Gustavo de Hoyos Walther
13/08/2024 - 12:04 am
Concierto para Bangladesh
“Geopolíticamente bien colocado, Bangladesh sufre de una de las situaciones climatológicos más difíciles en el planeta”.
En 1971 George Harrison – el guitarrista de los Beatles – organizó junto con otros estrellas de rock, lo que se conoció como el Concierto para Bangladesh. El propósito era obtener recursos financieros y visibilizar cultural y políticamente la hambruna que estaban padeciendo miles de personas en ese país.
Ese año, Bangladesh se había independizado de Pakistán, la India musulmana. Geopolíticamente bien colocado, Bangladesh sufre de una de las situaciones climatológicos más difíciles en el planeta. Se piensa que sería de los primeros países en sufrir una catástrofe ecológica en caso de que los niveles del mar aumentaran como resultado del cambio climático.
Todo ello ha complicado que el país pueda lograr índices decentes de crecimiento económico. A los problemas causados por la naturaleza habría que agregar los que provienen de decisiones humanas. El país ha sido gobernado, durante buena parte de su historia, por una dinastía. La Presidenta, Sheikh Hasina – quien recientemente tuvo que abandonar al país debido a un movimiento social que se le salió de control – gobernó el país desde 2009 hasta el 2024, pero antes lo había hecho de 1996 al 2001. Se trata, además, de la hija de quien es considerado el fundador de Bangladesh, Sheikh Mujibur Rahman, asesinado en 1975 en un golpe de Estado contra su familia.
Al principio de su mandato, Hasina fue ensalzada por la comunidad internacional por haber promovido lo que parecía un despegue económico de un país normalmente sumido en la pobreza. Sin embargo, pronto fue claro que su estilo de gobernar no era precisamente muy democrático. Se le acusó de autoritarismo, asesinatos extrajudiciales y, en general, de reprimir a la oposición. Por esta y otras razones su historia no pudo ser la equivalente a la de Deng Xiaoping en China, Lee Kuan Yew en Singapur o Nelson Mandela en Sudáfrica. Es decir, la de una fundadora de un régimen decente políticamente y vibrante económicamente.
Esa oportunidad la tendrá el premio Nobel de la Paz, Muhammed Yunus, quien, a sus 84 años, asumirá las riendas del poder Ejecutivo en Bangladesh, al menos por el momento. Aunque su reto es enorme, no cabe duda de que él puede ser el hombre indicado. No sólo así lo está pidiendo una mayoría de los ciudadanos de Bangladesh, sino que su biografía lo confirma. Académico, defensor de los derechos humanos y, sobre todo, economista fundador de un Banco que ofrece créditos asequibles para los sectores apremiados de la población, Yunus tiene todo para poner a Bangladesh en un nuevo curso hacia el futuro. Esperemos que así sea, no sólo por el bien de ese país, sino por la causa de la democracia liberal y de la economía libre y justa. Todos deberíamos desear que Yunus tenga éxito. Lo merecen más de 100 millones de cuidadanos de Bangladesh, un país que ha sufrido demasiado.
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