“Este es un país de desaparecidos, de cuerpos que no están para llorarlos, para saber que existieron, para darles sepultura. Ni vivos ni muertos. Aquí no hay nadie”, se lee en un extracto de Destierros, una novela de Gabriela Riveros en la que aborda las historias de Helena y Julia, dos mujeres que permiten ver la historia de México y sus problemas al paso de los años.
Ciudad de México, 12 de julio (SinEmbargo).– “Te ruego por mi niña, por mijita, para que vuelva pronto, por ella, Maripaz, por lo que más quieras, mi Señor, por favor, que ya no tarde”, implora puesta de rodillas frente a un montón de imágenes Helena Acosta Rodríguez, un personaje ficticio de Destierros, una novela de la escritora Gabriela Riveros en la que describe el México de los desaparecidos, de la inseguridad, de los migrantes, de la impunidad, de los ricos y pobres.
Destierros es la más reciente novela de Gabriela Riveros en la que narra las historias de dos personajes que representan dos méxicos: Helena, una mujer pobre, de campo, quien tiene dos hijos (uno con una discapacidad y una hija desaparecida). Mientras que Julia es de clase media, estudiada, una madre de cuatro hijos que abandonó su carrera de pianista.
Las historias de ambas mujeres se entrecruzan en el relato y llevan al lector a disfrutar no solo de las vidas personales de todos los personajes que aparecen en la novela, también de la historia de México y sus problemas al paso de los años.
La escritora Gabriela Riveros cuenta que Destierros es una novela que le llevó un proceso de creación de más de 20 años y se fue tejiendo para darle forma a los personajes.
“A fines de los 90 empecé con la idea de hacer una novela porque yo lo que escribía antes eran cuentos”, dice en entrevista la autora de Ciudad Mía, Ven por chile y sal, El encargo de Fernanda, Mi hermano Paco, entre otros. “Yo acababa de terminar mi segundo libro de cuentos y se me ocurrió que ahí había material para hacer una novela, estaba segura de que la protagonista tenía que se latinoamericana, que traería consigo el mundo de los rarámuris y que la novela tenía que ver también con el requiem de Mozart”.
Riveros, licenciada en Letras Españolas por el Tecnológico de Monterrey, describe en Destierros dos de las problemáticas más fuertes en México y las cuales han sacado a las calles a protestar a personas de todas las clases sociales: desapariciones y secuestros.
“Este es un país de desaparecidos, de cuerpos que no están para llorarlos, para saber que existieron, para darles sepultura. Ni vivos ni muertos. Aquí no hay nadie”, se lee en un extracto de Destierros en el que Helena busca desesperadamente a su hija desaparecida en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Para describir el tema de las desapariciones, que en México suman al menos 40 mil personas sin ser encontradas según cifras oficiales, Gabriela Riveros incluye en la novela el nombre de Voces sin Eco, un grupo de activistas quienes han sufrido la desaparición de familiares.
“Decidí nombrar a alguien que tuviera un ancla con la realidad, yo quería que fuera un grupo de la realidad porque la novela tiene este afán, por eso al principio está la hoja en blanco para llevar de la palabra al papel todos estos esfuerzos de personas que están silenciadas”, menciona la también profesora de Escritura Creativa del Tecnológico de Monterrey.
Gabriela cuenta a SinEmbargo que Destierros “es una novela de alguna manera hace una denuncia a este sistema de apariencias que obviamente también se da en el ámbito de la política, eso de dar un montón de discursos, pero luego México sigue con su misma miseria”.
También invita al público a leer su novela: “Destierros nació con un hermano mellizo que se titula En la orilla de las cosas, que es un libro de poesía publicado por Vaso Roto. Los invito a que me sigan en redes sociales y a que lean y disfruten este libro, que al final trae un QR en donde pueden sintonizar con su celular y escuchar la música con la que yo trabajé y lo disfruten”.
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–Destierros es una novela en la que está muy presente el papel de la mujer, de hecho las protagonistas son dos mujeres que parecen distintas por la diferencia de clases sociales y edades, pero que en el transcurso del texto descubres que hasta son parientes. ¿Qué te llevó a elegir a estos dos personajes como los protagonistas?
