El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) se convirtió en las últimas semanas en una amenaza para el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que desde 1997 conduce en forma prácticamente hegemónica los destinos de la capital del país. Las últimas encuestas le dan ventaja a Morena en zonas estratégicas para el bastión perredita como la Delegación Cuauhtémoc. Mientras que en la lucha por la Asamblea Legislativa se presenta un empate técnico.
En lo que se prevé será una gran derrota para el perredismo, sobresale un nombre: el de Héctor Serrano Cortés, el actual Secretario de Gobierno de Miguel Ángel Mancera Espinosa, a quien se le atribuyen vínculos con aspirantes del PRD considerados "clave".
Analistas prevén que el PRD podría perder al menos cinco delegaciones en la capital, entre ellas Iztapalapa, donde se encuentra el mayor número de votantes de la ciudad. Si los pronósticos se cumplen, adelantan, alguien tendrá que asumir el costo político: primero, por la inconformidad con el desempeño de la administración del actual Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y segundo, por la mala elección del operador político.
Ciudad de México, 28 de mayo (SinEmbargo).– La hegemonía que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) ha mantenido en el Distrito Federal desde 1997 podría resquebrajarse el próximo 7 de junio, cuando por primera vez tenga que disputar los votos de los electores de izquierda con otra fuerza política de izquierda, el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Una encuesta reciente del diario Reforma situó a Morena –partido fundado en 2014 por el dos veces ex candidato presidencial y fundador del PRD, Andrés Manuel López Obrador– como la segunda fuerza política en la capital del país, no obstante que es la primera vez que participará en una contienda electoral. La medición, publicada el pasado 7 de abril, fijó en empate entre el PRD y Morena la preferencia en la elección de los 66 Diputados integrantes de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).
Ejercicios posteriores del medio han mostrado que el avance de Morena sobre el resto de los partidos, y particularmente sobre el PRD, también ocurre en delegaciones clave: Iztapalapa, la joya de la corona por agrupar a la mayor parte del electorado de la Ciudad de México, y Cuauhtémoc, que concentra el mayor poder económico de la capital del país.
En ambos casos, según las encuestas de Reforma, la preferencia de los votantes por los candidatos de Morena está al menos 15 puntos por encima de los del PRD.
En el caso de la Delegación Benito Juárez, bastión del panismo capitalino, llama la atención que el segundo lugar en preferencia electoral –por detrás del panista Christian Von Roehrich– figure el candidato de Morena, Jesús González Schmal, por encima de la candidata perredista Dinorah Pizano, rezagada a un cuarto lugar.
Hasta ahora en la capital del país los otros partidos políticos han tenido una injerencia menor frente a la supremacía del Sol Azteca. Bastan algunos de datos para ilustrar esa preponderancia: desde 1997 el PRD ha ganado todas las elecciones de Jefe de Gobierno, más del 80 por ciento de las jefaturas delegacionales y ha mantenido a la mayoría de los Diputados integrantes de la ALDF, excepto en el periodo de 2000 a 2003, de acuerdo con datos oficiales.
Sin embargo, la división de votos de la izquierda en el Distrito Federal –provocada por la incursión de Morena– podría beneficiar no sólo al nuevo partido sino también a las otras fuerzas políticas, hasta ahora reducidas. El perdedor, bajo cualquier circunstancia que implique que otro partido gane, será inevitablemente el PRD.
La batalla electoral del próximo 7 de junio se peleará en dos frentes: las 16 delegaciones y las 66 diputaciones de la ALDF, 26 de las cuales se designarán por el principio de representación proporcional.
En este escenario, un partido con un gran nivel de votación –como se anticipa que Morena sea– podría obtener espacios en la Asamblea Legislativa aun sin conseguir una jefatura delegacional, cobijado por el principio de representación proporcional. La misma vía podría abrirse para los otros partidos, aun con menos espacios.
¿Qué implicaría para el PRD un escenario semejante?
Podría tratarse, como sugiere el investigador Nicolás Loza Otero, del principio de un declive del PRD que lo lleve a convertirse en un partido con una representación menor y que finca su sobrevivencia en alianzas. O también podría ser, como el mismo investigador plantea, la oportunidad para el PRD de redefinirse como un partido de izquierda reformista.
