Londres, 20 de abril (SinEmbargo).– Los aplausos se detienen. “Sophie quiere leer algo en nombre de todos los que participamos en este evento”, dice Ollie Brock, quien ha estado discutiendo durante una hora con Sophie Hughes sobre la mejor forma de traducir al inglés frases como “nadar de muertito” o “hacer taquito la lengua”, incluidas en La historia de mis dientes, de la escritora mexicana Valeria Luiselli, quien también está presente.
“Al celebrar y promover la cultura y literatura mexicanas esta semana en la London Book Fair, muchos de nosotros también recordamos a los 43 estudiantes y desaparecidos del centro de enseñanza para profesores de Ayotzinapa”, lee la traductora.
Lo que tienen que decir tres jóvenes ingleses y mexicanos pareciera no tener relación con el duelo de traducciones que acaban de realizar pero sus palabras hacen sentido y llevan al público a un silencio luctuoso y luego a los aplausos: "Todos esos estudiantes eran lectores y futuros maestros: la promesa de educación para una gran población analfabeta. Nosotros los recordamos por lo que representaban para México: alfabetización, lectura, escritura”.
Como parte de las actividades del Año Dual México-Reino Unido 2015, México fue el país invitado a la feria, con paneles sobre las nuevas formas de narrar en el país, pero también la vida, la muerte y la violencia.
Si la London Book Fair, que tuvo lugar del 14 al 16 de abril, es un espacio internacional para el comercio de historias, los escritores mexicanos fueron a vender historias de muerte. A diferencia de otras ferias con mayor énfasis en los lectores, la de Londres se caracteriza por ser un encuentro entre escritores, traductores, agentes literarios, editores y distribuidores de libros en todo el mundo, pero sobre todo de aquellos que quieren expandir la difusión de su trabajo en lengua inglesa.
Resultado de dos años de negociaciones entre el gobierno mexicano, la embajada británica y los organizadores de la feria, el programa de la delegación mexicana está encabezado por intelectuales de tres generaciones: Elena Poniatowska, Enrique Serna, Carmen Boullosa, Juan Villoro, Jorge Volpi, Ignacio Solares, Francisco Hinojosa y Valeria Luiselli.
Tanto en paneles de discusión, como en presentaciones individuales o entrevistas a medios británicos, estos autores explicaron sus ficciones pero también la realidad que comparten.
“Quisiéramos estar orgullosos de México pero no podemos en este momento”, declaró Elena Poniatowska en una de los eventos, donde fue presentada como “la dama de las letras mexicanas” y quien el resto de los escritores mexicanos se refirió constantemente como su maestra.
La narco-política y la crisis económica está afectando al país, explica Lydia Cacho en un panel con Elena Poniatowska sobre machismo en México. “Se supone que no deberíamos decir todo esto” y señala el lema de la feria en el cartel justo detrás de ella: “Mexico Market Focus”. El público ríe, guarda silencio, se sorprende, pregunta, se conmueve.
LAS MUJERES HABLAN
“El problema real ahora en México no es la muerte, el problema real es ser asesinado”, así inició Elena Poniatowska su charla con Carmen Boullosa sobre vivir y morir en México.
Hace 15 años, dice Boullosa, estaría hablando de la representación de la muerte en los grabados de Guadalupe Posadas o en los murales de Diego Rivera, pero “hoy no podemos pensar en muerte sin pensar en los cadáveres que deja el narcotráfico con la complicidad del gobierno.”
Un panel no puede llamarse “To live and die in Mexico” y no hablar de los asesinatos de estudiantes en Ayotzinapa, coincidieron desde el inicio Poniatowska y Boullosa. La idea de muerte se ha modificado en la conciencia colectiva, explica Boullosa a un público conformado por miembros de la industria literaria internacional. Preguntan sobre “lo que está pasando en México”.
Poniatowska redefine, advierte a ese público que le pregunta de qué hablan: “No es una masacre, es una desaparición; es importante que sepan que eran muy pobres, no tenían posibilidades. Querían ser profesores y esa posibilidad les fue negada con la muerte, a causa del gobierno corrupto”.
El público pregunta sobre la forma en que los mexicanos viven la muerte, según sus tradiciones indígenas. Para Boullosa ya no es posible construir altares o comer calaveritas de azúcar y pensar que esa es nuestra forma de representar la muerte: “Celebrábamos el Día de muertos imitando las tradiciones de las culturas agrícolas, pero cómo podemos pensar en ellos como antes, cómo recuperar la otra idea de muerte”.
