Ciudad de México, 13 de junio (SinEmbargo).- El oro ha sido, desde hace mucho años, motivo de disputa entre los seres humanos. Imperios se han levantado y otros más han caído en la búsqueda de este metal precioso. Por otro lado, también es objeto de reflexión en la obra de Iván Sikic, un artista conceptual con sede en Nueva York que, en su más reciente instalación llamada "SAQUEO", revive el sueño de la infancia de muchos al jugar a desenterrar tesoros y, al mismo tiempo, añade un ángulo de política dura, enmarcando su pieza en una historia de opresión colonial, explotación minera y la ya conocida codicia humana.
Para ello, Sikic enterró una pepita de oro de 24 quilates debajo de 54 toneladas de tierra en una mansión abandonada en la capital de Lima, Perú. Después de esto, le pidió a la gente que participara en la obra y, por lo tanto, en la excavación. El que encontrara la pepita oculta sería capaz de quedársela, lo cual no es poco, ya que tiene un valor aproximado de 2 mil dólares (poco más de 30 mil 800 pesos).
"SAQUEO" fuerza a un tema que es el resultado de la conducta humana", Sikic dijo a The Huffington Post. "Y yo sentía que era importante poner al espectador en el centro de la obra (invitándoles a participar en la creación de la misma) con el fin de exponer mejor las repercusiones de las acciones de la humanidad". La obra de arte empuja al normalmente pasivo espectador a una posición moralmente precaria: disfruta con la excavación y debe cuestionar ese disfrute.
Eso es porque el oro tiene una larga y turbulenta historia en Perú, donde Sikic creció. Ahí, colonos europeos devastaron las poblaciones indígenas para extraerlo y las prácticas mineras de hoy son igualmente destructivas, tanto en la selva amazónica y en las vidas de más de 400 mil mineros ilegales. Esos problemas, sin embargo, rara vez se abordan en los centros urbanos como Lima.
"Perú es un país extremadamente centralizado" dice Sikic. "Cuando las cuestiones que tienen lugar fuera de la capital (en este caso, el de la minería ilegal de oro y sus consecuencias), en su mayor parte, tienden a tener un enfoque suave sobre ellos, lo que sólo consigue afilarlo esporádicamente."
Al igual que Perú, gran parte de Latinoamérica ha sido víctima durante siglos de la avaricia desmedida, siendo primero los conquistadores y luego personas con gran poder, quienes se aprovecharon de la riqueza natural. La pieza de Sikic aborda el tema de la explotación mineral y las consecuencias de esta, a partir de un aparentemente simple deseo de encontrar alcanzar la riqueza por medio de una mezcla de suerte y esfuerzo físico.
De igual manera, afilar ese enfoque suave requiere una mezcla de colaboración y buena fortuna. De esta forma, un joyero peruano se convirtió en la fuente del oro y le ayudó a adquirir la certificación de calidad extensa. Sin embargo, la mansión abandonada fue adquirida a través de pura suerte. La galería González y González que maneja a Sikic se encontraba abandonada cruzando la calle. Cuando los representantes de la galería preguntaron por ella se dieron cuenta que estaba programada para la demolición. Por tal motivo, los agentes inmobiliarios se mostraron felices de darle a Sikic total libertad artística. La instalación fue abierta a los cazadores de oro por sólo tres días, pero cuando no hubo nadie capaz de descubrir la pepita, el propio Sikic asumió el papel de minero para desenterrarla.
Mientras que la instalación/performance ya no pudo seguir abierta para aquellos que buscaban fortuna, esta sigue sirviendo para señalar las maneras en las que disparidades en ingresos y estilos de vida pueden surgir a partir de estas riquezas. "Me di cuenta que la lectura fue mucho más allá de mi intención original", dijo Sikic. "Y parece que el trabajo también hablan mucho acerca de la codicia humana hacia cualquier cosa que consideramos de gran valor."