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Jorge Alberto Gudiño Hernández

13/10/2024 - 12:01 am

Conocer al Nobel

“Es un premio como todos los demás, subjetivo, y los misterios que entraña su otorgamiento no nos serán desvelados”.

“Queramos o no, la mayoría de los que salen en esas listas son, de entrada, escritores famosos o, en su defecto, parte del limitado universo de lecturas de un lector”. Foto: Lee-Jin-man, AP.

Cada año pasa lo mismo: varios lectores y escritores intentan predecir quién obtendrá el galardón en la ocasión en turno y, casi siempre, fallan. Entonces se replica un fenómeno curioso y múltiple. A saber: varios se quejan de que le dieron el galardón a un perfecto desconocido; otros aseguran haber leído gran parte de la obra de este autor, pese a no conseguirse en español; unos más se lamentan porque no lo obtuvo determinado autor que… (y viene una larga lista de razones por las que le deberían haber dado el premio); otros tantos se preguntan para qué sirve el Nobel y si no es un galardón en franco proceso de desprestigio.

Y así se sigue la conversación en torno al autor en turno.

Me queda claro que uno, como lector, prefiere haber leído al actual ganador del premio. Ya sea como una validación como habitante del mundo de las páginas, ya como una forma de reconocimiento: de alguna manera, haberlo leído previamente nos permite pensarnos más cercanos al autor. Lo más probable, sin embargo, es no haberlo leído.

Me explico: de poco sirven las casas de apuestas o los listados de preferencias compartidos por lectores casi profesionales (hay varios a quienes sigo y respecto mucho). Valen de poco porque se centran en un universo muy limitado de candidatos. Queramos o no, la mayoría de los que salen en esas listas son, de entrada, escritores famosos o, en su defecto, parte del limitado universo de lecturas de un lector. Además, falta desentrañar todos los misterios que se ocultan en la asignación del premio. A saber cómo y por qué votan como votan los miembros de la academia sueca.

¿Entonces? Entonces queda hacer de lado la arrogancia. Uno está lejos de haberlo leído todo. Cada año que pasa más. La producción literaria en este mundo nunca ha sido tan vasta como ahora. No hay forma de seguirla. Mucho menos, si uno no lee determinados idiomas, porque la mayoría de los libros no se traducen nunca. ¿Por qué, entonces, deberíamos haber leído a una autora coreana cuyas traducciones al español nunca han sido fáciles de conseguir o a un dramaturgo noruego, por mencionar a los dos más recientes?

Yo, para no ir más lejos, no había leído a Fosse antes de que obtuviera el Nobel. Ahora le he leído un par de cosas y me han gustado mucho. De Han Kang leí “La vegetariana” de casualidad. Un escritor se la recomendó a mi esposa hace algunos años. Intentó comprarla en libro físico, pero aún no se conseguía. La compramos en inglés para Kindle. Ella la leyó y le gustó mucho. Me hice del aparato en su momento y la leí. Como se puede ver, fue suerte, nada más que eso. Ahora es probable que lea algún otro de sus libros.

Fuera de sonreír cuando uno ya ha leído al galardonado o de entusiasmarse ante la posibilidad de leer a un desconocido, lo demás es lo de menos: es un premio como todos los demás, subjetivo, y los misterios que entraña su otorgamiento no nos serán desvelados.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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