La localidad de Grindavik, donde viven unas tres mil 600 personas, ha sido evacuada por completo y las autoridades de la isla han cerrado también varias carreteras en la zona para evitar riesgos para la población, luego de que se contabilizaran más de 500 sismos en apenas dos días.
MADRID, 13 Nov. (EUROPA PRESS).- Islandia sigue este lunes a la espera de la que podría ser la erupción volcánica más destructiva en medio siglo, que amenaza con destruir por completo la localidad de Grindavík y que ha dado ya muestras de ser inminente con más de dos mil terremotos en apenas dos días, unos 500 de ellos esta misma noche.
Los expertos han detectado en las últimas horas al menos 590 sismos, todos ellos con una magnitud inferior a tres en la escala de Richter, informa la televisión pública islandesa. Un túnel de magma se extiende bajo la localidad de Grindavík, sin que sea posible predecir cuándo ni por dónde terminará emergiendo.
El volcán Fagradalsfjall en Islandia comienza a mostrar signos tempranos de erupción. pic.twitter.com/WIlJE1tL6G
— @CisneNegro2022 (@CisneNegro2Q22) November 13, 2023
De hecho, la aparente reducción de la actividad sísmica en la zona es también un indicador de que el magma está cada vez más cerca de la superficie, informa la agencia de noticias Bloomberg.
Sí se da por hecho, no obstante, que habrá erupción, y todos los parámetros coinciden en que alcanzará niveles catastróficos. Grindavik, donde viven unas tres mil 600 personas, ha sido evacuada por completo y las autoridades de la isla han cerrado también varias carreteras en la zona para evitar riesgos para la población.
Líkur hafa aukist á eldgosi. Getur hafist hvenær sem er á næstu dögum. Líkön sýna 15 km langan kvikugang sem liggur rétt norðvestan Grindavíkur. Hættusvæði hefur verið skilgreint út frá legu kvikugangsins. https://t.co/CUtPuZ0XsV pic.twitter.com/nCLcO4mJRi
— Veðurstofa Íslands / Icelandic Met Office (@Vedurstofan) November 11, 2023
El magma ya salió a la superficie en esta zona en varias ocasiones en los últimos dos años, pero básicamente a través de pequeñas fisuras que no suponían amenaza alguna. La última vez que una gran erupción amenazó a una zona habitada fue en 1973, cuando la lava sepultó parte de un pueblo en las islas Vestman.