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Rubén Martín

13/10/2024 - 12:03 am

La “ciencia” de las madres buscadoras 

“Debido a la persistencia y magnitud del fenómeno de los enterramientos clandestinos, el Estado y las agencias dedicadas a la búsqueda han recurrido a diferentes ciencias para avanzar en las tareas de búsqueda”.

“Jalisco es el epicentro de la desaparición de personas en todo México, con 15 mil 288 casos hasta el mes de septiembre pasado”. Foto: Crisanta Espinosa, Cuartoscuro

La crisis por desaparición de personas es la gran asignatura pendiente que dejó el expresidente Andrés Manuel López Obrador en el país, con más de 116 mil personas ausentes. Casi la mitad de los registros de desaparecidos ocurrieron en los pasados seis años, convirtiéndose en la administración con más casos en la historia del país.

Con el tiempo, la realidad ha confirmado que asociada a este fenómeno se produce en paralelo otra crisis: la forense con más de 72 mil cuerpos sin identificar en los servicios médicos forenses del país. Esta segunda crisis se explica, también, por el aumento de centros clandestinos de enterramiento donde los perpetradores de las desapariciones tratan de terminar de desaparecer los cuerpos ausentes. Las familias siempre buscan en vida a sus desaparecidos, pero también se resignan a buscar en muerte. Esta dolorosa realidad es la que explica la aparición de las madres buscadoras, tanto en vida como en fosas clandestinas. 

Debido a la persistencia y magnitud del fenómeno de los enterramientos clandestinos, y en buena medida por la exigencia y presión de los colectivos de búsqueda de todo el país, el Estado y las agencias dedicadas a la búsqueda a identificación de los cuerpos, han recurrido a diferentes ciencias para avanzar en las tareas de búsqueda. En buena medida porque Jalisco es el epicentro de la desaparición de personas en todo México con 15,288 casos hasta el mes de septiembre pasado, los colectivos de familiares y las instituciones encargadas de buscarlos han avanzado en el uso de diversas ciencias y tecnologías novedosas para encontrar a los ausentes. 

Recientemente la Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Jalisco (Cobupej) presentó el libro “Interpretar la naturaleza para encontrar a quienes nos faltan. Ciencias biológicas, físicas y de la tierra aplicadas a la detección de inhumaciones clandestinas”. El extenso volumen (más de 700 páginas) incluye 17 capítulos con trabajos de funcionarios que laboran en las agencias de búsqueda, académicos expertos en las ciencias y tecnologías utilizadas en estas tareas y, especialmente relevante, testimonios y experiencias de las madres buscadoras. 

Este trabajo surge de la colaboración del Gobierno de Jalisco, la UdeG, el Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo) del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), la Universidad Politécnica de la Zona Metropolitana de Guadalajara y las universidades de Oxford y Bristol. El libro “Interpretar la naturaleza para encontrar a quienes nos faltan”, se puede encontrar aquí: https://cutt.ly/YeAvt4K2

En el texto se revelan los avances que hasta ahora ha dejado un proyecto de experimentación forense que se está llevando a cabo en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Politécnica de la Zona Metropolitana de Guadalajara, en el que se llevan a cabo pruebas donde se utilizan diversas técnicas para facilitar las búsquedas, tanto a colectivos de familiares que buscan a sus desaparecidos como las agencias estatales encargadas de las búsquedas. Se trata de “Espacios de Experimentación Forense”, donde se enterraron 32 cerdos en diferentes condiciones (enteros, seccionados, quemados, en bolsas plásticas, con cemento) para estudiar los proceso de descomposición y de detección, y así semejar las condiciones en las que los cuerpos humanos evolucionan en las fosas clandestinas. 

Con la participación de la Cobupej, los académicos echan mano de la identificación genética, vegetación, entomología, parámetros físicoquímicos del suelo (nitrógeno, fósforo, potasio, conductividad eléctrica, pH, humedad y temperatura), resistividad eléctrica, así como forma, tamaño y posición de la zona de experimentación (topografía), análisis espectral y susceptibilidad magnética y reflexión de ondas de radar (magnetometría y radar de penetración terrestre) para facilitar la prospección de búsquedas en los terrenos elegidos para ello.

Pero lo más relevante de este libro, en mi opinión, es el reconocimiento de la experiencia, conocimiento y habilidades de las madres y familias buscadoras organizadas. En un par de artículos elaborados por Darío Pereira, Eduardo Santana, Tunuari Chávez, Lourdes Andrea Linton, Gabriel González se reflexiona sobre los “saberes nacidos del dolor” que han llevado que se reconozca todo este conocimiento como “ciencia ciudadana”. 

En entrevistas realizadas a madres buscadoras se consigna la experiencia y conocimiento múltiple y diverso que van adquiriendo las familias víctimas de este fenómeno. Señalan los autores de estos capítulos: “Estos testimonios dan cuenta que las personas buscadoras inician su labor percatándose e investigando si, efectivamente, su ser querido está desaparecido. Su trabajo inicial es siempre baja la premisa de ‘búsqueda en vida’. Indagan si la ausencia se trata de una decisión propia o de una privación ilegal de la libertad. Se investiga en centros de detención, sitios de rehabilitación de adicciones y espacios de atención a emergencias de salud. Lo primero que aprenden es a discernir entre las diferentes instancias gubernamentales con las que tienen que tratar”. 

Pero conforme pasan los días, semanas y meses (muchas veces, años), el conocimiento y la experiencia de las madres buscadoras se va ampliando. Consigan los autores referidos: “Las entrevistas describen, desde la óptica de las madres buscadoras, la co-producción de conocimientos en las áreas de investigación criminológica; de búsqueda, localización e identificación de personas y experimentación forense. Su labor ha sido importante en el proceso de obtención de información bajo enfoques de ciencia ciudadana. La inherente democratización del conocimiento asociada a este enfoque ha tenido como consecuencia el lograr cambios en el proceso social, la legislación, las políticas públicas y, en general, en la gestión gubernamental en torno a esta problemática”. 

Con más de 230 colectivos de búsqueda en todo el país, unos 20 de ellos en Jalisco, México es el país con más organizaciones de familiares buscadoras de todo el mundo. Es infinito el conocimiento y experiencia que han ido acumulando a lo largo de los años las familias buscadoras y es necesario e imprescindible que el Estado y las agencias de búsqueda respeten y tomen en cuenta esta “ciencia ciudadana” para encarar y poner fin al flagelo de las desapariciones en México. Como han dicho desde hace años los colectivos de buscadoras, “sin las familias, no”. 

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]

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