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Javier Murillo

13/09/2018 - 12:03 am

Elon es Tony Stark. Tony es Elon Musk

Tony Stark levanta antipatías por doquier a pesar de su genialidad científica.

Elon Musk se fuma un porro de marihuana en plena entrevista. Foto: Captura de pantalla.

Tony Stark levanta antipatías por doquier a pesar de su genialidad científica. Le detestan por sus arranques frívolos, su impertinencia y sus desplantes de playboy. Algo muy parecido a lo que le ha pasado, estos días, a Elon Musk. Solo que a diferencia de Iron Man él es sensible, enamoradizo y atormentado en el amor, como dirían los gringos: needy.

Es un lugar común, pero es cierto: todos los genios son seres atormentados. Ahí tienen, por ejemplo, las declaraciones de Lisa Brennan-Jobs en su libro recientemente publicado: Small Fry, en donde hace dolorosas declaraciones respecto a su padre, Steve Jobs, que lo delinean como un padre capaz de la crueldad mental. Para los que trabajaron con él no es extraño hablar de sus abusos y excesos en su camino de obsesión por la perfección.

Otros ejemplos de lo mismo son Bill Gates, que aunque retirado de la operación de Microsoft, era conocido por su estilo tiránico que lo llevó a más de un colapso nervioso y, en algunos casos, a episodios cardiacos a miembros de su equipo cuando era CEO de la empresa. Se cuentan historias semejantes acerca de Jeff Bezos y su particular estilo gerencial en Amazon.

Personas con una inteligencia descomunal, pero con distintos niveles de sociopatía.
Ahora podemos ver a Elon Musk, el genio, bajo esa luz. Presionado ante el escrutinio público, también frente a las demandas de sus inversores, de rentabilidad y hasta de sus propios empleados. Los titulares caen sin piedad: “Abandonan el barco… Tesla se hunde; Musk perdido…”.

Veamos que Musk emprendió muchas –demasiadas– apuestas al mismo tiempo. Está en Neuralink, en donde intenta que a los humanos los habilite la inteligencia artificial (IA) y conectar sus cerebros con robots.

Space X, que ha logrado convertirse en un relevante proveedor de la industria aeroespacial. Solar City, de paneles solares y baterías y, por supuesto, Tesla, que ha sido la empresa que hizo entrar en riesgo al imperio de Musk.
Nadie duda de la calidad y desempeño de los autos Tesla. Más bien la empresa no se da abasto para entregar a tiempo, ante las cambiantes exigencias de su fundador, obsesionado con la calidad. Este atorón se da pese a que las proyecciones de 2019 apuntaban a que, por primera vez en su historia, lograría todo un año de rentabilidad.

Musk respondió a todas esas presiones con… whisky y mariguana. Esto provocó una avalancha de tuits y posts en Facebook, más de 250 mil mensajes, que han llegado a más de 100 millones de personas en todo el mundo. De los cuáles el 16% defiende, aunque no lo crean, pero hay un 30% que lo ataca directamente. Por esto y más, las acciones de la empresa de Elon Musk cayeron hasta 10% luego de que se le viera consumiendo ambas sustancias en un programa por internet.

Si Elon fuera mi amigo, me llamara para contarme lo que está pasando y me pidiera consejo, yo le recomendaría dejar en manos de operadores expertos a las empresas que ya son negocios desarrollados, como Tesla y Space X.
También le sugeriría que, a cambio, le dedicara todo el tiempo a las más prometedoras, que necesitan de su genio creativo para alcanzar su máximo punto, como Solar City y Space X, así como su proyecto de colonizar Marte.
Honestamente, son raros –casi inexistentes– los personajes que pueden tener una gran capacidad de invención y que luego tienen todo lo necesario para mantener continuamente el negocio.

Steve Jobs lo logró, en su momento, pero después de haber madurado por las malas experiencias por las que atravesó.

Por otra parte, Elon Musk pasa un momento difícil luego de su ruptura matrimonial y las breves y numerosas relaciones que ha tenido luego de su divorcio, las cuales él mismo ha difundido por redes sociales, como todo un millennial.

Sí, ya sé que por su edad no pertenece a esa generación, pero sin duda Elon Musk es un arquetipo millennial que pasa demasiado tiempo libre en Twitter.

Expuesto todo lo anterior, ahora sí podemos ver el paralelismo entre él y Tony Stark: ambos personajes disruptivos, millonarios, y con un enorme poder mediático.
Ya nada más le falta el traje de Iron Man.

Más allá de lo anecdótico hay una fase preocupante para Musk y todas sus empresas. Hay quienes ya están dudando de él e insinúan que podría irse a pique para no volver. Es un “meltdown”, dicen los estadounidenses.

Para que la magia Musk no se termine, es importante que se aleje del lado operativo de las compañías y asuma la parte creativa e inventiva, que es lo que mejor se le da. Que logre generar mayor riqueza para sus negocios y accionistas dependerá de que permita que esa disrupción que sedujo al mercado se convierta en certezas.
Es importante que Musk tenga un amigo que le haga ver la importancia de evitar que sigan pegándole a su prestigio. Tesla todavía no está consolidada y nosotros, todos, lo necesitamos sano, cuerdo, con sus ideas para protegernos de la IA. Bajo su liderazgo se dará esa pelea.

Es necesario que sea menos Tony Stark y más una persona que cambia al mundo, y que el mundo no lo cambie a él (como le ha ocurrido últimamente). Sálvanos, Iron Man.

Javier Murillo Acuña
Fundador y Presidente del Consejo de Metrics
https://www.twitter.com/JavierMurillo
https://www.linkedin.com/in/javiermurilloacuna/
www.metrics.digital

Javier Murillo
Javier Murillo Acuña Fundador y Presidente de Metrics. Es un reconocido experto en tecnología aplicada en campos como ciencia de datos, inteligencia artificial y otras ramas del campo del comportamiento social digital humano.

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