En el ínter, sin embargo, hay mucho en juego para el principal partido considerado de izquierda. Y no sólo para la estructura partidista (para la que sin duda pesará la pérdida de electores en su principal bastión político), también para el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa, y para quien ha sido señalado por los opositores e incluso por militantes perredistas como el operador político de las campañas del Sol Azteca –amén del poder que mantiene dentro de la administración capitalina–, el Secretario de Gobierno Héctor Serrano Cortés.
SERRANO, EL OPERADOR
A mediados de mayo, López Obrador acusó al Secretario de Gobierno de ser quien opera la entrega de recursos para las campañas electorales del PRD e incluso de actuar como el coordinador de la campaña perredista en el Distrito Federal. El candidato de Morena a la jefatura delegacional en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal Ávila, y el vocero de su campaña, Agustín Guerrero Castillo, han hecho eco de esos señalamientos.
El pasado 14 de mayo, tras anunciar la suspensión temporal de la entrega de la mayoría de los programas sociales –debido a las denuncias que se habían hecho sobre su uso electoral por parte de los candidatos perredistas–, Serrano Cortés contestó a esas acusaciones diciendo que más que hablar de un actor en particular, la respuesta del gobierno eran acciones para mostrar “que va a actuar siempre en el marco de la norma, de la legalidad”.
Este martes, Guerrero Castillo pasó de las acusaciones a una exigencia formal al Jefe de Gobierno de remover a Serrano Cortés, a quien responsabilizó de supuestamente espiar y emprender una campaña sucia contra el candidato Monreal Ávila.
“Desde la Secretaría de Gobierno se practica espionaje contra la oposición. Desde la Secretaría de Gobierno se establecen estrategias de campaña de lodo en contra de los candidatos de Morena […] Se lo decimos claro: Héctor Serrano es un simulador que perturba peligrosamente las elecciones”, acusaron los morenistas en un oficio dirigido a Mancera Espinosa.
Ese mismo día, López Obrador dijo tener información sobre que el Secretario de Gobierno se comprometió con Mancera Espinosa a lograr el “carro completo” para el PRD en el Distrito Federal en los comicios del 7 de junio, e hizo un último llamado al Jefe de Gobierno para que en los 12 días que quedan de contienda electoral “ponga orden y evite la compra del voto”.
Los señalamientos de Morena contra Serrano Cortés han subido de tono al compás de las denuncias que los partidos políticos opositores al PRD han hecho sobre irregularidades en las campañas, que han ido de señalamientos sobre entrega de enseres con recursos públicos, intimidaciones a brigadistas o de plano a candidatos, agresiones, y ahora, a decir de Morena, actos de espionaje para desprestigiar a un candidato.
Pero la influencia del Secretario de Gobierno en la contienda electoral no se explicaría sólo por su supuesta intervención en las campañas del PRD, sino también por el peso de la corriente perredista que opera, Vanguardia Progresista, una de las más beneficiadas con candidaturas en la elección interna del PRD, realizada en octubre del año pasado.
Muestra de ello es que los candidatos de las dos delegaciones clave en esta elección, Iztapalapa y Cuauhtémoc, mantienen vínculos con la corriente de Serrano Cortés.
En Iztapalapa, la joya de la corona de esta elección, la candidatura de Dione Anguiano Flores a jefa delegacional estuvo en manos de Vanguardia Progresista, mientras que en Cuauhtémoc la corriente de Serrano Cortés consiguió arrebatarle la designación de candidato a Izquierda Democrática Nacional (IDN), la “tribu” dirigida por el defenestrado René Bejarano Martínez.
Eso fue posible gracias a que el entonces jefe delegacional de Cuauhtémoc, Alejandro Fernández Ramírez, y el ex jefe delegacional y hoy candidato al mismo cargo, José Luis Muñoz Soria, renunciaron a IDN para adherirse a Vanguardia Progresista.
