Investigadores hicieron una lista del valor económico anual promedio de diversos recursos naturales. ¿La intención?: tener una razón más para cuidarlos.
Ciudad de México, 13 de octubre (SinEmbargo).– La naturaleza vale mucho más de lo que pensamos. Cada animal, árbol y lago, además de su valor ecológico, estético y cultural tiene el “plus” de valer tanto dinero como podamos imaginar.
Con el afán de agregar una razón más por la que debemos conservar al planeta, BBC Earth ha publicado un artículo que enlista el valor monetario de diversos recursos naturales y expone cifras estimadas por científicos que buscan informar sobre un aspecto más de la importancia de cuidar a nuestros hábitats y especies.
Las cifras son el resultado de investigaciones realizadas por BBC Earth; el doctor en ciencias, activista y asesor ambiental Tony Juniper, y el Centro de Monitoreo para la Conservación Mundial del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA-CMCM).
Y aunque es cierto que “el mundo natural no debe simplemente ser reducido a una serie de valores financieros que son estimaciones […], puede ser una herramienta útil para ayudarnos a recordar que la naturaleza tiene un valor, y lo que podría perderse si desaparece”, señala la publicación. El “Índice de la Tierra“, contiene cifras asombrosas:
Tan sólo el agua dulce del mundo, por ejemplo, vale tanto como el PIB mundial: 73 billones 480 mil millones de dólares por año. ¿Puede imaginar esa cifra? El valor del agua está estimado en tal cantidad debido a que sin ella no habría sostén para la economía humana (¿habría humanos?). En seguida, están los árboles a los que, al parecer, no les basta con darnos oxígeno: 16 billones 200 mil millones de billetes verdes valen también.
Otro recurso que destaca es el coral. Los arrecifes, se estima, contribuyen con más de 6.1 billones de euros anuales. Neil Nightingale, autor del artículo, escribe en The Ecologist que el hecho de que su contribución financiera sea tan alta no debe extrañar a nadie puesto que “los arrecifes de coral no sólo albergan una gran cantidad de especies coloridas, [sino que] protegen a las personas de tormentas y tsunamis, son el soporte de grandes industrias turísticas mundiales, capturan y almacenan carbono y son viveros de especies de importancia comercial”.
Y ya que estamos en el mar, otro de sus habitantes brilla (y más que el oro) en la lista: de acuerdo con estimaciones del Banco Mundial y la Organización para la Agricultura y Alimentación de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés), el valor del pescado que es capturado en el mar es de 274 mil millones de dólares. Valor que, según escribe Nightingale, podría ser mucho mayor (con hasta 50 mil millones más de euros) si las pesquerías mundiales estuvieran debidamente gestionadas.
El plancton, los tiburones, las mantas, los arrecifes de ostras y la ballena gris son algunas otras especies marinas incluidas en la lista.
Da vuelta a la tierra, algunos pequeños figuran en la lista: los escarabajos de estiércol, se calcula, contribuyen con 380 millones de dólares gracias a sus servicios ecológicos. Un poco más arriba, suspendidas en el aire, las abejas y otros polinizadores se encargan de ser el sostén de la producción de los alimentos del mundo y dejan una derrama de 170 mil millones de dólares por año.
Estos recursos, según la lista, valen más que pulidos diamantes (25 mil millones de dólares), más que Beyoncé [sí la cantante (54 millones 500 mil dólares)], más que Starbucks (16 mil 450 millones)…
“La naturaleza en sí es maravillosa y definitivamente debe ser valorada en sí misma –escribe Neil Nightingale en The Ecologist– el ‘Índice de la Tierra’ y el enfoque que refleja no sustituye eso. Tampoco sugiere que la naturaleza debe ser privatizada o convertirse en una mercancía para la venta. Pero sí demuestra firmemente que la naturaleza no es sólo benéfica para tenerla, también es esencial para nuestra salud, el bienestar y la prosperidad (y eso va para todos nosotros)”.
El autor también señala que deben reconocerse los beneficios prácticos y económicos que derivan de los bienes naturales y debe aumentar la conciencia pública sobre el valor de la naturaleza. “Lo que el Índice de la Tierra demuestra enfáticamente es que la magnitud de su importancia económica no puede ser ignorada:
“Todos somos los accionistas en el mundo natural y los beneficiarios de sus servicios, por lo que todos deberíamos estar preocupados por los cambios en el valor de nuestros activos”, señala Nightingale.