Ciudad de México, 14 de febrero (SinEmbargo).- Emilio Lozoya Austin no fue la perdición de Petróleos Mexicanos, pero sí una pieza clave para entender por qué la productividad y la sanidad financiera de la petrolera tocaron su peor fondo durante el sexenio (2012-2018) del ex Presidente Enrique Peña Nieto.
Las cifras oficiales indican que en los últimos 27 años, la productividad de las refinerías de Pemex decayó: menos 52 por ciento en la producción de crudo mexicano, y menos 34 por ciento en la producción de petrolíferos.
Asimismo, los datos de la petrolera indican que a partir de 2009 y hasta la fecha –salvo por unos episodios de pérdidas financieras en 1998 y 2001 –las finanzas de Pemex comenzaron a tener números rojos de manera sostenida.
Sin embargo, las peores caídas productivas y económicas tuvieron lugar entre 2013 y 2018.
En los sexenios de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Vicente Fox Quesada (2000-2006) la productividad de crudo y de petrolíferos de las seis refinerías de Pemex, como proporción de su capacidad productiva, aumentó en 27 y 3.8 puntos porcentuales en promedio. En cambio, durante los años de gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018) la productividad decayó en 5.5, 13 y 50.5 por ciento, en promedio.
Acerca del balance financiero de la empresa, las cifras oficiales indican que entre 1993 y 2007 hubo un superávit positivo en Pemex. Es decir, los gastos no superaban a los ingresos de la compañía. Pero desde entonces la tendencia del superávit fue a la baja, y en 2009, comenzó la serie de pérdidas financieras que se extendió hasta el cierre de 2018. Sin embargo, mientras que en el sexenio de Calderón el déficit financiero se agravó cuatro puntos porcentuales, durante el gobierno de Peña la caída fue de 31 por ciento.
LA PRODUCTIVIDAD CON LOZOYA
Durante los años en que Emilio Lozoya Austin dirigió Petróleos Mexicanos, la producción de crudo de las seis refinerías de la petrolera decayó 24 por ciento.
Mientras que en 2013 las refinerías de Cadereyta, Madero, Minatitlán, Salamanca, Salina Cruz y Tula operaron al 79.5 por ciento de su capacidad, en 2016 operaron al 60.6 por ciento. Y para el cierre del sexenio de Enrique Peña Nieto en 2018, la capacidad productiva de las seis plantas se redujo a 50 por ciento.
Algo similar ocurrió con la producción de petrolíferos de las seis refinerías, que entre 2013 y 2016 decayó 23.4 por ciento. Al principio del sexenio, las refinerías operaron al 82.8 por ciento de su capacidad productiva. Pero para 2016, ésta se redujo al 63.5 por ciento.
En general, durante el sexenio pasado, la producción de petrolíferos tocó fondo al caer 50.7 por ciento entre 2013 y 2018.
Los datos anteriores implican una cosas. Bajo el mandato de Lozoya entre 2013 y 2016, Pemex perdió la capacidad de producir 368 mil barriles de crudo por día y 180 mil 715 barriles de petrolíferos diarios, de acuerdo con datos consolidados de la Empresa Productiva del Estado.
En este contexto de pérdidas de productividad, las importaciones de petrolíferos en México fueron al alza en 35 por ciento real.
Las cifras de Pemex indican que en 2013, México importó el equivalente a 482 mil 962 barriles de petrolíferos diarios, o bien, el 31 por ciento de los combustibles y derivados petrolíferos a nivel nacional. Para 2016, el número de barriles diarios importados aumentó a 644 mil 399, que equivalen al 42 por ciento de los petrolíferos nacionales.
Lo anterior implicó que para 2016, México se vio en la necesidad de importar seis de cada 10 barriles de gasolinas automotrices, en lugar de los 4.5 que importaba, de manera diaria, en 2013.
Con la perdida de productividad de las refinerías y el aumento de la tasa de importaciones de crudo y de petrolíferos, la autonomía energética del país sufrió una recaída. Y las plantas de procesamiento de la petrolera continuaron a la baja productiva durante todo el sexenio pasado.
No obstante lo anterior, en el caso de las exportaciones de crudo se observaron ligeras variaciones.
Entre 2013 y 2016, las exportaciones mexicanas aumentaron 0.4 por ciento, al pasar de 1 millón 189 mil a 1 millón 194 mil barriles diarios. Pero al cierre del sexenio en 2018, las exportaciones de crudo decayeron 0.08 por ciento, en comparación con el volumen de exportación de 2013, al registrar 1 millón 188 mil barriles diarios.
EL BALANCE FINANCIERO
Bajo la tutela de Emilio Lozoya Austin, el balance financiero de Pemex fue deficitario, siguiendo la tendencia de pérdidas económicas registrada desde 2009, que continuaría inclusive después de terminado el sexenio del ex Presidente Enrique Peña Nieto.
Durante los años de Lozoya como director general de Pemex, las pérdidas financieras de Pemex aumentaron en 158 por ciento real, al pasar 39 mil 530 millones 050 mil 642 a 102 mil 4 millones 491 mil 581 pesos (corrientes de 2016).
Lo anterior se debió, sobre todo, a la carga financiera por impuestos y derechos del Gobierno Federal (equiparable al 52 por ciento de los ingresos de Pemex), así como a una recaída de los ingresos petroleros del sector público mexicano. Ello en un contexto en que la deuda consolidada de Petróleos Mexicanos aumentó en 113 por ciento, al pasar de 929 mil 767 millones 640 mil 457 a 1 billón 983 mil 171 millones de pesos (corrientes de 2016).
