No fue sencillo pero al final, después de una batalla que duró más de 12 horas, el Juez Jesús Delgadillo le dio la razón a la Fiscalía General de la República (FGR) sobre las acusaciones a la ex funcionaria pública Rosario Robles, la mujer que creció políticamente en la izquierda y que luego apareció en el equipo del “nuevo PRI” en 2012 con la victoria de Enrique Peña Nieto.
Luego de la audiencia en la que se vinculó a proceso a la ex titular de la Sedesol, el ex Presidente Enrique Peña Nieto quedó en calidad de sospechoso de haber tenido conocimiento de lo que ocurría en las oficinas de Rosario Robles y, hasta José Antonio Meade, el priista de personalidad intelectual, podría enfrentar en los próximos días las mismas acusaciones que se vertieron sobre ella.
Ciudad de México, 13 de agosto (SinEmbargo).- A las 6:46 de la mañana, parte de los agentes del Ministerio Público que acusaron a Rosario Robles Berlanga salieron del juzgado del Reclusorio Sur. Ante la pregunta de cuál era el sentimiento que tenían en ese momento, unos ojos lagrimosos y una sonrisa impidieron responder a la agente Mónica Martell.
“Creo que el hecho que se atribuyó es el resultado de todo este trabajo que se vino haciendo desde hace muchos meses”, logró decir. Luego admitió que había felicidad y felicidad por el país.
Pero a las 15:00 horas del lunes 12, la cara de la agente era distinta y dijo ante la pregunta de: “¿y cómo pinta el día?”, que bien, que esperaba que todo saliera bien.
No fue sencillo pero al final, ese fue el equipo victorioso de una batalla que duró más de 12 horas. El Juez Jesús Delgadillo le dio la razón la Fiscalía General de la República (FGR) sobre las acusaciones a la ex funcionaria pública Rosario Robles, la mujer que creció políticamente en la izquierda y que luego apareció en el equipo del “nuevo PRI” en 2012 con la victoria de Enrique Peña Nieto.
Mucho ha cambiado seis años después de esa aparición con el Tricolor: Rosario ya no está en los clásicos mítines que ese partido realizaba alrededor de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), ahora está en Santa Martha Acatitla y se quedará ahí dos meses; Peña Nieto quedó en calidad de sospechoso de haber tenido conocimiento de lo que ocurría en las oficinas de Rosario y hasta José Antonio Meade, el priista de personalidad intelectual, podría enfrentar en los próximos días las mismas acusaciones que se vertieron sobre ella.
Rosario quedó vinculada a proceso por el delito de ejercicio indebido del servicio público en Sedesol y también en la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), y agravado por tratarse de un delito continuado, es decir, que brincó con ella de una Secretaría a otra. La Fiscalía le imputó irregularidades en el manejo de 5 mil 070 millones de pesos que podría convertirse en el pago por reparación de daño, además de los 23 años que podría pasar en prisión.
El traslado de Rosario se hizo de tal manera que no hubo imágenes de su salida, ningún medio de comunicación fue testigo. Su hija Mariana Moguel Berlanga salió y dijo que su madre era una mujer grandiosa y los abogados afirmaron que Rosario era ya una presa política.
LAS HORAS EN EL JUZGADO
Rosario llegó otra vez de vestido blanco y otra vez tranquila y segura, tal y como llegó el jueves pasado a la audiencia inicial. Y dijo lo mismo: “vengo a dar la cara”.
Sus abogados llegaron al Juzgado con maletas, cajas y carpetas, presumiendo la preparación que lograron en tres días y medio, plazo que les dio el Juez para responder a las acusaciones del Ministerio Público.
Las ideas que se tenían que revocar eran que Rosario sabía y actuó de manera omisa ante los contratos irregulares que la Sedesol y luego la Sedatu realizaron con universidades públicas, que resultaron en un desfalco de más de 5 mil millones de pesos, porque por lo que se pagó nunca se entregó nada, se pagó de más o se subcontrató sin justificación.
Otro de los cargos era el de actos u omisiones que pusieran en riesgo el patrimonio del Estado.
Con media hora de retraso, ayer lunes inició la audiencia y arrancó con una queja de parte de la defensa de Robles de que la Fiscalía no le quiso aceptar las pruebas recabadas, por lo que se decretó un primer receso de 50 minutos para que fueran integradas.
Reiniciada la audiencia, los abogados presentaron como prueba inicial el testimonio de Rosario y procedió a responder cada uno de los hechos que la Fiscalía leyó el pasado jueves.
Presentaron un oficio firmado por ella el 7 de julio de 2017 en el que instruyó al director Jurídico de Sedatu a que detuviera la contratación de universidades, también se dijo que no se pudo contestar a la Auditoría Superior de la Federación (ASF) por los daños que el edificio de la Sedatu sufrió luego de los sismos, lo que los mantuvo cerrados; también se mostró un oficio en el que Rosario pidió información sobre el caso de la ASF, lo que demostraría que ella estaba interesada; la revisión de un incremento patrimonial a la Secretaría de la Función Pública (SFP) que no detectó anomalías y un oficio con instrucciones a su Oficial Mayor, Emilio Zebadúa de atender las observaciones de la ASF.