En esa elección interna, en la que IDN fue la “tribu” más rezagada, la corriente del Secretario de Gobierno también salió fortalecida con la designación de la candidatura a jefe delegacional de Magdalena Contreras, que quedó en manos de Beatriz Garza Ramos Monroy, y de al menos una decena de nominaciones para Diputados locales por el principio de mayoría relativa. Nada mal si se considera que en total se barajaban 40 designaciones.
Entre quienes resultaron favorecidos por Vanguardia Progresista están los ex jefes delegacionales de Cuauhtémoc y Magdalena Contreras, Alejandro Fernández Ramírez y Leticia Quezada, respectivamente; Agustín Torres; el Diputado federal Roberto López; Cristina Bravo, ex asesora de Serrano Cortés; Manuel Granados, presidente de la Comisión de Gobierno en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal; Juan Ayala, líder del Sindicato de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal; Fernando Cravioto, coordinador de Enlace Delegacional del Gobierno capitalino, y Sulma Eunice Campos, subprocuradora de Atención a Víctimas del Delito de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.
¿FUSIBLE QUEMADO?
Para Loza Otero, especialista en comportamiento electoral y procesos políticos adscrito a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) México, no hay duda: las elecciones del próximo 7 de junio en la capital del país serán una derrota del PRD. Lo que queda por definir, dice, es qué dimensión tendrá esa derrota.
Considera que la ecuación estará en función de cuántos espacios logre ganar su principal rival, Morena.
Si por ahora, plantea, el PRD tiene el control de 14 delegaciones, “cuántas de esas delegaciones pierda y qué tan importantes [son], será el tamaño de su derrota”.
Expertos en el sistema político mexicano consultados por SinEmbargo coinciden en que las delegaciones más relevantes, y por tanto las más ambicionadas en la pugna electoral, son Iztapalapa y Cuauhtémoc. Es en ellas donde Morena ha enfocado sus fuerzas y donde, desde el PRD, quien lleva la batuta es la corriente de Serrano Cortés.
Iztapalapa es la delegación más poblada de la capital del país y por tanto la que acumula la mayor proporción del electorado capitalino, así como una proporción mayor del presupuesto que reciben las delegaciones.
Cuauhtémoc, por su parte, concentra el poder económico de la capital del país.
Según las recientes encuestas del diario Reforma, en ambas quienes encabezan las preferencias electorales son los candidatos de Morena: Clara Brugada Molina en Iztapalapa aventaja con 41 por ciento de la intención de voto a Anguiano Flores, quien obtuvo 28 por ciento en el ejercicio de medición; mientras que Monreal Ávila lleva la delantera con 37 por ciento de intención de voto en Cuauhtémoc, por encima del 22 por ciento de Muñoz Soria.
Empero, otra encuesta ha situado por encima a los candidatos del PRD en esas dos demarcaciones. Se trata de la realizada por la encuestadora Demotecnia-De las Heras, de acuerdo con la cual Anguiano Flores tiene el 45 por ciento de la preferencia electoral, mientras que Brugada Molina tiene 35 por ciento; al tiempo que Muñoz Soria aventaja con 39 por ciento a Monreal Ávila, quien tiene 27 por ciento de la preferencia del electorado.
Otra delegación en la que Morena también parece aventajar a los perredistas es Tlalpan, donde contiende como candidata a jefa delegacional Claudia Sheinbaum Pardo, quien fuera Secretaria del Medio Ambiente en la gestión de Andrés Manuel López Obrador como Jefe de Gobierno.
Más allá de las encuestas, lo que sí está claro es que será una elección muy reñida entre ambos partidos, concluye Loza Otero.
El experto en la izquierda mexicana y profesor de la Universidad Autónoma de México (UAM), unidad Iztapalapa, Telésforo Nava Vázquez, anticipa que una eventual derrota electoral será un “desastre” para el PRD, pero también para el Jefe de Gobierno y para su Secretario de Gobierno.
“Él es el operador [Serrano Cortés] pero las consecuencias, el desastre sería para el Jefe de Gobierno”, considera, no sólo por el cambio de fuerzas políticas que implicaría la pérdida de poder del PRD en la capital, sino por cómo afectará la aspiración de Mancera Espinosa de ser candidato presidencial en 2018.
