La Ciudad de México en los años 60, rodada en un exquisito blanco y negro, es el escenario que Cuarón ha recreado en Roma, una película en la que el realizador ha volcado su corazón y alma, y que llega mañana a Netflix.
Por David Villafranca
Los Ángeles (EE.UU.), 13 dic (EFE).- Triunfó en Venecia, se coló en los Globos de Oro y apunta a los Óscar. Todo esto ha logrado Alfonso Cuarón con Roma, una de las joyas fílmicas de 2018, sin ni siquiera haber estrenado aún de forma masiva esta cinta que, tal y como explicó a Efe, no quiere idealizar el pasado.
"No me interesaba hacer una película con esa nostalgia, con esa romantización del pasado. Me interesaba ver el pasado desde el punto de vista del presente", reflexionó en una entrevista telefónica.
"No me interesaba hacer una película subjetiva (...) sino, más bien, observar y honrar no solo esas situaciones y personajes sino también el espacio y el tiempo en el que ocurrieron", añadió.
La Ciudad de México en los años 60, rodada en un exquisito blanco y negro, es el escenario que Cuarón ha recreado en Roma, una película en la que el realizador ha volcado su corazón y alma, y que llega mañana a Netflix.
Canto de amor al matriarcado en el que se crió el cineasta, Roma narra la vida de Cleo (Yalitza Aparicio), una mujer indígena que trabaja como empleada doméstica en una familia blanca y burguesa.
El racismo y el clasismo se entrelazan bajo la narración íntima y delicada de una película que ha enamorado a los críticos, que ganó el León de Oro en el Festival de Venecia, que opta a tres Globos de Oro y que es la aspirante mexicana en los Óscar.
"Es muy sorpresivo lo que está sucediendo", admitió un abrumado Cuarón sobre la repercusión global del filme.
"Pensé que muy poca gente la iba a ver, que quizá algunas gentes de mi generación en México iban a conectar. Y la respuesta emocional en todos los lados del mundo ha sido impresionante", agregó.
Tras pasear por el espacio en Gravity (2013), imaginar una distopía en Children of Men (2006) y adentrarse en la magia de Harry Potter and the Prisoner of Azkaban (2004), Cuarón optó por regresar a casa y buscar refugio en los recuerdos de su infancia.
Y es que la historia de Cleo en la de ficción es la de Libo en la realidad, la niñera que dejó huella en el realizador y a la que aquí homenajea junto a Yalitza Aparicio, actriz debutante y que en Roma ofrece una memorable interpretación.
"En Yalitza vi una generosidad y una mirada de curiosidad. Una mirada de absoluta inteligencia y sabiduría muy bellas, pero a la vez esa curiosidad casi de niña", dijo.
Además de por la fotografía en blanco y negro, Roma seduce formalmente con una asombrosa mezcla de sonido y unos largos y elegantes planos secuencia por los que circula la vida de la familia de forma tan natural como si se tratara de un documental.
"Estos planos tienen dos funciones. Me interesaba honrar el espacio y el tiempo: no solo donde fluyen las escenas sino los marcos de existencia. No solo es que sean planos largos sino también con mucho fondo (...). Nuestra existencia personal va de la mano de nuestra existencia social", opinó.
Con el racismo y la discriminación de vuelta en las portadas de la prensa, Cuarón se mostró "triste" por el hecho de que las situaciones narradas en Roma no se diferencien en gran medida de la actualidad:"A pesar de que sea una película de México en ese contexto y en esa familia, creo que esta problemática es universal", indicó.
Cuarón abordó también la polémica del lanzamiento de Roma, que llegó a algunos cines semanas antes de su estreno en Netflix, pero que provocó su "decepción" al ver la escasa disposición en su país de proyectarla.
"Estoy trabajando para una corporación de entretenimiento, quizá la más grande del mundo, que ha tenido un modelo firme, incambiable, que no han movido (estreno simultáneo en internet y en salas). Y con Roma aceptaron cambiar su modelo y salir tres semanas antes", argumentó.
"Sin embargo, los exhibidores en mi país se negaron a flexibilizar sus modelos. Pero para nada. No es que trataron de hacer una negociación de más o menos. Y con una película mexicana", añadió.
No obstante, esta situación tuvo un final "súper feliz", según Cuarón, ya que de las cuarenta salas iniciales han pasado a más de cien.
"Me da mucho gusto que la gente pueda conocer el circuito independiente, que es fundamental. Se habla mucho de las ventanas del cine, que pertenece a las salas, y yo estoy de acuerdo, que la experiencia última es la sala. Pero hay algo igual de importante: la diversidad", comentó sobre una oferta fílmica en la que hay "nada más un tipo de producto", el comercial, y no otra clase de propuestas.