Ciudad de México, 15 de junio (SinEmbargo).- La noticia cimbró las revistas de sociales en España y se anunció, como corresponde a uno de los personajes involucrados, en la portada de la revista Hola.
Se trata de la separación del Premio Nobel Mario Vargas Llosa de su esposa de toda la vida Patricia Llosa, a raíz del romance con la llamada “reina del papel couché” española, la filipina Isabel Preysler, según confirmó una de las hijas de la ex de Julio Iglesias y del recientemente fallecido ex ministro de economía Miguel Boyer.
"Lo único que le confirmo es que estoy separado. Digo simplemente que estoy separado y no tengo más declaraciones que hacer sobre mi vida privada", afirmó el autor de La ciudad y los perros en un improvisado encuentro en la calle en Madrid.
Vargas Llosa, de 79 años de edad, y Patricia Llosa, de 70, se casaron en 1965 y tienen tres hijos. Fue el segundo matrimonio del escritor, que previamente estuvo casado con su tía Julia Urquidi (la inspiradora de La tía Julia y el escribidor) con quien no tuvo descendientes.
Hoy, varias crónicas destinadas a contar la turbulenta vida amorosa de Vargas Llosa, remarcan que “dejó a la tía por la prima” y que el oriundo de Arequipa siempre fue un “picaflor”.
Patricia Llosa, prima del autor, fue –se cree- la manzana de la discordia entre el escritor peruano y su ex amigo Gabriel García Márquez (1927-2014), cuando Patricia, atribulada por romance clandestino que su marido vivía con una modelo estadounidense, corrió a pedir consejo a “Gabo” y su esposa, Mercedes Barcha, quienes les aconsejaron que se divorciara.
Un ojo negro del autor de Cien años de soledad marcó la diferencia insalvable entre los dos genios de la literatura latinoamericana que nunca volvieron a reconciliarse.
La historia de la pelea antológica que quedó grabada en una fotografía célebre de Rodrigo Moya, la contó el periodista y escritor español Xavi Ayén en su libro Aquellos años del boom (RBA).
“El 12 de febrero de 1976, en un parque frente al Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México, Elena Poniatowska corre azorada hacia una hamburguesería y pide un filete crudo. Gabriel García Márquez la espera atontado en un banco porque uno de sus mejores amigos lo acaba de noquear en público.
Hay nervios en la calle y en el interior del Palacio, donde van a proyectar Supervivientes de los Andes, una película de René Cardona en la que las víctimas de un accidente de avión acaban devorando la carne de sus amigos muertos.
Los nudillos de la mano derecha de Mario Vargas Llosa aún laten. Fue un solo golpe, pero bien medido. Los amigos de ambos se mueven entre agitados y compungidos. Nadie tiene tiempo de pensar. Hay un inquieto hormigueo humano, los comentarios brotan como espasmos y los rostros exhiben un catálogo de muecas. El mundo ha dado un giro. En ese justo momento acaba de romperse el boom”, escribe Ayén.
Lo cierto es que ese asunto doméstico y de faldas inició la ruptura del boom, pero la fractura real se dio con el tiempo cuando Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez comenzaron a adscribir a ideas políticas enfrentadas.
Mientras el colombiano ahondaba la amistad con Fidel Castro y se comprometía con la Revolución Cubana y las causas de izquierdas, el peruano se convertía poco a poco en lo que hoy es: un liberal de derechas que vocifera contra cualquier línea política sospechada de “populismo”.
Para la historia y la leyenda, en una historia a la que nunca se refirieron públicamente sus protagonistas, queda Patricia Llosa como el germen de un distanciamiento irresoluble. Es la misma mujer que en un comunicado escueto a la prensa, donde entre otras cosas pide respeto a su privacidad y se muestra sorprendida por la portada de Hola, donde su esposo aparece acompañado de Isabel Preysler.
“Mis hijos y yo estamos sorprendidos y muy apenados por las fotos que han aparecido en una revista del corazón. Hace apenas una semana estuvimos con toda la familia en Nueva York celebrando nuestros 50 años de casados y la entrega del doctorado de la Universidad de Princeton. Les rogamos respetar nuestra privacidad”, expresó la madre de Álvaro (ensayista y escritor), Gonzalo (trabaja para ACNUR) y Morgana (fotógrafa).
