrible suceso.
Curon es una ciudad situada en Trentino Alto Adige, Tirol del Sur, que es famosa por su pintoresco campanario, una de las estampas más icónicas de la serie de Netflix. El campanario era parte de una iglesia romana del siglo XIV situada en una ladera alpina. Pero en los años 50, las autoridades pensaron que sería el lugar idóneo para construir una presa.
La idea era que el embalse unificase los lagos de Resia y Curon, lo que implicaba que los habitantes del pueblo debían dejar sus hogares, ya que el agua inundaría todo el territorio, una historia que seguro les suena a los seguidores de otra serie de Netflix, la aclamada Ozark.
Aunque los habitantes de Curon intentaron evitarlo, incluso pidiendo ayuda al Papa, no lo lograron. El pueblo fue desalojado, dejando sólo como recordatorio del mismo ese viejo campanario, que emerge por encima de las aguas.
LA LEYENDA DEL CAMPANARIO
El campanario de Curon se ha convertido en un reclamo turístico que recibe miles de visitas al año. En invierno, las aguas se congelan y los turistas pueden caminar sobre la superficie del embalse hasta la torre. Si se atreven... claro, porque la fantasmal estructura ha suscitado numerosas leyendas en el lugar.
Cuando se desalojó el pueblo de Curon antes de ser sumergido en las aguas, también se retiraron las campanas de la torre, y el campanario perdió el propósito para el que había sido creado. Aún así, cuentan las leyendas, que en las noches frías de invierno aún se oyen los golpes de las campanas.
De hecho, parte del atractivo turístico son las muchas y escalofriantes historias para no dormir que se cuentan sobre el pueblo sumergido y cómo se manifiestan los que antaño fueron sus habitantes.
Eso sí, leyendas muchas pero por el momento ningún tipo de prueba o registro de estos presuntos fenómenos paranormales, ni de los supuestos doppelgängers que se manifiestan tras el sonido de las campanas. Pero los creadores de Curon escucharon la historia, y supieron adaptarla con gran acierto para anotar un nuevo éxito en el casillero de Netflix.