Ciudad de México, 20 de junio (SinEmbargo/EFE/dpa).– Descendiente de una de las dinastías que más poder ha acumulado en Estados Unidos, Jeb Bush anunció formalmente su candidatura para competir en las primarias republicanas por la Casa Blanca y se dijo listo para “tomar el mando” de su país.
El pasado 15 de junio ante cerca de tres mil seguidores en el Miami Dadge College, el ex Gobernador republicano de Florida, habló como si ya fuera candidato. En su discurso criticó la política exterior del presidente Barack Obama hacia Cuba, afirmó que reconstruiría la "alianza vital" con Israel y prometió devolver la confianza a las fuerzas armadas estadounidenses.
"Ante el mal curso que ha tomado nuestro país, he tomado una decisión: voy a ser candidato a presidente de Estados Unidos", dijo Bush en una intervención en la que también arremetió contra los grupos de poder de Washington.
La carrera de Jeb Bush hacia la Casa Blanca comenzó desde diciembre del año pasado cuando afirmó en un mensaje de felicitación navideño difundido en redes sociales que no descartaba la posibilidad de ser Presidente.
"Como resultado de estas conversaciones y de una meditada consideración sobre el tipo de líder que Estados Unidos necesita, he decidido explorar activamente la posibilidad de postularme como Presidente", escribió en esa ocasión el republicano.
El pasado 12 de abril, Jeb Bush, publicó un video donde dijo ser la mejor opción para dirigir los Estados Unidos, y con ello le declaró públicamente la guerra a la candidata demócrata Hillary Clinton.
“Debemos mejorar la política exterior de Obama-Clinton que ha dañado las relaciones con nuestros aliados y envalentonado a nuestros enemigos”, aseguró el aspirante a la candidatura presidencial por el Partido Republicano.
LA DINASTÍA BUSH
Pero ¿quién es Jeb Bush? En los hechos, este personaje tiene un verdadero problema: Su apellido. ¿Bendición o maldición? ¿Le conviene adaptarse a su familia o alejarse de ella? "Política y lealtad familiar", es como los expertos en Washington definen su dilema.
Un claro indicio del enorme obstáculo que supone la familia es que el logo oficial de su campaña electoral es simplemente "Jeb 2016". El apellido Bush ni aparece.
John Ellis "Jeb" Bush nació en Texas en 1953, es hijo del ex Presidente George H. W. Bush, quien llegó a la Casa Blanca el 20 de enero de 1989 y salió de ella el 20 de enero de 1993. También es hermano del ex Presidente George W. Bush, quien tomó posesión el 20 de enero de 2001 y entregó el cargo el 20 de enero de 2009.
Dado que nunca tuvieron un rey o un emperador, los estadounidenses adoran las dinastías políticas y económicas como los Rockefeller y los Kennedy, si Jeb obtuviese la nominación republicana y derrotara a su contrincante demócrata en noviembre de 2016, los Bush serían la primera familia de la historia de este país con tres presidentes. Hasta ahora sólo existen con dos: los Adams, padre e hijo; los Harrison, abuelo y nieto y los Bush, padre e hijo.
El republicano se graduó de la Universidad de Texas en Estudios Latinoamericanos en 1973, se casó con su novia, la mexicana Columba Garnica Gallo, en 1974. La pareja tiene tres hijos: George P. Bush , Noelle Bush y John Ellis Bush Jr.
Antes de entrar en política, Jeb se dedicó a los negocios. De acuerdo con The Huffington Post, a los 25 años trabajó en el Texas Commerce Bank donde lo enviaron a Venezuela para abrir sus oficinas.
A principios de los años 80, Bush se mudó al condado de Miami-Dade, donde comenzó a trabajar en una de las principales empresas de bienes raíces del sur de Florida, Codina Group, de la que posteriormente se convirtió en socio.
The Miami Herald publicó en una nota que de percibir un salario inicial de 41 mil dólares en 1981, aumentó a 186 mil en cinco años. “Sus ingresos alcanzaron el millón de dólares en 1992, y su patrimonio neto era de 2.3 millones dos años después, cuando por primera vez fue elegido como Gobernador, indicó el diario.
Jeb fue dos veces Gobernador de Florida, en 1998 y en el 2002. Su administración se caracterizó por el equilibrio económico y las privatizaciones.
Tras despedirse de la gobernación de Florida en 2007, Bush vivió alejado de la política, tuvo un asiento en el consejo del fondo de inversión inmobiliario Rayonier Inc y fue asesor en el banco británico Barclays, cargos a los que renunció en meses pasados para concentrarse en la preparación de su candidatura para las elecciones presidenciales de 2016.
El reto que ahora afronta es convencer a las bases republicanas de que su ideario y programa de gobierno es el que necesita Estados Unidos.
Pero antes de llegar a la Casa Oval aún le quedan algunas barreras que saltar y que no debería ignorar.
No sólo hay otros 10 rivales republicanos en la carrera a la candidatura presidencial, entre ellos el Senador por Florida. También está una mujer que porta un apellido famoso, que tiene una gran ambición y cuenta con mucho apoyo económico: Hillary Clinton.
De convertirse cada uno en los candidatos presidenciales por sus respectivos partidos, sería "el duelo de las dinastías", como lo llaman los medios estadounidenses. Pero tampoco en el caso de los demócratas están claras las cosas. Clinton ya se presentó en 2008 y parecía que estaba a punto de alcanzar la meta, cuando apareció el hasta entonces casi desconocido y joven Barack Obama.
De acuerdo con diversos medios norteamericanos, Jeb Bush es posiblemente el único republicano con una mezcla de dinero, coraje y habilidad política que podría estar a la altura de Hillary Clinton.
Bush parte en la contienda con la ventaja de dominar perfectamente el español y tener una esposa mexicana, Columba Garnica, dos activos que le dan un gran ascendente sobre la comunidad hispana, que aprecia su perfil de hombre razonable y pragmático, detalló Time Magazine.
Quizá por ello no ha parado de defender una reforma migratoria integral que regularice a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos: "Somos una nación de inmigrantes. Este no es el momento de abandonar algo que nos hace especial y único como país".
De acuerdo con la agencia de noticias dpa, este hombre multicultural y católico, de 62 años, simboliza la "metamorfosis" de Estados Unidos, un país cada vez más colorido, cada vez menos blanco y cada vez menos protestante.