Es un texto sin duda sucinto, muy alejado del libro Lo que Varguitas no dijo, escrito por la primera mujer del escritor, Julia Urquidi (fallecida en 2010, a los 84 años de edad), donde se atrevió a contar su versión de la historia de amor y luego de desamor vivida junto al hoy Premio Nobel de Literatura y en el que el literato aparecía como un hombre inseguro, que se hizo escritor gracias a ella.
Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa, casados desde 1965, dieron siempre la imagen de una pareja prácticamente indestructible en donde ella parecía aportar el sentido práctico que le faltaba a su marido, oficiando como agente literario y administradora de los asuntos familiares.
Hoy, una tercera en acción revive el triángulo amoroso en que ambos se vieron envueltos hace muchas décadas y las fichas juegan en contra de la mujer por la que el escritor lloró en su discurso del Nobel.
“Ella lo hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que hasta cuando cree que me riñe me hace el mejor de los elogios: -Mario, para lo único que sirves es para escribir”, dijo.
LA REINA DE CORAZONES
Isabel Preysler, de 64 años, es también conocida como “la reina de corazones” a causa de sus sonados romances con personas famosas, el primero de los cuales fue su matrimonio con el cantante Julio Iglesias y que dio como fruto tres hijos, entre ellos el famoso cantante Enrique Iglesias.
Nació en Manila, Filipinas, el 18 de febrero de 1951. Se casó con Julio en 1971, y en 1985, cuando ya era una figura destacada de la alta sociedad española y hacía entrevistas para la revista Hola, se convirtió en la imagen de la empresa Porcelanosa, un estatus que aún conserva.
Su matrimonio con Julio Iglesias, duró ocho años, se separaron en julio de 1978 e Isabel se volvió a casar en 1980 con Carlos Falcó, Marqués de Griñón (padre de su hija Tamara Falcó).
Una de las cosas que destacan precisamente las notas de las revistas del corazón en estos días es que si se concretara una unión matrimonial entre Mario Vargas Llosa con Isabel, ella volvería a ser Marquesa, puesto que el escritor ostenta ese título desde 2011, por decisión expresa del rey Juan Carlos I.
Preysler dejó de ser Marquesa cuando se divorció de Falcó en 1987, para casarse un año después con Miguel Boyer (1939-2014), ex ministro de Economía y Hacienda durante la presidencia de Felipe González, un hecho que cimbró a la sociedad de la la época.
Era la unión del intelectual y político adusto y combativo, con la mayor representante de la frivolidad y el clasismo. Una mujer que ocupaba las portadas de las revistas del corazón, casada con un hombre que también tenía su espacio en la prensa, aunque en las secciones de política y economía. El matrimonio, sin embargo, funcionó y dio como fruto una hija llamada Ana.
Boyer tuvo un ictus el 27 de septiembre de 2012 y su mujer permaneció a su lado cuidándolo, hasta una recuperación que desafortunadamente fue temporal, pues el hombre murió el 29 de septiembre del año pasado, a causa de una embolia pulmonar, cuando tenía 75 años.
Desde entonces, Isabel fue la viuda nacional y todos sus pasos durante la temporada de luto fueron datados por Hola, su revista de base. Una reaparición en un concierto de su hijo Enrique Iglesias y la entrevista que otorgó en abril de este año al programa El Hormiguero, de Antena 3, conducido por Pablo Motos y uno de los más vistos en la pantalla chica española.
Allí habló de sus secretos de belleza (es una mujer sorprendente por cómo luce de joven y hermosa a sus ya avanzados 64 años) y desmintió los rumores de romance con el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez.
Hoy parece ser la dueña del corazón de Mario Vargas Llosa, un acontecimiento que tiene echando baba a la agresiva prensa rosa española y que ya ha hecho correr ríos de tinta en Perú, el país natal del Premio Nobel. Esto recién empieza.