El rey Carlos llegó al castillo de Hillsborough, la residencia real en Irlanda del Norte, en su primera visita como monarca, mientras que el ataúd de la reina se llevará en avión de vuelta a Londres y a su residencia oficial, el Palacio de Buckingham.
Por David Keyton, Jill Lawless y Mike Corder
Edimburgo, Escocia, 13 de septiembre (AP) — El rey Carlos III llegó el martes a Irlanda del Norte para la siguiente etapa de su gira por los países que forman Reino Unido. Una multitud se reunió para recibirle en una región profundamente dividida entre la identidad británica e irlandesa, y donde la corona británica despierta una gran controversia.
En una nueva muestra de afecto tras la muerte de Isabel II el pasado jueves, cientos de personas flanqueaban las calles en el recorrido al Castillo de Hillsborough, la residencia oficial de la familia real en Irlanda del Norte, a las afueras de Belfast. La zona ante las puertas del castillo estaba cubierta de cientos de ofrendas florales.
Carlos y sus hermanos, Ana, Andrés y Eduardo, velaron brevemente el ataúd de su madre, cubierto por un estandarte en la Catedral de St. Giles, mientras la gente pasaba al lado.
El martes por la mañana, un hombre con un traje adornado con medallas se plantó en silencio ante el féretro, agachó la cabeza y siguió su camino. Una mujer se enjugaba las lágrimas con un pañuelo. Otra mujer pasó despacio con dos niños pequeños vestidos con uniforme escolar.
Algunas personas incluso pasaron junto al ataúd y volvieron a la fila para ver una segunda vez el féretro de la única monarca que recuerda la mayoría de los británicos.
En la fila de dolientes ante la catedral de St. Giles, en el corazón histórico de Edimburgo, Sheila McLeay describió a la reina como “una maravillosa embajadora de nuestro país”.
“Era un gran ejemplo para cada uno de nosotros. Tenía dignidad. Era hermosa por dentro y por fuera. Y la he conocido toda mi vida. Y la extraño mucho”, añadió.
Los elogios a la reina han sido casi unánimes en Escocia, donde murió la monarca en su amada finca de Balmoral tras 70 años en el trono.
La monarca británica despertaba emociones más dispares en Irlanda del Norte, donde hay dos grandes comunidades: los unionistas en su mayoría protestantes, que se consideran británicos, y los nacionalistas de mayoría católica, que se consideran irlandeses.
Esa división alimentó tres décadas de violencia, en la que participaron grupos paramilitares de ambos bandos y las fuerzas de seguridad británicas. Murieron tres mil 600 personas. La familia real se vio afectada directamente por la violencia: una bomba del ejército republicano Irlandés mató a lord Louis Mountbatten, primo de la reina y un apreciado mentor de Carlos, en 1979.
Un cuarto de siglo después del acuerdo de paz de Irlanda del Norte en 1998, aún persiste una profunda división en la región.
Pero en un indicio de lo mucho que ha avanzado Irlanda del Norte en la senda de la paz, representantes del Sinn Fein, el principal partido nacionalista irlandés, asociado al IRA durante el conflicto, asistirán a actos conmemorativos por la reina y se reunirán con el rey el martes.
La presidenta del Sinn Fein, Mary Lou McDonald, rindió homenaje a la monarca de 96 años tras su muerte el jueves pasado, dijo que la monarca había sido “una poderosa defensora y aliada de los que creen en la paz y la reconciliación”.
El Presidente y el Primer Ministro de la vecina República de Irlanda también tienen previsto asistir al funeral en Belfast, pese a las tensas relaciones entre Dublín y Londres por el Brexit. Desde que Gran Bretaña abandonó la Unión Europea en 2020, Gran Bretaña y la UE han chocado por las regulaciones comerciales para Irlanda del Norte, la única parte de Reino Unido que comparte una frontera con un miembro del bloque.
Estaba previsto que tras pasar la mayor parte del martes en la catedral, el ataúd de la reina se llevará en avión de vuelta a Londres y a su residencia oficial allí, el Palacio de Buckingham.
En las primeras horas del martes se veía a docenas de trabajadores limpiando basura y hierbajos de la carretera entre la base de la fuerza aérea, donde aterrizaría el avión con el féretro y el centro de Londres.