“Le tengo pánico al llanto del niño que está apresado en una frontera”, dice Anabella Giracca

13/07/2019 - 12:01 am

“¿Qué te da más miedo? ¿El lamento de los muertos o el lamento de los vivos?”, se le pregunta a Anabella Giracca, autora de  Para servirle. “El lamento de los vivos. El lamento del hambre, el de la violencia. Si no nos indignamos, no lograremos un cambio. El temor debe convertirse en indignación para dar frente a los problemas. Los muertos dan miedo. Creo en todo. He visto muchas cosas. Pero definitivamente le tengo pánico al llanto del niño que está apresado en una frontera, a esas visiones oscuras que vivimos en estos momentos”, responde. 

Ciudad de México, 13 de julio (SinEmbargo).– Anabella Giracca, escritora, novelista, columnista y promotora de la interculturalidad guatemalteca, dijo que le teme al llanto de un niño detenido en una frontera.

“Los muertos dan miedo. Creo en todo. He visto muchas cosas. Pero definitivamente le tengo pánico al llanto del niño que está apresado en una frontera, a esas visiones oscuras que vivimos en estos momentos”, señaló la autora de Para servirle.

Giracca vino a México y habló con Puntos y Comas sobre Para servirle, su novela; la violencia contra las mujeres y los migrantes. A continuación la charla completa.

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–En Guatemala formas parte de Movimiento Semilla. ¿A qué partido político o movimiento mexicano se parece Movimiento semilla?

–Es una pregunta bastante difícil. Somos un partido socialdemócrata. Somos un partido que se identifica con los principios de los derechos humanos. El pluralismo nos caracteriza. Veo un poquito de eso en algunos, pero no me atrevería a decir alguno en específico.

–¿Sin cuerpo no hay delito?

–Preguntas algo fundamental. Yo le iba a poner así al libro: Sin cuerpo no hay delito. Lo que ocurre muchas veces en Guatemala y México es que se desaparecen las mujeres, las esconden en algún lugar y si el cuerpo no aparece, no hay delito. La novela arranca en la desaparición de una mujer. El esposo sería el culpable y con sus recursos, manipula al sistema. La mujer lleva años desaparecida y el crimen parece que no existe. Parto de un caso real. El caso ahorita ya está en juicio y hay mucha demanda en Guatemala para que se haga justicia. Debe haber justicia, independientemente de si aparece o no aparece el cuerpo.

–En México se asesina entre 9 y 10 mujeres al día.

–Guatemala va por las mismas. Guatemala es un país que mata a sus mujeres. Son problemas que hay que erradicar. No sólo se lastima a las mujeres, también se les discrimina. La lucha de las mujeres ha sido fuerte, pero falta. El uso y abuso de las mujeres está presente en la historia de América Latina. Guatemala tiene una de las cifras más altas de niñas embarazadas. Niñas destinadas a ser madres a los 10 años. Es un flagelo que está ahí. Se abusa de mujeres. Se viola mujeres. Las migrantes tienen una desventaja. La violencia siempre presente. La novela usa parte de eso. Es una mujer desaparecida. Se investiga. La empleada doméstica es la única que sabe qué pasó. La novela ocurre en un pueblo en el que las mujeres sólo pueden trabajar en casa ajena. Cada testimonio va aportando datos. Al mismo tiempo vas descubriendo las historias de las mujeres que están destinadas a servir en casa ajena. Es una novela apasionada. Es ficción. Amor, ternura, crudeza. Es una novela que pone las cosas tal cual. Se rompe el víctima-victimario. Te encuentras a mujeres que son sobrevivientes. Vas encontrando todos los destinos a los que las sociedades las someten.

–Tiene la denuncia implícita.

–Sí, pero no es mi intención. La denuncia está ahí porque la realidad es así. La tienes enfrente y o quieres verla. Escuchas las historias y descubres temas que ocurren en tu propia casa. Empleadas domésticas han leído la novela te dicen que eso les pasó a ellas. También las patronas. Hay gente que recuerda cómo sus nanas las ayudaron a crecer. Hay una frase en la novela en la que se habla de las patronas: “las patronas esconden sus joyas para que no nos las llevemos, pero nos dejan a sus hijos”. Todos somos generaciones que hemos crecido con una nana ceca. Siempre hay una persona que está ahí y que te ayuda a crecer, y de la cual sabes muy poco. Esa denuncia está presente. Está la trata, la desigualdad. Todo lo que vive la región. Hay un tema humano y crudo. Me llama la atención que señoras que han leído las novelas, dicen que lo erótico les hace sentir incomodidad. No creen que la sirvienta pueda sentir pasión. Es un juego de muchas historias que se van entrelazando. Hay secretos que se van iluminando. Puede ser una novela policiaca. Pero ahora ya no está de moda enjaular a las novelas en un único género.

Anabella Giracca. Foto: Juan Pedro Salazar, SinEmbargo.

–Hubo una película, Roma, con esa bandera: la lucha por los derechos de las empleadas domésticas.

–La película es posterior a la novela. Yo me emocioné y aplaudí que tuviera los galardones que tuvo. Es una película buena y hace frente a estos problemas que son difíciles de tratar. Entra a lo humano, a la piel. Me encantó la película y me parece maravillosa. Son temas que nos deben de preocupar. Hemos perdido la humanidad. La literatura ayuda a humanizar. Leí que los jóvenes ya no miran al cielo. Tenemos que detenernos y ver más. Mi novela es muy humana.

–¿Cómo absorber el lenguaje de una niña? Lo haces en un capítulo de Para servirle.

–Investigando. Tuve acceso a la investigación real. Hablé con muchos niños. Miraba su forma de expresarse. Muchas veces tratamos a los niños como tontos, pero no lo son. Tienen una gran capacidad. Niños ya pueden interpretar. Ese capítulo lo disfruté muchísimo.

–¿Cómo quedó México parado en Guatemala después de las negociaciones con Estados Unidos?

–Respeto la soberanía. Respeto las decisiones de cada país. Las decisiones son producto de presiones. Puedo hablar de mi país. Es el tema migratorio es una tragedia humana. Son problemas que no hemos sabido resolver. No podemos culpar a México y Estados Unidos. Guatemala no ha podido solucionar problemas de raíz. Cuidar las fronteras favorecerá al crimen organizado, que cobra para pasarte al otro lado. Si los problemas no se resuelven, las personas tendrán que irse de sus países. En la medida en que nos miremos como región, avanzaremos. Custodiando las fronteras, no se detendrá el flagelo. Las raíces se llaman hambre, violencia. Estoy segura del potencial que tiene Guatemala. Poner bases para detener el flujo migratorio es absurdo. Son soluciones que sólo llevan a más violencia y represión.

–¿Qué te da más miedo? ¿El lamento de los muertos o el lamento de los vivos?

–El lamento de los vivos. El lamento del hambre, el de la violencia. Te tiene que dar terror. Si nos indignamos, no lograremos un cambio. El temor debe convertirse en indignación para dar frente a los problemas. Los muertos dan miedo. Creo en todo. He visto muchas cosas. Pero definitivamente le tengo pánico al llanto del niño que está apresado en una frontera, a esas visiones oscuras que vivimos en estos momentos.

Carlos Vargas Sepúlveda
Periodista hecho en Polakas. Autor del libro Rostros en la oscuridad: El caso Ayotzinapa. Hace crónica del México violento de hoy. Ya concluyó siete maratones.
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