Ciudad de México, 5 de mayo (SinEmbargo).- Incluso 54 años después de que los seres humanos comenzaran a ser enviados fuera de la atmósfera terrestre. La ciencia y, en particular, las agencias espaciales, siguen aprendiendo cómo las condiciones del espacio afectan al cuerpo humano. Actualmente la (NASA, por sus siglas en inglés) estudia los efectos de los vuelos espaciales de larga duración en la visión humana. Así mismo, investigadores analizan la manera en la que la microgravedad desgasta músculos y huesos. Ahora, sumado a todo esto, una nueva investigación sugiere que los viajes espaciales también pueden tener un impacto negativo en el cerebro de los astronautas.
La investigación realizada en el Laboratorio de Radiación Espacial de la NASA (NSRL, en inglés) en ratones indica que el ambiente espacial tiene un efecto significativo en el cerebro humano. De esta manera, los investigadores analizaron la forma en la que los rayos cósmicos, cargados con grandes cantidades de partículas pueden impactar en los cerebros de ratones, encontrando que aquellos roedores expuestos a una radiación similar a la del espacio eran mucho menos curiosos y más confusos que aquellos que no estuvieron expuestos a estas condiciones, publicó Science.
Los investigadores en el NSRL sometieron a los ratones a oxígeno altamente ionizado y titanio, elementos encontrados a menudo en los rayos cósmicos. Cada roedor fue impactado con un sólo rayo de partículas cargadas con esta combinación, similar a pequeñas dosis de radiación que atraviesan a las naves durante los viajes espaciales. Para darse una idea de cómo estos rayos afectan el cerebro, los ratones fueron previamente alterados para tener neuronas fluorescentes de modo que pudieran ser observadas de mejor manera durante el monitoreo.
Seis semanas después de la exposición al rayo simulador, investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en Irvine (UC Irvine), encabezados por el profesor Charles Limoli, notaron cambios distintivos en los cerebros de los animales: una inflamación notable que interrumpía la comunicación entre las neuronas.
De acuerdo con el estudio, las partículas actuaron como pequeñas balas, volando a través del cerebro y rompiendo las estructuras neuronales conocidas como dendritas. La pérdida de estas sinapsis en forma de ramas que transmiten señales electroquímicas a través de las neuronas está asociada comúnmente con impedimentos cognitivos como la enfermedad de Alzheimer.
Un poco más adelante, los investigadores realizaron algunos experimentos de comportamiento con las ratones expuestos al rayo simulador para ver la manera en la que estos cambios cerebrales podían afectar la memoria y habilidades de aprendizaje.
Efectivamente, los ratones mostraron menos curiosidad y parecían más confundidos que los ratones que no habían estado expuestos a la radiación similar a la del espacio. Estos síntomas son similares a la experiencia cognitiva que los cerebros de pacientes con cáncer experimentan cuando se someten a tratamientos de radiación.
Además de los peligros que representan las temperaturas extremas, el hacinamiento, los largos periodos de aislamiento y otros efectos psicológicamente debilitantes que conlleva una vida sin gravedad asociada a los viajes espaciales; estas travesías cósmicas van acompañadas de la amenaza que representa la exposición a la radiación cósmica, la cual puede dañar el ADN y aumentar las posibilidades de que los viajeros espaciales desarrollen enfermedades como cáncer. Un riesgo que aumenta a medida que la estancia en el espacio se vuelve más prolongada como un viaje a otro planeta.
La investigación realizada por el equipo de la UC Irvine demostro así que incluso las dosis relativamente bajas de rayos cósmicos inducirán una serie específica de anomalías neuronales que podrían manifestarse durante una misión de ida y vuelta a Marte, la cual se prevé que dure dos o tres años como mínimo.
"Este es el primer estudio, en mi opinión, que realmente ata juntos a un montón de cabos sueltos y proporciona un mecanismo para saber lo que pasa para causar disfunción cognitiva", dice Limoli, cuyo equipo report los resultados de la investigación hace unos días en Science Advances.
Sin embargo, aunque los resultados de este experimento fueron sorprendentes, otros expertos aseguran que todavía hay una falta de datos suficientes para establecer conclusiones definitivas acerca de los efectos de la radiación en las personas. "Mucha de la información que tenemos se ha extrapolado a partir de estudios de eventos catastróficos en la Segunda Guerra Mundial", dice Nathan Schwadron, profesor asociado de física de plasma espacial en la Universidad de New Hampshire. "Simplemente no tenemos mucho conocimiento acerca de lo que ocurre con los sistemas biológicos cuando se exponen a altos niveles de radiación durante períodos prolongados. Creo que hay un riesgo potencial aquí, pero realmente no lo entendemos todavía", concluye.