Ciudad de México, 19 de junio (SinEmbargo).- Es probable que las extrañezas, esas manías inclasificables que forman nuestro yo esencial, sean en definitiva el rasgo primordial que caracterice a cada ser humano en pie sobre la Tierra.
Sin embargo, hay quienes se empeñan –o no, les sale así- en mostrarse más raros que los demás, y es ahí que entra el joven escritor Daniel Centeno, nacido en 1974 en Barcelona, una ciudad al noroeste de Caracas, Venezuela, y quien presentó anoche en la Pulquería de los Insurgentes su libro reciente Ogros ejemplares.
Se trata de un material a cargo de la editorial venezolana Lugar Común en colaboración con la Dirección de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Monterrey, que dirige el periodista y docente José “Pepe” Garza.
Andrés Caicedo, Marvin Gaye, Bob Fosse, Roberto Arlt, Nick Drake, J. K. Toole, Cazuza, Esdras Parra -40 retratos enarbolados con los colores de la bizarría- hablan entre sí en un libro que el también venezolano Norberto José Olivar, ha calificado de “delírium tremens”.
“El autor se acerca a los demás —y nos lleva con él— solo para que veamos qué tanto se nos parecen. Y es que gran parte de la vitalidad de estas feroces indagaciones proviene de la sangre malsana de nuestro morbo, que explota de puro placer, en estricto sentido, en la contemplación de historias marcadas por los extremos.
Nos deleitamos fisgoneando en los límites del mal, del fracaso, de la autodestrucción y de los desafíos más extravagantes a la moralina ciudadana y a las convicciones, torcidamente, religiosas”, explica Olivar, nacido en Maracaibo en 1964.
Para Daniel Centeno, sus ogros no son “necesariamente malos, simplemente son como bichos raros, me los imaginaba así, aunque pueden servir como ejemplo de personas que se salen de las normas, que son extrañas y ambiguas”.
“Acaballados entre la crónica y el ensayo, estos hermosos textos mantienen una gran tensión narrativa y constituyen una ofrenda para un grupo de artistas íntegros que se inmolaron por todos nosotros”, ha dicho el famoso cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos.
“En esta ficción sobre unos personajes iluminados y malditos reales, Daniel Centeno Maldonado capta al lector con su ojo para el detalle singular y una prosa deliciosa. En sus manos, las vidas de los “ogros” son relatos geniales, agridulces y eternamente memorables”, expresó el periodista estadounidense Jon Lee Anderson.
Daniel Centeno estudio la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas y la Maestría en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, en donde también se recibió de Doctor en Periodismo.
Fue Director Editorial del sello Alfaguara en Venezuela. Ha publicado los libros de ensayos Postmodernidad en el cine: Romeo y Julieta como espejo de la sociedad contemporánea y Periodismo a ras del boom.
También es autor del volumen de entrevistas, crónicas y perfiles a escritores, músicos y cineastas internacionales, Retratos Hablados (Debate-2010).
Su trabajo periodístico, crítico y de creación literaria se puede leer en ABC, El Nacional, El Universal, Feriado, Letra Internacional, Sala de Espera, Conciencia Activa, Mirada Global, Armas y Letras, FronteraD, La Palabra y el Hombre, Guía del Ocio de Madrid, Arcadia y Rolling Stone, entre otros.
Fue finalista del XV Premio Internacional de Relato Breve Julio Cortázar y de la 30º edición del Premio Internacional de Cuentos Juan Rulfo. Tiene un MFA de la Universidad de Texas, donde fue editor en jefe de la revista literaria Río Grande Review y ahora se desempeña como profesor del Department of Languages and Linguistics.
En la actualidad vive en El Paso como coordinador de la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea y director-fundador de la revista Coroto.
–¿Cuándo decides que un personaje es frikie o un ogro?
–No sé, supongo que cuando me di cuenta de que han tenido los huevos para hacer las cosas que no hago. No los considero tanto frikies, utilizo la palabra ogro para describir a esos que están fuera de las aldeas, en las cornisas de la vida. Salinger, que se oculta. Pynchon, Traven, Castaneda, personas uno no sabe bien quiénes fueron. Ellos se movían con cierto desdén social, preservando su intimidad. El espectro se fue abriendo, la historia del poeta boxeador, la historia del escritor negro de Rubén Darío. Personajes con vidas vertiginosas y dignas de perfil, muchas de los cuales han sido olvidados.
–¿Los une el haber dejado una obra trunca?
–No necesariamente. Está el caso de Thomas Pynchon, que tiene una obra vasta que se estudia en las universidades. Tod Browning hizo muchas películas…No todos dejaron obra trunca, pero probablemente si a todos ellos los hubieras invitado a una misma fiesta y se hubiesen conocido, se hubieran sentido parte del mismo equipo.
–Bueno, tal como están las cosas en la sociedad, ser refractario a ella, habla de cierta inteligencia…
–Por supuesto, mis ogros no son brutos. Ojalá yo hubiera tenido la inteligencia para comportarme como ellos. Quizás este sea un diario personal en clave. En el fondo hablo de mi vida
–¿Te cuesta mi vida social?
–Un poco al principio. Pero como persona que salió de su país, si no socializas, te jodes.
–De tu galería, ¿cuál es el ogro preferido?
–Me gustan muchos. Todos son como mis hijos. Los editores eligieron los que iban, aunque hubo algunos que tenían que estar sí o sí por distintas razones. Entre ellos, Mark Linkous (Sparklehorse), el escritor argentino Roberto Arlt o el italiano creador de Sumo, Luca Prodan.
–Funciona como un manual abierto para que luego el lector profundice sobre aquel personaje que más le interese…
–Sí, de hecho algunos que salieron publicados en la revista venezolana Sala de Espera, una publicación gratuita pero muy bien hecha en mi país y que se lee en las salas de las clínicas y hospitales. Ellos se entusiasmaron mucho con mis ogros y me llamaba la atención que quizás algún paciente enfermo se iba a encontrar con esos perfiles de gente tan rara, como que no era una nota muy alegre para leer si estás en una sala de hospital.
–¿Cómo vive y escribe un venezolano en El Paso?
–El Paso es como una tierra baldía, un mundo con mucha carga cultural que no pertenece a nadie y pertenece a todos a la vez. En ese sentido, me gusta mucho.
–¿Cómo ves a la Venezuela de hoy?
–No podría soportar un día de vida en la Venezuela de Nicolás Maduro. Crecí en una familia de ideas comunistas y fui “fidelista” hasta la muerte durante mi adolescencia. Hace poco mis padres estuvieron en El Paso y los vi francamente desmejorados. Mi padre, como militante comunista, se sentía estafado. No lo dice públicamente, pero es cierto que Sudamérica se está reorganizando de una manera distinta frente al imperio, pero en Venezuela tienes que hacer filas para comprar un pollo, las restricciones son tremendas y laterales, a la hora de salir de tu casa. Se hace complicado además manifestar lo que uno piensa. Considero también que la oposición venezolana es vergonzosa.
–¿Qué escribes ahora?
–Estoy terminando un libro de cuentos. También tengo una novela, aunque un amigo la leyó y me dijo que soy más yo en los ogros (risas), así que no sé…