La joven participó en el proyecto desde el Gran Telescopio Milimétrico ubicado en el estado mexicano de Puebla y relató que el proyecto se empezó a gestar hace 10 años. Su labor consistió en constatar que los instrumentos funcionaban a la perfección para realizar la instantánea.
México, 14 abril (EFE).- La foto del agujero negro difundida esta semana ya es para muchos la foto del siglo XXI. Conseguirla implicó en México el uso de un reloj atómico y helar los instrumentos a temperatura criogénica, contó a Efe la científica Sandra Bustamante.
La joven participó en el proyecto desde el Gran Telescopio Milimétrico ubicado en el estado mexicano de Puebla y relató que el proyecto se empezó a gestar hace 10 años.
Su labor consistió en constatar que los instrumentos funcionaban a la perfección para realizar la instantánea.
Presentada el pasado miércoles en todo el mundo, la fotografía es en realidad un puzzle de varias imágenes generadas a partir de ondas de radio por el proyecto Telescopio del Horizonte de Sucesos (EHT, por sus siglas en inglés), una red de ocho observatorios situados en distintos puntos del mundo.
Bustamante relató que a la hora de tomar la foto, en el observatorio mexicano lo primero que hicieron “fue prender todos los instrumentos y prepararlos para la observación”.
En astronomía, los aparatos empleados suelen hacer muchísimo ruido, por lo que fue necesario enfriarlos “a temperaturas criogénicas” para reducir los sonidos.
Este proceso tomó a los científicos entre 1 y 2 días, dijo la especialista en instrumentación astronómica y maestra en Ciencias y en Astrofísica por el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE).
Una vez se obtuvieron las temperaturas deseadas, los científicos mexicanos realizaron pruebas con distintos “objetos muestra” para comprobar que los instrumentos funcionaban correctamente.
“Como ya conocemos estos objetos muestra sabemos qué es lo que debemos esperar y si no tenemos esos datos esperados corregimos para para que nuestros instrumentos realmente estén detectando correctamente”, explicó Bustamante.
Después de este proceso “de calibración” es cuando por fin se abre el telescopio.
“Apuntamos a diferentes puntos del cielo, objetos celestes ya estudiados y que ya sabemos qué es lo que debemos obtener de ellos”, continuó contando, otro proceso más para verificar que los instrumentos funcionan correctamente.
Después, prepararon los discos duros comprobando que “no estuvieran corruptos” y que estuviesen con el suficiente espacio para almacenar toda la información.
Es entonces cuando llegó el turno del reloj atómico, un tanque lleno de gas de hidrógeno que permite sincronizar todos los telescopios empleados en la toma fotográfica.
“Desde este se sacaba una señal que subconecta a todos los instrumentos utilizados para que todos estén procesando a la misma frecuencia que este reloj atómico y se garantice que las observaciones en los diferentes telescopios sean en el mismo segundo o microsegundo”, detalló.
El resto es historia, la foto ya ha dado la vuelta al mundo y a la científica lo que más le asombra es que es la materialización de lo que un día imaginó Albert Einstein cuando anunció la teoría de la relatividad hace más de 100 años.
“Predijo que podíamos esperar que la imagen de un agujero negro era una zona oscura con un disco luminoso”, recordó.
Y eso fue lo que obtuvieron los científicos.