¡Un buen día para las abejas!

14/05/2013 - 12:02 am

Imagen tomada de la red.

El pasado 30 de abril se tomó un decisión fundamental para la supervivencia de las abejas en Europa: se prohibió la utilización de los insecticidas neonicotinoides (clotianidina, imidacloprid y tiametoxam) por un periodo de dos años con posibilidades de excluirlos indefinidamente. Estos insecticidas se utilizan como protección contra plagas de semillas de trigo, canola o betabel, para proteger las raíces de plantas ornamentales y de pasto, así como para proteger el follaje de las peras y las manzanas. Son compuestos sistémicos, es decir que a diferencia de los insecticidas de contacto que con la lluvia se van, son absorbidos por las raíces de las plantas y están activos dentro de éstas por mucho tiempo y se transfieren a las flores y al polen.

La prohibición es importante puesto que se ha documentado que a pesar de que los insecticidas en cuestión no están diseñados para matar a las abejas sino a sus parientes los pulgones, orugas, y demás plagas agrícolas, al estar cercanamente emparentadas (pues todos son insectos), también sufren sus efectos dañinos. Los insecticidas neonicotinoideos no matan a las abejas inmediatamente pero interfieren con su capacidad de detectar olores y por lo tanto con su capacidad de orientarse y colectar polen, su actividad principal en la vida, de manera que las matan lentamente.

¿Y por qué son tan importantes las abejas si pican horrible? Resulta que además de las picaduras que pueden ser molestas, las abejas llevan a cabo una función fundamental para los seres humanos: se encargan de la polinización (la transferencia del polen entre flores que permite la fecundación y la producción de frutos) de muchas plantas con flores. En México, por ejemplo, el 88 por ciento de las 130 especies de plantas cultivadas depende de polinizadores para su producción, o lo que es lo mismo, sino estuvieran las abejas no tendríamos frutas ni verduras, solamente cereales, nuestra dieta sería mucho más aburrida y nos faltarían todos las vitaminas. En términos económicos, se ha calculado que para Europa el servicio que proveen las abejas es lo equivalente a la sorprendente cantidad de ¡22 billones de euros al año!

El desarrollo de la apicultura no es reciente, esta actividad existía desde a antigüedad tanto en la zona mediterránea con la abeja europea como en la región maya con las abejas meliponas que no tienen aguijón, para la producción de miel y productos derivados; sin embargo, su utilización y tecnificación para la polinización de cultivos se empezó a desarrollar hasta mediados del siglo XX. La apicultura tuvo su auge en los años 40’s, se ha documentado que había cinco millones de colonias en Estados Unidos mientras que hoy en día solamente se reportan 2.5 millones de colonias. Este declive está relacionado parcialmente con la llegada del parásito de las abejas llamado Varroa en los 90’s, el cual causó disminuciones considerables en la apicultura en América. Sin embargo, a partir de 2005 se ha experimentado una seria crisis en las colonias de abejas conocida como el “Desorden del colapso de las colonias” (Colony colapse disorder, CCD en inglés) que implica la muerte de la colonia, pero no como se había observado antes cuando eran envenenadas por algún químico sino que, sin razón aparente, las abejas obreras no vuelven a las colonias y simplemente la reina y las que quedan en el nido mueren poco a poco. En el periodo entre 2006-2011 se reportaron pérdidas de 33% de las colonias por año en Estados Unidos, un dato alarmante para todos.

En la búsqueda de la causa de este síndrome que mata abejas, se han seguido múltiples líneas de investigación relacionadas con parásitos o enfermedades, con las prácticas de manejo indebidas y con la posible contaminación por químicos. Al parecer la respuesta es compleja y no depende de un solo factor puesto que los químicos, insecticidas en particular, disminuyen las funciones inmunológicas de las abejas y las vuelven más susceptibles a los parásitos, además de bloquear el buen funcionamiento de su sistema de orientación y reconocimiento de olores. Con esta evidencia, donde los insecticidas no envenenan directamente a las abejas pero si provocan la muerte de las colonias, en Europa se hizo un llamado para prohibir su uso.

Como era de esperarse, el lobby de las compañías para evitar la prohibición de los insecticidas fue muy intenso, puesto que las involucradas son nada más y nada menos que los gigantes Bayer y Syngenta, que por supuesto no están interesadas en dejar de ganar millones por los insecticidas que venden a los agricultores en todo el mundo.

El futuro para las abejas en Europa parece ser promisorio, sin embargo es importante que se monitoree el empleo de los insecticidas convencionales puesto que su utilización excesiva también es venenosa para las abejas y el ambiente. Lo fundamental para que la agricultura y sus derivados se vuelvan sustentables y no dependan tanto de los químicos, es pensar en la diversificación y en la conservación, puesto que con estas dos acciones la cantidad de plagas y enfermedades disminuye considerablemente por el control biológico natural. En México y en el resto del mundo la legislación ambiental está mucho menos avanzada. Veremos qué ocurre en los tiempos venideros con las abejas por estas latitudes.

Ek del Val de Gortari
Soy bióloga egresada de la UNAM y después realicé un doctorado en ecología en el Imperial College del Reino Unido. Actualmente trabajo en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM en Morelia y coordino la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la ENES-Morelia también de la UNAM. Dedico mis días a tratar de entender cómo funcionan las interacciones entre las plantas y los herbívoros que se las comen. Me gusta trabajar en las selva y también estoy interesada en entender como se modifican las interacciones entre especies cuando hay alteraciones en los ecosistemas, por lo que estoy trabajando en campos agrícolas y en ambientes restaurados. Considero que la visión que la ciencia aporta a la vida cotidiana es muy importante, por eso me gusta escribir textos de divulgación científica y procurar que un mayor número de gente conozca las maravillas que hemos aprendido y descubierto. En particular escribo sobre bichos porque son seres considerados abominables en el inconciente colectivo, que cuando nos detenemos un poco a observar y entender mejor, se vuelven maravillosos.
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