“Él aunque diga que por el momento no le interesa, él quiere ser candidato a la Presidencia, apunta a eso. Y una derrota va a ser que aunque sigan teniendo la mayoría de las delegaciones, pierdan varias, y no solamente a manos de Morena, igualmente pierdan el control de la Asamblea Legislativa. Es un serio revés para el Jefe de Gobierno, y su operador Serrano”.
Si para Mancera Espinosa la derrota electoral del PRD –partido en el que no milita, pero que lo llevó a la Jefatura de Gobierno– podría significarle un efecto negativo en sus aspiraciones políticas para 2018, para el Secretario de Gobierno el riesgo está en cómo se vería minado el poder que por ahora se le reconoce en la capital del país.
“Ante todo, ante todos, ante la oposición ya no se le vería ese gran poder, entonces sí se va a ver descalabrado”, advierte el politólogo. Se trataría de un escenario en el que incluso su permanencia en el gobierno capitalino estaría en juego, a decir de Nava, quien propone un símil de la situación en que estaría el funcionario con un fusible quemado.
“Un fusible ya deteriorado no da el mismo servicio. Ahí va a tener que evaluar Miguel Ángel Mancera si todavía se arriesga a mantener a Serrano, y eso va a depender si logra tener a otro operador político, lo cual querría decir que necesita cambiar al Secretario de Gobierno”, plantea.
Sin embargo, el especialista también observa la otra cara de la moneda y se pregunta si Mancera podría prescindir de la habilidad política de Serrano Cortés, que él como Jefe de Gobierno no tiene. Esa incapacidad, agrega Nava, ha servido para el empoderamiento del Secretario de Gobierno.
Si la aspiración de Mancera Espinosa es convertirse en candidato presidencial en 2018, requerirá de un operador político como lo ha sido Serrano Cortés para lo que le resta de su gestión, máxime si se considera que en la composición de la próxima legislatura en la ALDF es previsible que el PRD no tendrá el control absoluto y requerirá negociar con los otros partidos políticos, entre ellos Morena, explica el académico de la UAM.
Loza Otero dimensiona la relevancia que esta elección tendrá para el partido en el poder, para el Jefe de Gobierno y para el Secretario de Gobierno al decir que “en este momento, la suerte de la elección es un poco la suerte de Serrano Cortés y la suerte de Mancera. Y la suerte del PRD. Están todos en el mismo paquete, aunque en realidad tengan intereses diferentes”.
Sobre el considerado operador político de la campaña perredista, subraya que lo que está en juego es su futuro político. Eso no necesariamente significa su puesto en la administración capitalina, sino su credibilidad como fuerza dentro del PRD.
Por los vínculos que tiene con candidatos clave, Serrano Cortés pareciera sujeto a una dicotomía, conforme con el investigador de la Flacso, quien explica que si el PRD ganara en delegaciones fuertes, una primera razón que se aduciría sería la operación política de Serrano. “Daría cuenta de la perspicacia política, de la capacidad de operación de Miguel Ángel Mancera. Y en caso contrario sería un poco como ‘No pudieron’”, expone.
En una entrevista concedida a la reportera de este medio Shaila Rosagel, el candidato de Morena por Cuauhtémoc, Monreal Ávila, planteó que la derrota del candidato perredista en esa demarcación sería, ante todo, una derrota para Serrano Cortés. El ex perredista aducía la adhesión de Muñoz Soria a la corriente del funcionario, pero también a lo que, según él, es un interés “desmedido” de Serrano Cortés por la Delegación Cuauhtémoc.
Si Muñoz Soria pierde, dijo el candidato, “no perderá el partido ni tampoco Miguel Ángel Mancera Espinosa, Jefe del Gobierno del Distrito Federal. Perderá Serrano, un enemigo peligroso y con mucho poder”.
MORENA Y MANCERA, NUEVA CORRELACIÓN DE FUERZAS
Al analizar un eventual triunfo de Morena, Loza Otero plantea dos niveles. Uno es el triunfo institucional, que está en función de los espacios en las jefaturas delegacionales y diputaciones que consiga; el otro es el triunfo sociológico, para el cual no importa si el nuevo partido gana o no algún cargo, sino la fuerza electoral que logre acaparar.
