Nombre: Areli González.
Ubicación: Cuernavaca, Morelos.
Cargo: Coordinadora de Animalistas Morelos.
Profesión: Estudiante.
Ciudad de México, 9 de mayo (SinEmbargo).– “Siempre siento impotencia terrible, coraje y tristeza cuando encuentro a un animal maltratado o viviendo en condiciones inhumanas”, declara en entrevista Areli González de 24 años, la activista que se encarga de llevar la página de Animalistas Morelos.
La activista explica que en Cuernavaca cada vez hay más grupos independientes a favor de los animales, conformados en su mayoría por jóvenes que se dedican al rescate y a la promoción de la adopción.
Animalistas de Morelos también era, inicialmente, conformado por 11 jóvenes que se conocieron en las manifestaciones en favor de los derechos de los animales ,y ya como grupo se encargaron de hacer los rescates, adopciones, campañas de esterilización, pláticas en escuelas, foros de debates con políticos y más.
Ahora, Animalistas de Morelos es dirigido por Areli, quien continúa en labores únicamente de rescates y adopción, con ayuda de las redes sociales.
«Han sido los mismos jóvenes quienes han dado seguimiento y presionado para que se legisle a favor de la protección de los animales; cada vez hay más vegetarianos o gente que no gustan de espectáculos con animales entre otros», declara la morelense.
Es a las redes sociales a donde acude para publicar las fotos y condiciones de animales en riesgo que requieren atención y ahí, en la red, espera que conocidos o amigos la apoyen con un hogar temporal y hasta que no encuentra un lugar donde permanezcan seguros, no está satisfecha.
«Por la mañanas trabajo y por las tardes estudio, pero cuando veo alguna urgencia de un animal en riesgo, no descanso hasta solucionarlo, soy activista independiente y no cuento con un albergue (…) una vez que se encuentra a salvo, continúo buscando un hogar permanente, además de que mientras se encuentra en hogar temporal yo cubro sus gatos de alimentación y veterinarios”, declara la protectora de animales.
–¿Qué te llevó a proteger animales?
–Desde que tenía 4 años tuve mi primer gato y a los 5, mi primer perro a los cuales quise mucho y desde entonces supe que los animales lo serían todo para mí. No entendía porque había muchos animales sin hogar, desde los 9 años empecé a alimentar a los perros de la calle que estaban afuera de donde vivía. Moría por meterlos a casa pero no era posible y así fue mi vida hasta los 18 años cuando empecé a descubrir por medio de internet que había asociaciones protectoras de animales y más formas de ayudar, así que decidí ser voluntaria en un albergue.
Ser rescatista es complicado en Morelos. Uno de los obstáculos que la joven enfrenta es la parte económica, ya que no recibe donativos de nadie y todo lo hace con su salario y el apoyo de su familia. Aunque nunca es suficiente entre esterilizaciones y alimento. Aún así, prefiere trabajar doble para sacar adelante a los animales y en aplicar filtros estrictos a la hora de darlos en adopción para asegurarse que cuidarán de ellos.
«En los casos que logran recuperarse y los veo viviendo felices conmigo o con sus adoptantes sé que todo ha valido la pena y me motiva a continuar, pues hay ocasiones en que quiero tirar la toalla por la desesperación de que por más que rescate o cuide o quiera cambiar no se termina el maltrato animal», exclama Areli.
–¿Qué hace falta para que se logren mejoras considerables en este tema?
–Legislar para que realmente se castigue con cárcel el maltrato animal, que sea considerado como delito grave ya que se trata de una vida, además de que cada familia debe inculcar a sus hijos el respeto hacia los seres vivos y la naturaleza.
Areli vive con 15 gatos y 6 perros. Dos de ellos, Sol y Tammy, los recibió de personas que ya no los podían tener y el resto fueron abandonados en su casa.
Cuatro de los perros que tiene eran adultos y nunca habían tenido un hogar, por lo que los recogió y llevó a casa. Los otros dos son Luna y Hachi. Luna fue abandonada en su casa a dos meses de nacida, Areli cuenta que un carro le pasó en cima pero como era miniatura y se hizo bolita, no le pasó nada.
La cuidó y la alistó para ponerla en adopción, pero se encariñó tanto con ella que ya no la dio a nadie. Hachi es un perro blanco, el más noble, que padece displasia de cadera por herencia y no puede correr, caminar mucho o levantarse.
“Estoy ahorrando dinero para poder operarlo. A él lo rescaté de una casa en donde no lo atendía y tenía 2 meses y medio; padecía infección en las vías respiratorias y una pata delantera fracturada; es un perro feliz pese a su problema de displasia”, explica la activista.
Areli busco en un futuro hacer un albergue de animales, es una de sus más grandes metas en está vida para poder sacar de la calle a más animales y finalmente puedan gozar de una vida digna.