ESCRIBIR DONDE NO SE LEE
“Sólo en un país donde no se lee un escritor puede llegar a ser presidente”, declara Villoro en referencia a la candidatura fallida de Mario Vargas Llosa para la presidencia de Perú en 1990. El escritor advierte así de los peligros del intelectual latinoamericano, sobre quien se esperan opiniones tanto sobre literatura como sobre el concepto de democracia o el petróleo.
En un país donde aún hay gente que no sabe leer o que no puede comprar un libro, explica Villoro, un escritor es una persona privilegiada. Él vive en el barrio de la Ciudad de México donde se concentran el 80% de las librerías de todo el país, ejemplifica. Hablar de la responsabilidad social del escritor en el foro de PEN no puede ser un tema general y Amanda Hopkins, su entrevistadora, vuelve sobre la palabra que se ha vuelto una constante para los escritores mexicanos en la feria: Ayotzinapa.
Villoro trata de profundizar, esclarecer el tema a un público mayoritariamente inglés. Se remonta a los años de la guerra sucia en México, a la historia de Lucio Cabañas y su trabajo precisamente en Ayotzinapa. “La enseñanza se ha vuelto peligrosa, enseñar a leer es muy peligroso en el México rural… no hay frontera entre la policía y el crimen organizado”. Su anfitriona termina la charla informando al público que la mayor parte de los ataques a comunicadores en México son realizados por oficiales o agentes del estado mexicano.
Ya no es posible ser escritor en México y no escribir, o al menos leer y opinar, sobre violencia, drogas, corrupción, muerte. También lo demostraron Jorge Volpi y Martín Solares. Su panel sobre nuevas formas narrativas, que compartieron con Carmen Boullosa, derivó en una discusión sobre las historias sobre frontera México-Estados Unidos y crimen organizado en las que ambos se han interesado recientemente.
Con Las elegidas, una “novela en verso” sobre el tráfico de mujeres que se publicará en mayo, Jorge Volpi ha regresado al tema de México en su obra literaria. La historia que ha elegido para este regreso está situado en un contexto real, el de Tenancingo, Tlaxcala. “La especialidad de este pueblo es criar a las niñas como prostitutas y a los niños como padrotes”, explicó.
Martín Solares, por su parte, opinó que la palabra que hace falta actualmente en México es “justicia”: “No conozco a ningún político que use esa palabra, empezando por el presidente”.
FUERA DE CASA
A Boullosa la violencia que se vive actualmente en México la incomoda, a Poniatowska la avergüenza. A Villoro lo lleva a un mayor compromiso social y a Volpi lo hace redescubrir a su país. A todos, en definitiva, los saca de sus casas.
“En México la realidad entra a tu casa y te ve comer, hacer el amor, te saca de tu casa por la ventana. ¿Cómo puedes quedarte en tu casa y escribir un poema sobre cuánto amas a tu gato. No vivimos la vida de un escritor sino de un país difícil”, declara Poniatowska en una de sus presentaciones.
Defender la imaginación literaria, el espacio del escritor, en lo que coinciden Boullosa y Villoro, es una respuesta para mantener la esperanza. Sentada con el resto del público en la presentación de Villoro en el foro de PEN, Poniatowska, le recuerda a éste que escribir literatura para niños es una forma de crear esperanza, pero en su propia presentación la autora ya había advertido: “Matar a hombres y mujeres jóvenes es matar la esperanza. México, en muchas formas, mata la esperanza; tenemos un mal presidente tras otro”.
Mientras Lydia Cacho y Elena Poniatowska hablan de los peligros de ser periodista y mujer en México, en otro panel de la feria se realiza un concurso donde jóvenes escritores ingleses tratan de convencer a un jurado de comprar su proyecto de novela. Los concursantes deben resaltar la trama, el lugar de la historia, ser muy claros con el género: ficción o no-ficción, y sobre todo definir el tipo de “consumidor” que esperan.
Los escritores mexicanos se limitan a contar historias. Su público no pregunta sobre personajes ni leyes de mercado, pero a veces comenta, como una joven en el evento de PEN con Villoro, “siento compasión por personas tan inteligentes en una situación tan terrible”.