Ernesto Hernández Norzagaray
13/11/2021 - 12:05 am
Discursos para acólitos
La estrategia, de presentar a los consejeros del INE, como los villanos de la política mexicana, desde la Presidencia de la República, hasta el último de los regidores del partido en el gobierno y sus aliados, es equivocada.
El debate público es inherente a la política, es el péndulo entre el discurso emocional y la racionalidad.
En cambio, el espectáculo “principista”, cómo la gesticulación o el señalamiento duro, es parte de la escena teatral de La política.
El problema empieza cuando uno teatraliza y su clientela la cree, asume, que es una verdad que no merece pasarla por el tamiz de la duda o la racionalidad de la ley. Pero, al final del trance de grandilocuencia, es lo único que sobrevive en ese mar de emociones.
Gerardo Fernández Noroña, es un tribuno eficaz, en sus intervenciones, va con mayor o menor éxito por las emociones de la audiencia, buenas o malas, eso no importa, busca revivir enconos y crear percepción, no racionalidad política.
Siempre se muestra turbado, molesto en tribuna, envuelto en la bandera de la patria y la reserva moral de su izquierda, en el predestinado para decir “verdades” que otros no se atreven y a todo aquel, que no comulga con los altos valores de la patria y los “principios” que el invoca que son, qué duda cabe, los mejores y nadie debe ponerlos en entredicho.
Y, así, se hace acompañar por el coro de sus seguidores, los que capturados por la flema discursiva se lanzan al unísono contra panistas y priistas, contra Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, que en ese momento estarán arrinconados, atemorizados, en medio de la bruma hiriente que grita en coro ¡Qué se bajen el sueldo! Qué, sin duda, es mucho, afrentoso, en un país muy desigual, con dos tercios de pobres y quizá más en tiempos de pandemia (INEGI, dixit).
Lo paradójico es que los sueldos siguen en la Ley de Retribuciones de los Servidores Públicos y esos diputados que gritan, y los que solo presencian el espectáculo, son los únicos autorizados para revisar, reformar y aprobar modificaciones, pero, cómo se multiplicaron los amparos será la Corte la que resuelva la constitucionalidad de este acto.
Y mientras la ley sigue ahí, intacta, pero eso obsta para usarla contra los miembros del Consejo General del INE, que fueron a exponer y negociar el presupuesto para 2022 que contempla por primera vez la consulta de revocación de mandato que abra de ocurrir en la primavera de 2022 y, al final del día, por el desvió temático, no sucedió, quedando este en el limbo.
Se impuso el espectáculo y la gritería, no hubo más.
La catarsis, contra los corruptos de cuello blanco, flaco favor, el que se le hace al “compañero presidente”. Pero, no sólo son emociones, “verdades”, lo que está detrás de la gesticulación de Fernández Noroña, hay algo más allá, de despotricar contra el hijo del “verdadero demócrata” el politólogo Arnaldo Córdova quien alguna vez fue diputado y desde esa tribuna pronunció discursos celebres para la historia legislativa.
Quizá, por eso, su hijo, les respondió con un toque de ironía: “entiendo que aquí haya muchos que, recurriendo a recursos ocultistas, han hablado con él, yo no. Si lo hacen, salúdenlo y díganle que en los tiempos que corren hace mucha falta gente de izquierda formada como él”.
La política si bien está cargada de emociones estás tienen un límite porque, del otro lado, está la racionalidad, aquella que se construye con discusión y acuerdo político. En las cosas elementales de la política. Pero, a la vista, en este primer asalto entre una franja menor de diputados y el INE, se trata de ablandar mediáticamente al “enemigo” y hasta desmoralizarlo, hacerlo pensar en su foro interno “quien diablo soy, que no me he dado cuenta y es aquí, dónde me he venido a enterar de ello”.
Sin embargo, ese lapsus, que seguramente desequilibro momentáneamente a Córdova y a Murayama, sacó aquel la carta que traía bajo la manga, que tuvo poco efecto en medio de la gritería que fue recordar la incongruencia de Morena y el PT que habían ofrecido en sus spots electorales entregar el 50% de este año para las vacunas de Covid-19 y al final, Morena solo había regresado un 6.6% de su presupuesto y el PT 14 millones de pesos. A lo que se le volvió a gritar: ¡Qué se bajen el sueldo!
La estrategia, de presentar a los consejeros del INE, como los villanos de la política mexicana, desde la Presidencia de la República, hasta el último de los regidores del partido en el gobierno y sus aliados, es equivocada, y es que cualquier cambio de personajes en la institución, dejará intacta la ley y eso, significa, que seguirá vivo el factor de tensión.
¿O acaso poniendo consejeros aliados a la causa de la 4T dejarán de cobrar su salario previsto en la ley? No, si ese es el objetivo, tan sencillo, esperar la resolución de la Corte de manera que los funcionarios ganen cuando mucho, lo que hoy gana el presidente de la República que sería excelente para las finanzas del gobierno.
El resto es ruido, ruido, para acólitos.
El discurso emocional siempre estará en el debate público y así, el que emocione más, será quien “trague más pinole”, es el que estará en los titulares de la prensa y será el invitado a tertulias que buscan elevar su audiencia, lo cual es una perversidad, porque en esos discursos -como lo vimos y escuchamos- abundan las descalificaciones y las verdades a medias.
Pero, eso importa poco, si sube un punto o dos el rating de la audiencia y el personaje aludido termina siendo levantado en los hombros mediáticos de sus acólitos.
A la política mexicana le sobran emociones y es comprensible, somos un pueblo muy emocional, lo hemos hecho ritos, boleros, telenovelas, cine y está tatuado en nuestra historia sentimental, lo que define mucho nuestro comportamiento político, nuestra búsqueda incesante del líder, del salvador de la patria, y del gran benefactor, que nos habrá de llevar al edén donde todo habrá de ser más justo.
Y por eso, discursos como los de Fernández Noroña, son pegadores, revienta madres y es que reivindican ese sentimiento de vacío que muchos cargamos por la vida y que queremos llenar con palabras, con “verdades” redentoras que nos habrá de llevar al reino de la justicia y en esa tarea noble queremos abreviar los procesos que explican los arrebatos legislativos.
Pero, a vuelta del tiempo, vuelve la sensación de vacío, y cómo diría el escritor estadounidense Henry James, habrá que dar una nueva vuelta a la tuerca y ahí vamos, dando vuelta a nuestras tuercas sentimentales, emocionales, que las explota momentáneamente cualquier demagogo o gesticulador, o loas dos cosas, y nos basta recordar al dramaturgo Rodolfo Usigli que nos lo dejó una pieza teatral hace más setenta años como enseñanza, pero, de la cual, al parecer, muy poco hemos aprendido.
Y así día siguiente de la catarsis colectiva, estamos de vuelta a la insensible realidad, al imperio de la racionalidad, las frías leyes, con sus igualmente jueces y legisladores fríos o interesados en la suerte del otro, que siguen apostando a la letra escrita que obliga a todos por las buenas o las malas.
Al tiempo.
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