–Julia y Helena tienen muchos años rondándome, en realidad son estos fragmentos distintos que yo no sabía si iban a acabar en novelas distintas o en una misma, ya tienen años. Me encontré un video en 2012 en donde ya estoy leyendo lo que está en la plagian 287.
No es que yo haya planeado que iba a elegir a una mujer del campo de edad avanzada y luego a una mujer de clase media, en realidad no fueron elegidas así, aunque representan los destierros, por ejemplo, Julia representa los destierros personales, es decir, todas las cosas que se van quedando del lado conforme pasa la infancia, adolescencia, la edad madura, esas cosas pequeñas que a veces no hablamos y que definen hacia qué rumbo va nuestra vida como las culpas que cargamos de la infancia, los miedos que a veces no nos permiten hacer lo que queremos.
Por otro lado, Helena representa los destierros de la vida pública, del siglo XX mexicano. Por ejemplo, tú vas a ala escuela y aprendes la historia de Pancho Villa, pero en la historia de la familia de Helena está lo que la gente cuenta que él hizo, que para nada fue un héroe sino que cometió atrocidades como cuando juntaban a las muertes soldaderas y las mataban a todas sin importar que tuvieran niños. También vemos algunas escenas del 68, las familias delos migrantes, las muertas de Juárez, estas mujeres que están haciendo fila preguntando pro sus hijos y que luego las encuentran muertas.
Estos dos personajes casualmente representan muchos méxicos y américas latinas.
–La novela maneja un cruce de narrativas con varios periodos de tiempos donde describes tanto hechos históricos como problemáticas que vive actualmente México, especialmente las desapariciones de mujeres. ¿Por qué abordar el tema de las desapariciones?
–El proceso de escribir una novela tiene que ver con un tema intuitivo y una cosa te va llevando a la otra, por ejemplo, en el principio de la novela Helena está pidiendo que su hija vuelva y en ese momento no había pensado que Maripaz iba a ser una de las chicas desaparecidas en Juárez. No es que yo lo haya planeado sino que en algún momento amarre lo que tenía que suceder, en algún momento (de la historia) la hija se va a Chihuahua a ser la gerente de la maquila y estaba justo en la edad que tienen las víctimas desaparecidas.
Cuando estás escribiendo tomas elementos de la realidad y los entrelazas en la ficción y sin embargo no dejan de haber coincidencias. Por ejemplo, una coincidencia es que el personaje ya se llamaba Helena y cuando busca a su hija aparece el cuerpo en la granja Santa Helena y en la documentación sí aparece ahí el cuerpo. Todas esas coincidencias se aterrizan en la historia.
–En el texto hablas de Voces sin Eco, un grupo de activistas quienes han sufrido la desaparición de familiares. ¿Cómo fue el acercamiento con ellas y por qué decidiste incluirlas en la historia?
–En realidad fue investigando, decidí nombrar a alguien que tuviera un ancla con la realidad, pero no hay un motivo especial, yo quería que fuera un grupo de la realidad porque la novela tiene este afán, por eso al principio está la hoja en blanco para llevar de la palabra al papel todos estos esfuerzos de personas que están silenciadas.
–En Destierros también tratas otras problemáticas como la extorsión y secuestro, que son temas que les pega a la clase rica, ¿Tu intención fue enviar un mensaje de que en México la violencia alcanzó a todas las clases sociales o por qué abordar estos otros temas?
–Sí, y la clase alta está golpeada por todos lados porque Julia tiene sufrimientos emocionales. Este tejido social enfermo se da en lo físico, como cuando en la novela una muchacha quien tiene guaruras la secuestran, pero también hay sufrimientos emocionales cuando los personajes padecen porque no son capaces de decidir lo que habrían querido ser, porque se dejan llevar por el qué dirán o alguna culpa de la infancia.
–¿Cuánto tiempo te llevó escribir el libro y construir a los personajes?
