Ciudad de México, 24 de junio (SinEmbargo).- Desde que se empezó a hacer música con instrumentos eléctricos hasta la actual música electrónica la creación de melodías con la ayuda de innovaciones tecnológicas ha sido motivo de desconfianza para las personas. Sin embargo, poco a poco, la humanidad ha visto que no sólo es posible crear con la ayuda de las máquinas, sino que es muy probable que pronto una inteligencia artificial pueda ser capaz de crear música con igual sensibilidad que el compositor más virtuoso.
Prolody, una compañía pequeña de reciente inicio con sede en Holanda, está innovando con un nuevo enfoque de la música sintetizada en el que se emula la riqueza de los instrumentos análogos y la sensibilidad de los ejecutantes humanos. A diferencia del tintineo plano que a menudo caracteriza a los tonos sintéticos, las creaciones sonoras de Prolody suenan más plenas y vivas porque hacen uso de notas producidas por humanos. Así, su sistema está estableciendo el escenario para hermosa música que sea tocada por una máquina con su propio sentido de la estética.
El equipo inicio con el violín (un instrumento notablemente difícil de sintetizar). De esta manera, pusieron a un violinista humano a tocar decenas de miles de notas y frases en el estudio, abarcando una amplia gama de intenciones y emociones con el fin de capturar la mayor expresividad posible al momento de la ejecución, para que luego fuera digerido por una computadora y procesado dentro de un sistema capaz de imitar esa capacidad de expresión, publicó New Scientist.
Sin embargo, crear "librerías"de muestras de sonido no se trata para nada de algo nuevo. No obstante, Prolody ha dado un giro a este almacenaje.
"No sólo estamos grabando notas individuales, estamos prestando atención al contexto", dice Dennis Braunsdorf, cofundador de la firma. Es así que la compañía ha construido una base de datos de lectura mecánica de esos miles de muestras, etiquetados con el contexto musical en el que fueron tocados, prestando especial atención a la manera en la que las notas suenan en secuencia.
Cuando se renderiza la música utilizando estas muestras, el equipo elige la nota o sonido que mejor encaje con el resto de la pieza. El objetivo es una versión que suene más natural que cualquier sintetizador existente pueda producir. Por otra parte, Prolody ya está en conversaciones para licenciar su sistema a un desarrollador de software de música y planea repetir el proceso para otros instrumentos.
El nuevo sonido impresionó a Julian Gregory, primer violinista de la Orquesta Filarmónica de la BBC en Salford, Reino Unido, quien señaló que los sintetizadores tradicionales tienen problemas con las transiciones suaves entre notas. "Las conexiones entre las notas son muy importantes y eso está enormemente mejorado aquí", dice Gregory.
La salida de Prolody todavía no es indistinguible de una actuación humana, dice Trevor Cox de la Universidad de Salford. Pero con música sintetizada ya en uso en espectáculos teatrales y en otros lugares, las mejoras enriquecerán muchas actuaciones y crearán nuevas vías para ello, dice Gregory. Por su parte, Cox señala a los videos corporativos y los juegos de video como aplicaciones potenciales.
Así como le enseña a las máquinas a hacer sonidos auténticos, Braunsdorf quiere que aprendan a ejecutar. Por tal motivo, él está creando otra base de datos de las diversas formas en que los músicos interpretan una melodía. Planea, de este modo, aplicar algoritmos de aprendizaje automático a estos datos de manera que una computadora pueda adquirir la capacidad para llevar a cabo su propia interpretación de una partitura.
Cox ve el potencial para un sistema de este tipo. "Una gran cantidad de presentaciones pop reproducen material grabado y actúan en vivo con él", dice. Sin embargo, en el caso de estos espectáculos, uno de los problemas es que es la pista de fondo no se puede modificar de acuerdo con la reacción del público.
Con esto en mente, una computadora que dé conciertos y que además pueda producir su propia "visión" de la partitura musical en cada actuación podría hacer de los artistas pop una cosa del pasado. Podría decirse, de alguna manera, que los días de música "sin alma están contados".