Author image

Fabrizio Mejía Madrid

13/03/2024 - 12:05 am

Ay, Cayetana

Como te decía, Cayetana, aquí se hizo una “guerra contra el crimen organizado” que disparó en 200 por ciento los homicidios. Ya probamos a tus políticos “valientes”.

En octubre del año pasado, durante el encuentro de la derecha fascista en Madrid en el que participaron Felipe Calderón y José María Aznar, auspiciados por Atlas Network y la Fundación para la Libertad de Mario Vargas Llosa, Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, Marquesa de Casa Fuerte y diputada del Partido Popular español, dijo: “el populismo enfrenta a españoles e hispanoamericanos y derriba estatuas. Estoy pensando en AMLO que para escurrir su responsabilidad en el auge de la violencia y la inseguridad del narco, culpa a los españoles de hace 500 años”. Cayetana acusó a López Obrador de ser “separatista”, como si fuera catalán o vasco, porque divide a la “iberósfera”, geografía que sólo los españoles monárquicos creen que existe. Pero Cayetana fue más lejos: convocó a los españoles a “no tener pudor a que nos digan injerencistas” y habló de que —cito— “la Razón necesita representación”.

Nunca pensé que ella misma, Cayetana, viniera a encabezar el injerencismo español en su “iberdrósfera”, pero lo hizo auspiaciada por el dueño de Tv Azteca, Salinas Pliego, y lo que queda de la Ciudad de las Ideas del violador de, al menos 11 mujeres, Andrés Roemer, detenido ahora en Israel. Para ser un espacio de los “libertarios” que no creen en el Estado, la Ciudad de las Ideas se mantuvo con presupuesto público regalado por Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, el entonces gobernador de Puebla, Moreno Valle, y Miguel Ángel Mancera de la ciudad de México. Un total de 582 millones de pesos se tiraron ahí. Ahora, quién sabe qué instancia pagó el desembarco de Cayetana.

Presentada como “una de las intelectuales más sagaces de Iberoamérica”, Cayetana inició su discurso asegurando que el populismo destruye la política “desde adentro” y citó como ejemplo el “el estallido de la violencia que liquidó la Constitución en Chile”. Quizás Cayetana no se enteró que a la Constitución chilena nadie la “liquidó” sino que sigue vigente la de Pinochet, —que a ella le debe gustar— a partir de que los votantes rechazaron tanto la de la izquierda como la de la derecha. Sin explicar en qué consistiría una similitud entre ambos procesos, el de la Constitución chilena que ella cree que se “liquidó” y las mañaneras de Andrés Manuel, la sagaz intelectual iberoamericana: “en las mañaneras juega peligrosamente al divide y vencerás”. Aquí hago un primer alto. No son las mañaneras, Cayetana, sino la política toda la que está hecha de un nosotros y un ellos. Toda política divide y aspira a vencer porque pone en juego nuestras diferencias, desigualdades, y conflictos. Las hace públicas. Si todo fuera armonía y unidad no existiría la política, como no existió cuando el PRI prohibió la existencia de la izquierda para participar en elecciones o cuando tu dictador por la Gracia de Dios, Francisco Franco los masacró por pensar distinto. Tú misma, Cayetana, estás dividiendo entre los que comulgan con tu idea de que sólo hay una sola política y es la libertaria.

Pero sigue Cayetana: “Es fácil detectar a un populista. Su fin es el poder absoluto y su medio la polarización”. Quién sabe a qué te refieres. Porque, entonces, Francisco Franco, Pinochet, y hasta tus reyes en España serían populistas porque tuvieron el poder absoluto, sin elecciones, sin disenso público, sólo en privado. Pero sigues, Cayetana, de frente y dices: “En realidad, el populismo está al alcance de cualquiera. Basta plantarse ante una cámara y enardecer a las masas. Tocar una fibra sentimental, pulsar las bajas pasiones, la envidia, el odio, el rencor, denunciar el infierno en la tierra o prometer el asalto a los cielos. Señalar a un enemigo fácil: la casta, el capitalismo, la oligarquía, Washington, los españoles. Hasta yo podría serlo. Soy casi tan criolla como AMLO”. De nuevo, Cayetana, ignoras que las emociones son parte fundamental de la vida política. Hay miedo, como el que siempre quiere imponernos la derecha. Hay esperanza. Hay confianza. Hay indignación. Hay fracaso. Hay orgullo. De hecho, en España acaba de aparecer el Atlas de las emociones políticas y trae 46 emociones posibles. Deberías de echarle un ojo. Ahora, en cuanto, a que toda persona con una cámara puede ser un populista si define públicamente a su enemigo, eso es consustancial a la política: no existirían el antagonismo social si no existiera, primero, una exclusión. De ahí que la palabra “pueblo” signifique a los de abajo, los humillados, los ninguneados, los excluidos siquiera de tener un nombre. Tú eliges para ti misma una categoría: te dices criolla, aunque seas española y marquesa de no sé cuántos.

