Rusia informó que los participantes de las pruebas para encontrar una vacuna eficiente contra la COVID-19 ya han recibido el segundo componente, por lo que tienen supervisión médica constante; especialistas han declarado que la vacuna es segura, de la misma forma que lo son las vacunas actuales.
Moscú, Rusia, 13 de julio (RT).- Los 20 participantes en la prueba para encontrar una vacuna contra la COVID-19, que desarrollan el Ministerio de Defensa de Rusia y el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, recibieron el segundo componente.
Esos voluntarios se sienten bien y se encuentran bajo “supervisión médica constante”, según ha comunicado el Ministerio de Defensa de Rusia.
Esta vacunación se ha producido en el hospital militar Burdenko de Moscú, 21 días después de la administración del primer componente.
Los datos obtenidos en las investigaciones permiten “hablar con certeza sobre la seguridad y la buena tolerancia a la vacuna” y ponen de manifestó que se produjo una respuesta inmune a la administración del fármaco.
En total, 38 personas se involucraron en las pruebas clínicas de esta vacuna, divididas en dos grupos de 18 y 20 integrantes, y los voluntarios del primer colectivo terminarán su participación dentro de dos días.
El 30 de junio, el Ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, detalló al Presidente de su país, Vladímir Putin, que las pruebas clínicas de esta vacuna concluirán a finales de este mes.
CONFIRMAN SEGURIDAD DE LA VACUNA EN RUSIA
Alexánder Lukáshev, director del Instituto de parasitología médica y enfermedades tropicales y transmitidas por vectores, perteneciente a la Primera Universidad Estatal Médica de Moscú Séchenov, ha dado por exitosos los ensayos clínicos de una vacuna rusa contra el nuevo coronavirus que se llevaron a cabo en la universidad en un grupo de voluntarios.
En un comentario concedido a RIA Novosti, Lukáshev ha declarado que “en esta etapa se demostró la seguridad de la vacuna”, que corresponde con el nivel de seguridad “de las vacunas que actualmente están en el mercado”.
Los ensayos clínicos comenzaron en la Universidad Séchenov el 18 de junio y tenían como objetivo evaluar los efectos de la vacuna contra la COVID-19 creada por el Instituto de Investigaciones de Epidemiología y Microbiología Gamaleya. La vacuna, creada de forma artificial sin ningún elemento del coronavirus en su composición, está en forma liofilizada y representa un polvo para preparar una disolución administrada por vía intravenosa.
En la investigación han participado 38 voluntarios en total. Algunos de ellos presentaban reacciones posvacunales durante las primeras horas después de la inyección, como un ligero aumento de la temperatura y dolores de cabeza, entre otras, que desaparecieron por sí solas durante el día, señalaron desde la universidad.
El primer grupo de voluntarios que probó el invento será dado de alta el 15 de julio, mientras que el segundo el día 20, y los especialistas seguirán vigilando su respuesta inmune.
Para los ensayos clínicos, todos habían pasado por una revisión médica exhaustiva, incluyendo una prueba para determinar la ausencia de anticuerpos del coronavirus, y habían sido aislados por dos semanas antes de la inyección de la vacuna experimental y el inicio de la investigación. Su estado de salud será monitorizado durante seis meses después del alta médica.
– A diferencia de los fármacos, cuya eficacia es estimada por sus efectos en las personas que ya tienen cierta enfermedad, las vacunas experimentales se administran a personas sanas que luego se ven expuestas al microorganismo nocivo. Después de meses o años de observación, los científicos pueden considerar su invento como exitoso si aquellas personas no se contagiaron tras la inyección.
– Normalmente las vacunas experimentales son probadas en miles de personas que residen en zonas de contagio, aunque también es común que estos estudios involucren a unas decenas de voluntarios que son vigilados por los médicos por si presentan síntomas de la enfermedad tras ser infectados.
– De esta manera, los investigadores pueden decidir si merece la pena seguir con el desarrollo de la vacuna probada o si es mejor buscar otro remedio.