El abogado Omar Hernández explicó que parte de la defensa se basaría en las fechas en las que Robles se desempeñó en cada cargo: Sedesol del 1 de diciembre de 2012 al 27 de agosto de 2015, y en Sedatu del 27 de agosto 2015 al 30 de noviembre de 2018.
Entonces de los dictámenes y pliegos de observaciones realizados por la ASF a esas secretarías, se intentó desestimar porque señalaban irregularidades no atribuibles a personal público, sino a las universidades y porque la ASF informó de los resultados de la Cuenta Pública 2013 hasta el 4 de septiembre 2015, cuando ella ya no estaba y ya no podía hacer algo para solventar.
También se dijo que la mayoría de los hechos se informaron cuando se trataba ya de hechos consumados, por lo que Robles ya no pudo evitarlos. Así se presentaron las 24 respuestas a los 24 dictámenes presentados el jueves pasado por la Fiscalía.
Omar Hernández concluyó diciendo que no existía delito, que no fue omisa, que no puso en riesgo el dinero público y que se le acusa con hechos consumados o cometidos por terceros.
El litigante desestimó también que la Fiscalía presentara como prueba los dictámenes técnicos ya que tienen una naturaleza no definitiva y que son susceptibles a ser solventados y no pueden fincar responsabilidades.
Añadieron que la ASF, al momento de emitir los dictámenes, no tenía los elementos para atribuir responsabilidades, pero que Rosario instruyó a su personal para cumplir con las observaciones de la Auditoría.
Insistieron en que Robles tuvo la intención de dar cabal cumplimiento a las políticas públicas de sus secretarías y a todas las observaciones. Como prueba de ello se dijo que estaban las actas de entrega-recepción en la Sedesol, cuando ella se fue y llegó José Antonio Meade Kuribreña. El abogado Hernández dijo que Rosario le avisó que había pendientes con la ASF.
En la audiencia del jueves 8 de agosto también se le imputó a la ex funcionaria que no avisó a su superior, es decir, al Presidente, sobre lo que ocurría. El abogado presentó un extracto del testimonio de Robles en el que cuenta que el canal de comunicación fue en reuniones directas llamadas “acuerdos”, en reuniones de Gabinete, a través de la “línea roja”, que es la línea directa a la oficina del Presidente y en las giras; y que cuando ella no estaba personalmente en la oficina –tanto de Sedesol como Sedatu– quien mantuvo llamadas directas con el ex mandatario a través de la línea, fue María Eugenia Romero Martínez.
A todo eso, el MP dijo que a la defensa no le asistía la razón, porque no había lugar a confusiones: no se le acusó a ella de los hechos, sino de omisión que hubo en Sedesol, que se repitió en Sedatu y que hasta fue perpetuado por los mismos funcionarios.
Que por su posición jerárquica podía enterarse de lo que ocurría y no dos años después; que pudo informar e impedir; que cómo se dejan pasar contratos de 700 millones de pesos sin notar que tienen irregularidades; que ella supo desde 2014 e hizo un intento por parar las contrataciones hasta 2017; “se le atribuye el conocimiento reiterado”.
Sobre los avisos al Presidente, la Fiscalía lo desestimó por no haber una prueba de lo que se le dijo. La Auditoría señaló al respecto que entonces “no se podía informar de lo que no se tiene conocimiento. Entonces Rosario sabía y aceptó el resultado de su actuar”.
LA HORA CERO
A las 3:06 de la mañana, la Fiscalía pidió, finalmente, el auto de vinculación.
El juez deliberó por 30 minutos si daba el auto o no. Todos salieron al baño menos Rosario. Ella se quedó, se frotaba las manos, luego se recargaba en ellas. Nunca volteó, siempre vio hacia adelante.
A las 3:48, el Juez dijo que se comprobó la afectación al patrimonio, que los actos fueron cometidos por terceras personas pero en sus dos secretarías, que Rosario tuvo conocimiento de todo lo que encontró la ASF, que se afectó a las dependencias y que ella no lo evitó y no avisó.
Dio lectura a las pruebas que aceptó y fueron la mayoría de la Fiscalía, el panorama para la ex funcionaria de Peña Nieto se oscurecía.
Leyó que ya hay varios autos de vinculación a proceso a sus ex funcionarios, a ex rectores de las universidades con las que se firmaron contratos; que es evidente que lo que se hizo corresponde a una operación organizada para bajar recursos, que son la responsabilidad de los titulares de las secretarías.
El juez continuó: las normas se violaron en las dos secretarías, los preceptos de la Sedesol y la Sedatu se vieron afectados, no informó a su superior, estaba obligada a vigilar el gasto y soltó: “no se requiere una afectación, basta con poner en riesgo el dinero público”.