Si Morena consigue un tercio de los votos, pero aún así pierde en la elección para jefaturas delegacionales clave, ejemplifica el investigador, “no cambia en nada que Morena representaría una fuerza importantísima en la Ciudad de México y que quebraría electoralmente al PRD”.
Para Nava el mayor peligro de derrota para el PRD está en las diputaciones locales, más que en las jefaturas delegacionales. El control cuasi monopólico que ha mantenido sobre la ALDF, dice, ha sido clave para el PRD como partido gobernante en la capital del país. De modo que perder los escaños que le den una mayoría absoluta significará también prescindir de la posibilidad de tener el control.
“Si Morena gane dos, tres delegaciones y una buena camada de diputados locales, aunque no sea la mayoría, para ellos va a ser un gran triunfo, es la primera elección a la que se presentan”, agrega.
Loza Otero no duda que Morena esté en posibilidad de conseguir varias curules en la ALDF, pues por un lado tiene las candidaturas de los postulados por mayoría relativa, pero una amplia votación también podría darle ventaja en la elección de candidatos por el principio de representación proporcional.
En ese escenario, que para el investigador se antoja previsible, Morena incluso podría ser una de las dos bancadas más importantes de la ALDF, lo que obligaría al PRD a negociar necesariamente con él.
Ello pondría al PRD ante una nueva correlación de fuerzas en el Congreso local, continúa el académico de la Flacso, e ilustra: “El PRD acepta negociar con Morena o decide irse con el PRI, con el PAN, con Nueva Alianza, y hace una mayoría de centro izquierda o una mayoría de izquierda. Ese va a ser el gran dilema del PRD en la Asamblea: ser una coalición de izquierda o ser una coalición de centro o centro-izquierda”.
La eventual llegada de Diputados locales de Morena y la necesidad del PRD de negociar con otros partidos para tener mayoría podría servir para frenar el uso discrecional de políticas públicas, considera Silvia Gómez Tagle, antropóloga y especialista en procesos políticos del Colegio de México (Colmex).
“Una derrota del PRD definitivamente deja un juego político más amplio y siempre donde hay un juego más amplio los que son minoritarios, como son el PRI y el PAN en la ciudad, tienen más oportunidad de accionar”, señala. Sin embargo, apunta que esa posibilidad de acción también está limitada por la preponderancia de esos partidos, que al menos en lo referente a las delegaciones es menor y es probable que así se mantenga.
Actualmente, de las 16 delegaciones sólo dos no están gobernadas por el PRD: Cuajimalpa y Benito Juárez.
Gómez Tagle prevé que el PAN mantendrá la delegación Benito Juárez, que ha sido su bastión político en la capital, y recuperará Miguel Hidalgo, hoy en manos del PRD, mientras que el PRI sólo conseguirá mantener Cuajimalpa.
Si Morena consiguiera arrebatarle las delegaciones Iztapalapa, Cuauhtémoc y Tlalpan, sumarían cinco las delegaciones fuera del control perredista, prácticamente la tercera parte de las demarcaciones que hay en la capital del país.
Pero si en la ALDF la diversidad política podría ser benéfica, en las delegaciones la llegada de partidos diferentes podría llevar a dificultades con el Gobierno central en las asignaciones presupuestales, dada la falta de afinidad con él, advierte Gómez Tagle.
Otro aspecto de análisis es el efecto que una eventual derrota del PRD tenga para el partido en el Distrito Federal. A propósito, Nava plantea que la pérdida de poder en el PRD afectará a la corriente Nueva Izquierda, conocida como “Los Chuchos”, que actualmente mantiene el control interno del partido.
“Los Chuchos”, recuerda el politólogo, operaron en la elección interna del PRD del año pasado para disminuir al grupo de Bejarano.
Ahora el defenestrado profesor –quien fue exhibido en un video en 2004, cuando era coordinador del PRD en la ALDF, recibiendo dinero del empresario Carlos Ahumada Kurtz– estaría operando para favorecer a los candidatos de Morena, de acuerdo con Nava. La intención de Bejarano sería ayudar a la derrota del PRD para debilitar a “Los Chuchos” y recuperar la fuerza del grupo que dirige.