Para luchar contra la desinformación a través de Internet, el equipo de investigación de desarrolló un mapa que muestra la interrelación de grupos antivacunas con provacunas e indecisos que permite identificar a las comunidades que extienden este contenido.
Londres, 13 de mayo (EFE).- Las comunidades de la red social Facebook que ponen en duda los criterios sanitarios establecidos son más eficaces que las fuentes oficiales a la hora de llegar a grupos de "indecisos" y crear un vínculo con ellos, según un estudio publicado este miércoles en la revista Nature.
Investigadores de la Universidad George Washington, situada en la capital de Estados Unidos, señalan que esta desconfianza en los tratamientos habituales podría poner en riesgo los esfuerzos de la salud pública para proteger a los ciudadanos de la COVID-19 y de futuras pandemias mediante las vacunas.
El profesor Neil Johnson, cabeza del estudio y asociado al Instituto para Datos, Democracia y Política de la facultad, afirma que existe una "nueva guerra mundial en línea" en torno a la confianza en el sistema sanitario y el conocimiento científico.
Para luchar contra la desinformación a través de Internet, el equipo de investigación de Johnson desarrolló un mapa que muestra la interrelación de grupos antivacunas con provacunas e indecisos y que permite identificar clústeres y neutralizar a las comunidades que diseminan este tipo de contenido "tan dañino para la población".
Los datos provienen de las conversaciones sobre vacunas de 100 millones de personas en la red social Facebook durante el brote de sarampión de 2019.
Aunque había menos individuos en contra que a favor de este tipo de tratamientos, las comunidades antivacunas triplicaban a las provacunas y tenían una mayor capacidad para relacionarse con los indecisos, quienes, lejos de ser observadores pasivos, participaban activamente en el debate.
Mientras científicos de todo el mundo tratan de desarrollar una vacuna para el coronavirus, las redes sociales juegan un papel clave en la difusión de información -y desinformación-, lo que tiene consecuencias importantes sobre la salud pública.
"Creíamos que habría instituciones sanitarias en el centro de esta batalla en la red, pero están combatiendo la desinformación en el lugar equivocado", sentencia Johnson.