Un estudio exhaustivo de las tendencias y cambios en la biodiversidad global llamado “Living Planet Report 2022” fue redactado por 89 especialistas y publicado por la WWF. Esta edición evaluó casi 32,0000 poblaciones de 5,230 especies de aves, reptiles, anfibios, mamíferos y peces en todo el mundo y cómo es que han estado cambiando a través de las últimas décadas debido a las modificaciones que han habido en su entorno, resultando en un descenso medio del 69 por ciento en la abundancia poblacional de especies en menos de 50 años.
Latinoamérica registra el mayor declive regional de la abundancia poblacional media con un 94 por ciento, mientras que las poblaciones de agua dulce muestran un mayor descenso general a nivel mundial, siendo representado por un 83 por ciento.
Cuando se habla de la biodiversidad en Latinoamérica, es imprescindible hablar de la Amazonía, este bosque tropical resguarda casi el 20 por ciento del agua dulce del mundo, almacena el 32.8 por ciento de las reservas de carbono y es el hogar del 18 por ciento de las especies de plantas vasculares, el 14 por ciento de las aves, el 9 por ciento de los mamíferos, el 8 por ciento de los anfibios y el 18 por ciento de los peces del trópico. A pesar de esto, el reporte Amazonia Under Pressure publicado en el 2020 señala que el punto de no retorno está en el umbral de entre el 20 y 25 por ciento de deforestación y degradación forestal combinadas, los datos muestran que el 26 por ciento de la Amazonía se encuentra en un “estado de perturbación avanzada”.
“Si perdemos el Amazonas, perdemos esa lucha contra el cambio climático”, Tanya Steele, Directora Ejecutiva de WWF
Un cambio en nuestros hábitos alimenticios, junto con una reforma del sistema alimentario mundial, ayudaría a mitigar los efectos del cambio climático. Grandes extensiones de áreas naturales son modificadas para ser utilizadas como zonas de cultivo y pastoreo. Casi dos tercios de todos los cultivos de soya, maíz y cebada y aproximadamente 1/3 de todos los cultivos de granos se utilizan para alimentar a los animales explotados en las granjas, por lo que reducir el consumo de productos de origen animal haría que las tierras destinadas para la alimentación de los animales estén disponibles (Lancet, 2019).
Los países más ricos e industrializados son los principales responsables de la degradación ambiental, mientras que los países en vías de desarrollo son quienes sufren los mayores estragos. Veinte de las principales empresas ganaderas en el mundo generan más emisiones de gases de efecto invernadero que países enteros como Alemania, Francia o Gran Bretaña. Podríamos reducir hasta el 61 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero si las naciones con más sustento económico adoptaran una alimentación basada en plantas.
La verdad es incómoda y desesperanzadora, la problemática es compleja, cambiante y urgente, nuestro planeta está bajo una presión que está provocando una crisis difícil de frenar y es tiempo de accionar.