–Fue un proceso de más de 20 años. A fines de los 90 empecé con la idea de hacer una novela porque yo lo que escribía antes eran cuentos –mi primer libro fue un libro de cuento y poesía que se llama Tiempos de Arcilla y tengo otros cuatro libros de cuentos para niños– sin embargo, a fines de los 90 yo estaba como estudiante en Francia y me tocaron los bombazos de los arquelinos, yo salí de una estación del metro y 20 minutos después estalló una bomba.
Entonces yo acababa de terminar mi segundo libro de cuentos y se me ocurrió que ahí había material para hacer una novela, estaba segura de que la protagonista tenía que se latinoamericana, que traería consigo el mundo de los rarámuris. La novela tenía que ver también con el requiem de Mozart.
Yo no soy una persona que planea sus novelas como un diagrama, fue un proceso intuitivo en el que escribí parte de los rarámuis , partes de Helena y de Julia. No fue sino hasta el 2013 que tomé los archivos que tenía escritos, pero no había todo esqueleto del accidente de una persona que cree que no murió y todo esto que le da sustento a la novela.
Entre 2013 y 2017 estuve trabajando, sin embargo, durante meses dejé la novela porque salió este otro libro que se llama En la orilla de las cosas, que primero pensé que iba a hacer un anexo de Destierros, pero finalmente es otra criatura, son mellizos, nacieron la misma semana.
–¿Qué mensaje intentas llevar con Destierros?
–Cuando uno escribe un libro de literatura no tiene una intención consciente ni trabaja uno esa intención directa, sin embargo, las intenciones las descubre en una segunda lectura tratando de pensar que uno no escribió el libro, y es entonces que me doy cuenta que este libro lo que ha ido haciendo es alumbrar aquellas cosas de las que no se quiere hablar, de la vida privada, pública, lo silenciado. Esta idea que también tiene que ver con la música donde importa el sonido, pero el cual no tendría una belleza sino fuera acompañado de silencios.
Creo que yo no busqué una intención, pero viéndola de lejos el mensaje es iluminar eso que ha quedado silenciado porque el vivir en un sistema de vida silenciado nos lleva a unas vidas de falsas apariencias, de soledad, aunque no escribí esta novela pensando en eso, esto lo encontré después.
También me doy cuenta que este libro ofrece una posibilidad de redención porque hay una transformación de los personajes y esto tiene que ver con el espacio poético de gozo y libertad que tiene la música.
–Julia y Helena tienen algo de Gabriela Riveros, ¿con cuál te identificarías más?
–Decía un profesor que los personajes son egos experimentales del autor, entonces yo pienso que la obra es ficción y no debiera interpretarse con cosas autobiográficas, pero definitivamente durante algunas partes del relato sí retomo cosas que escuché, viví, lugares donde estuvo. Por ejemplo, la Casona que se describe en la primera parte de la novela es la casa de mis abuelos en Jiménez, Chihuahua, vas echando recursos que te son cercanos. Yo en realidad tengo un hermano que nació con una enfermedad y eso también se refleja, entonces hay cosas que me son cercanas y hay otras que las inventé porque la novela tiene que funcionar con su universo propio.
–Destierros tiene una parte política cuando los personajes hacen una crítica hacia los gobiernos, ¿tú qué piensas acerca de los gobiernos que han estado al frente de México?
–En la novela el personaje que menciona más esta parte es Julia porque ella nace en los años 70 y cuando se habla de las carreteras siempre se hace la alusión del aislamiento del campo y la ciudad. En el libro hay un dolor hacia la vida pública, por ejemplo, hay una oración en la novela que pronuncia Helena: “Todas las revoluciones mexicanas han fracasado”, y esto es algo que nos duele a todos.
La novela de alguna manera hace una denuncia a este sistema de apariencias que obviamente también se da en el ámbito de la política, eso de dar un montón de discursos, pero luego México sigue con su misma miseria, no quiero yo directamente apuntar o señalar a alguien, pero sí hay una denuncia de cómo hemos construido estos proyectos de nación, estos proyectos sociales, así como los proyectos internos.