Luego, otra bomba: Rosario dijo que avisó a Peña Nieto, pero no presentó oficios de prueba, por lo que el Juez señaló que si no presenta una prueba entonces lo estaría encubriendo a él, de que a pesar de tener conocimiento tampoco actuó.
El juez le dijo que ella era autora material, que lo hizo de manera continúa, que tuvo un propósito delictivo, que hubo un delito continuado, omisión, falta de acción, que sabía que continuaría el daño al no dar aviso, que no quiso actuar y que permitió todo.
Rosario movió su cabeza negando los dichos, se acercaba a Julio Hernández Barros para decirle unas cosas al oído y su rostro ya era distinto. Luego volvió a su posición de mirada fija al juez.
En medio de todo se fijó otra imputación: José Antonio Meade estaba enterado y él no le avisó a Peña Nieto, del que tienen que demostrar si efectivamente sabía o no. Ahora se tendrá que entregar ese documento que enreda a Meade el próximo 16 de agosto para iniciar una investigación y se le impute todo lo que se le atribuyó a Rosario en Sedesol; lo de Sedatu sí es problema de ella.
Finalmente, a las 4:56 de este martes, el Juez dijo: afectó dos ramos de la Hacienda Pública Federal, se le imputa auto de vinculación a proceso por el ejercicio indebido del servicio público en Sedesol y también en Sedatu. Dos cargos, agravados por ser delitos continuados.
De inmediato vino la lápida: el Ministerio pidió medidas cautelares de prisión preventiva justificada porque otras medidas serían insuficientes. El agente dijo que Rosario no tenía arraigo en la Ciudad de México, que había riesgo de fuga, que como no tiene ocupación tiene menos problemas para irse, que tiene facilidades para ocultarse y dinero para irse del país y permanecer oculta.
Que aunque vino a dar la cara “con el manto de Peña del ‘no te preocupes, Rosario’, asumió esa actitud hasta que fue tocada por el pétalo de una denuncia penal”, señaló el agente.
También señalaron que los testigos podían correr riesgo con su proceso en libertad.
Eran ya las 5:15 de la mañana y su vista ya estaba clavada en el escritorio. Su defensa dijo que se tomará en cuenta su actitud abierta de presentarse y luego ella habló: “No tengo un patrimonio que me permita sustraerme de la justicia. No puedo ir a Canadá y regresar impune. Soy una mujer que siempre ha vivido de su trabajo. Mis cuentas y mis tarjetas están congeladas (…). Si quieren juzgar a través de mí a terceras personas, yo aquí he estado. De ninguna manera voy a evadir. No se me acusa de los 5 mil millones de pesos, entiendo el apetito del MP de que varios a los que ha querido procesar no están aquí. Daré todas las pruebas”.
“Le pido atender este proceso en libertad. No puedo imponer ninguna autoridad a los testigos que ya no tengo, a nadie he puesto en riesgo, no me he acercado a los testigos. Estoy aquí para defenderme. En mi vida he cometido ningún delito y no me puede acusar de atentar contra alguien. Siempre he luchado por la paz y mi carrera así lo acredita”, agregó con una voz que dijo, estaba afectada por el aire acondicionada de la sala, pero que bien podía ser también una voz casi alcanzada por el llanto.
Terminó de hablar a las 5:58 de la mañana ya del martes, y a las 6:14 el juez dijo que aceptaría las medidas cautelares. Le aceptó su actitud en las dos audiencias y de que no había pruebas de riesgos a los testigos, pero no acreditó el domicilio en la Ciudad de México, que entregar el pasaporte no serviría, que había riesgo de fuga y entonces aceptó las medidas cautelares y le dijo que sería trasladada al Penal de Santa Martha Acatitla por lo que dure la investigación.
La Fiscalía pidió seis meses de plazo de investigación para obtener datos. Los abogados pidieron dos, al decir que los datos que iban a presentar eran los de la ASF y que esos ya los tenían, que no había por qué dar más tiempo, que era excesivo.
Habló otra vez Rosario, con las mismas características de su voz: “en el momento en que me notificaron de la audiencia yo no estaba en el país y volví. Yo siempre he vivido en Coyoacán, hice las calles cuando fui Jefa de Gobierno, la gente me conoce, el padre de la Iglesia de la esquina, es falso que no viva ahí (…) mis tarjetas y cuentas están congeladas, no puedo evadir. No se me está juzgando por el delito que se me está imputando”.
Ya de poco sirvieron esas palabras, el juez le dijo que ya no había debate, la mayoría de los medios ya habían salido. El veredicto ya se había dado.
Cuentan personas que se quedaron que con todos los medios afuera y adentro la familia, Rosario solo volteó y extendió los brazos a Mariana, luego ella salió de la mano de su esposo.
Rosario salió de una manera en la que ya nadie pudo captar una imagen de ella, sólo de la camioneta de la Policía Federal en la que se dijo fue llevada y entonces nadie supo más detalles del traslado.