De acuerdo con las cifras de Pemex y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), entre 2013 y 2016, los ingresos petroleros como proporción de los ingresos presupuestarios netos del sector público decayeron en 54 puntos porcentuales, al pasar de 35.4 a 16.3 por ciento.
Sin embargo, como punto positivo y a pesar de que los gastos generales de inversión de Pemex fueron a la baja en 24 por ciento entre 2013 y 2016, la inversión ejercida por Pemex en materia de transformación industrial aumentó 36 por ciento real, al pasar de 33 mil 213 millones 518 mil 544 a 45 mil 200 millones de pesos (corrientes de 2016).
Pese a que hubo crestas de inversión en algunos rubros productivos, muchas de las grandes inversiones de Pemex estuvieron marcadas por la corrupción y las pérdidas económicas derivadas de malas decisiones de inversión, de acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la SHCP.
IRREGULARIDADES EMBLEMÁTICAS
De acuerdo con la UIF, Emilio Lozoya Austin es investigado por “algún tema de defraudación fiscal” y en específico, por los casos de la constructora brasileña Odbrecht, la compra de la la planta Agro Nitrogenados a Altos Hornos de México (AHMSA) y la adquisición de un astillero en España.
Entre 2013 y 2015, Pemex adjudicó dos contratos (folios PXR-OP-SILN-SPR-CPMAC-A-4-14 y DCPA-OP-GCP-DGTRI-A-3-15) a la Constructora Norberto Odebrecht, aún cuando los costos de la empresa no estaban “dentro del precio promedio del mercado”, y a pesar de que la empresa “no cumplía con la experiencia y capacidad técnica para realizar los trabajos” solicitados, refiere la ASF en la Cuenta Pública de 2016 (informe 16-6-90T9M-04-0479 479-DE).
Fue precisamente en 2012-2013 cuando Lozoya habría recibido millonarios sobornos y aportaciones a favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por parte de Odebrecht, para facilitar la adjudicación de contratos.
De acuerdo con una investigación dada a conocer por el diario brasileño O Globo, desde que fungió como vicecoordinador de Asuntos Internacionales del equipo de transición de Peña Nieto, Lozoya comenzó a recibir 10 millones de dólares en sobornos de Odebrecht.
Por esas fechas Odebrecht firmó dos contratos por un monto conjunto de 4 mil 127 millones 310 mil 900 pesos, para obras de infraestructura relacionadas con el “Aprovechamiento de Residuales” de la Refinería Miguel Hidalgo. Sin embargo, estos dos contratos implicaron probables daños a la Hacienda Pública Federal por un monto mínimo de 953 millones 278 mil 744 pesos, refieren datos de la Cuenta Pública 2016.
Otra de las investigaciones en contra de Lozoya Austin derivó de la compra de una planta petroquímica por parte de Pemex.
El 20 de diciembre de 2013, Pemex compró el complejo de Agro Nitrogenados en Pajaritos, Veracruz, a través de su filial Pro-Agroindustria. La compra-venta fue justificada con dos razones. La necesidad de generar más fertilizantes y productos petroquímicos en México; y la capacidad de producción de un millón anual de toneladas de urea, de las plantas de Agro Nitrogenados.
Sin embargo, el “Libro Blanco 2015-2018” de Pemex Fertilizantes menciona que al momento de la compra, los dos “trenes de urea” de Agro Nitrogenados llevaban 14 años sin operación, por lo que se encontraban “en una situación de extremo deterioro que requería una gran inversión para su rehabilitación y puesta en marcha”. Además, al momento de la compra, el complejo petroquímico de Cosoleacaque –al que fue añadida– “no tenía la capacidad para proveerla de insumos (amoniaco y CO2) suficientes y a costos competitivos” para la producción de urea.
Derivado de una serie de reparaciones e irregularidades para la puesta en marcha de la planta, Agro Nitrogenados fue adquirida con un sobre costo real de 200 por ciento, que implicaría un daño en contra de la Hacienda Pública, tomando en consideración que a finales de 2018, Pemex aún debía 3.5 mil millones de pesos (constantes) por la adquisición de la compañía y que, hasta entonces, no contaba con “viabilidad operativa” plena, pese a las obras e inversiones efectuadas.
En el caso del Astillero Barreras, adquirido en 2013 por Pemex para impulsar la construcción de buques especializados para México y capitalizar el desarrollo tecnológico del sector naval gallego en la industria petrolera, la ASF indicó que la adquisición fue cuestionable ya que no había razón para que Pemex invirtiera en un ramo productivo que no le corresponde y que reporta pérdidas.
Además de la mala inversión, Pemex no asumió la responsabilidad de las decisiones del Astillero, refirió en conferencia de prensa el 29 de enero de este año el actual titular de Pemex, Octavio Romero Oropeza.
Como ejemplo de las malas inversiones, Romero mencionó la compra por parte del Astillero de una “Unidad Habitacional Flotante” en febrero de 2014, cuyo “flotel nunca ha sido utilizado a su máxima capacidad” y que tuvo un costo de 2 mil 557 millones 104 mil pesos. A esta pérdida se suma el déficit fiscal de 2016 del Astillero, por un monto de 113 millones 457 mil 850 pesos.
Por lo anterior, el año pasado la ASF emitió una recomendación para investigar las operaciones de Pemex con el Astillero, y en su caso, iniciar un proceso administrativo “por las irregularidades de los servidores públicos que en su gestión autorizaron invertir en el Astillero”.