El aumento de casos de COVID-19 en la India le ha posicionado en el segundo puesto a nivel global con mayor cantidad de casos totales de la enfermedad. Ante esta situación y debido a la falta de vacunas, el país ha optado por atender la demanda interna, sin embargo, al tratarse de un productor clave de vacunas anticovid, el retraso en las entregas ya comienza a hacer estragos en el mundo.
Por Sheikh Saaliq y Aniruddha Ghosal
NUEVA DELHI, 13 de abril (AP) — La ciudad india de Pune se está quedando sin respiradores, mientras los pacientes de coronavirus abarrotan sus hospitales. Los medios sociales están llenos de gente que busca camas libres mientras los familiares de los pacientes recorren las farmacias buscando medicamentos antivirales agotados hace mucho en los hospitales.
El repunte, perceptible en todo el país, es especialmente alarmante porque India es un importante productor de vacunas y un proveedor clave de la iniciativa Covax respaldada por Naciones Unidas. Ese programa aspira a llevar vacunas a algunos de los países más pobres del mundo. El aumento de los contagios ya ha obligado a India a centrarse en la demanda interna y demorar las entregas a Covax y otros destinatarios, como Gran Bretaña y Canadá.
La decisión de India “supone que queda muy poco, si es que hay algo, para Covax y todos los demás”, dijo Brook Baker, experto en vacunas de la Universidad del Noroeste.
Pune es la ciudad más afectada de India, pero hay otras grandes metrópolis en crisis mientras los contagios diarios baten récords, y los expertos señalan que los errores derivados de la creencia de que la pandemia se había terminado están pasando factura al país.
El descenso de los contagios en India el pasado septiembre hizo pensar a muchos que lo peor había pasado. Se abandonaron las mascarillas y el distanciamiento social, y el Gobierno daba mensajes contradictorios sobre el nivel de riesgo. Cuando los casos volvieron a subir en febrero, las autoridades tardaron en reaccionar.
“Nadie adoptó una perspectiva de la pandemia en el largo plazo”, dijo la doctora Vineeta Bal, que estudia sistemas inmunológicos en el Instituto Indio de Investigación y Educación Científica, en Pune. Por ejemplo, señaló, se crearon centros médicos temporales en lugar de reforzar los hospitales que ya existían. Las autoridades locales estaban reabriendo uno de esos centros improvisados, que el año pasado resultó crucial en la lucha contra el virus.
India no está sola. Muchos países europeos que vieron caer los casos sufren repuntes, y las tasas de contagio suben en todos los rincones del mundo debido en parte a las nuevas variantes del virus.
Durante la última semana, India tuvo una media de más de 130 mil casos diarios. Ya suma 13.5 millones de casos desde el inicio de la pandemia, con lo que adelanta a Brasil y queda en el segundo puesto global, sólo por detrás de Estados Unidos, aunque esos dos países tienen poblaciones mucho más pequeñas. También han aumentado las muertes, que ya superan las 170 mil personas. Sin embargo, los expertos creen que probablemente esas cifras están por debajo de la realidad.
Casi todos los estados muestran un aumento de los contagios, y Pune -con cuatro millones de habitantes- tenía el lunes 28 respiradores libres para sus más de 110 mil pacientes de COVID-19.
El país afronta ahora el enorme desafío de vacunar a millones de personas, al tiempo que rastrea las decenas de miles de contagios diarios y evita que el sistema de salud se derrumbe.
Dilnaz Boga ha entrado y salido de hospitales en los últimos meses para visitar a un pariente enfermo y vio de primera mano el cambio cuando los casos empezaron a crecer. De pronto no había camas libres. Las enfermeras pedían a los visitantes que tuvieran cuidado. Aparecieron carteles por todas partes que pedían un uso correcto de la mascarilla.
Este mes, Boga y su madre, de 80 años, dieron positivo. Los médicos propusieron hospitalizar a su madre, pero en un principio no había camas disponibles. Ambas se están recuperando ya.
Para aumentar las preocupaciones, el programa indio de vacunación podría afrontar dificultades. Varios estados del país han reportado falta de dosis, aunque el Gobierno federal insiste en que hay reservas suficientes.
Tras un lento inicio, India adelantó hace poco a Estados Unidos en el número de inyecciones que pone al día, y ya tiene una media de 3.6 millones. Pero tiene cuatro veces más población y ha empezado más tarde, de modo que apenas el siete por ciento de su población ha recibido al menos una dosis.
Los expertos sospechan que la causa más probable tras el nuevo auge de contagios es la presencia de variantes más infecciosas. Las autoridades sanitarias confirmaron el mes pasado que el 80 por ciento de los casos nuevos en el estado norteño de Punjab se debían a la versión del virus identificada primero en Gran Bretaña. También hay una creciente preocupación sobre otra variante nueva detectada primero en la misma India.
India tiene que vacunar más rápido y aumentar las medidas dirigidas a combatir la expansión del virus, dijo Krishna Udayakumar, director fundador del Centro Duke de Innovación de Salud Global en la Universidad de Duke. “Los próximos meses en India son extremadamente peligrosos”.
Sin embargo, algunos señalan que los mensajes contradictorios del Gobierno no han comunicado ese riesgo.
“La imagen es muy importante, y estamos fallando por completo”, dijo el doctor Shahid Jameel, que estudia virus en la Universidad india de Ashoka.
Docenas de ciudades y pueblos han impuesto restricciones parciales y toques de queda nocturnos para combatir los contagios, pero el Primer Ministro, Narendra Modi, ha descartado la posibilidad de otra cuarentena nacional. También rechazó las peticiones de los estados de ofrecer vacunas a personas jóvenes.