Sigues, Cayetana: “El populismo, queridos amigos, es el atajo de los mediocres. Para movilizar con la razón hay que valer. Qué infrecuente pero qué maravilla cuando de pronto surge un político capaz de hilvanar razones y argumentos, de forma adulta, seria, contenida, cuidando las palabras, sin trampas retóricas ni concesionesa la demagogia. Un discurso poderoso en forma y fondo en el que brillan la belleza y la verdad. En ese instante mágico, el debate se eleva. El auditorio queda envuelto en un silencio respetuoso y reverencial. La política recupera su sentido y su dignidad y, con ellas, el aprecio de sus ciudadanos”. Aquí Cayetana, exhibes muy a tu pesar dos prejuicios: que existen seres humanos superiores y, por tanto, hay mediocres y talentosos. Lo puedes creer en privado pero es estúpido hacer política con eso porque acabas humillando a los que se supone que son iguales en una democracia. Después, te abrogas el privilegio único de ser una persona de razón y, por lo tanto, los demás no lo son. Haz de saber que las emociones y la racionalidad en política son dos caras del mismo acto de nombrar. Por ejemplo, el orgullo de reconocerse “pueblo”, esa palabreja que a ti te parece denigrante, es un llamado también a la acción y no es más o menos importante que el juicio crítico. No, Cayetana, en política los afectos y las propuestas están hilvanadas. Cuando las separas, te equivocas de ámbito. Es en la ciencia en la que están separadas, aunque los matemáticos sienten un placer por resolver ecuaciones. Esa “razón” a la que haces referencia, la que hace a un auditorio reverenciar a un ponente, es la de la academia, los tecnócratas, pero aplicada a la política, esa meritocracia te lleva, por ejemplo, al Fobaproa, a la crisis de 2008 o a Los Indignados en el caso español.

Sigue Cayetana: “Los burros de Troya de la democracia cabalgan a lomo de la ignorancia y la polarización”. De nuevo, Cayetana, la metáfora de los burros es fallida y supones algo que no es ni siquiera cierto para tus admirados liberales: no existe tal cosa como “saber más de política”. La esfera pública no es de los expertos. Es el juicio de los ciudadanos sobre su propia experiencia colectiva y que permite que el pueblo se autogobierne, que decida. Si no fuera así, nos gobernarían sólo los expertos y no existiría la política y mucho menos la democracia. O sería un referéndum a favor de lo que opinan los que sí saben. Es, me parece, una perspectiva aristocrática de lo que es la política. Bueno, pero tú eres marquesa de algo. Dices, Cayetana: “Se disfrazan de demócratas para reventar la democracia desde el interior. Convocan elecciones, sí, pero luego las amañan, compran votos y esas cosas. Aceptan que exista algo llamado oposición, algo llamado poder legislativo, y algo llamado poder judicial pero luego los maniatan, los someten y los ocupan”. Bueno, eso Cayetana sucedió con el PRI. Uno de tus amigos de la Fundación de Vargas Llosa, Ernesto Zedillo, jubiló a 26 ministros que integraban la Suprema Corte de Justicia por decreto, un primero de enero de 1995. Así que, si te hacemos caso, Zedillo era bien populista.   Dices, Cayetana: “Por cierto, qué emocionantes las marchas mexicanas en defensa del Instituto Nacional Electoral. Ese es el camino de la militancia democrática. El de la movilización, el coraje y la capacidad de desafío”. Justo aquí desconoces la realidad mexicana así como la chilena: esas marchas fueron resultado de un engaño, de la ignorancia que tanto criticas, y de la polarización aplicada a todos los que creyeron que al INE se le iba a desaparecer y no los salarios de su burocracia de élite.

“México”, sigue Cayetana, “esta nación admirable, esta potencia económica y cultural impresionante, está siendo tomada por el crimen organizado con la complacencia de quienes debieran defenderlo. Abrazos, no balazos. O, más bien abrazos a los que dan balazos. El eslogan es bonito pero el resultado es catastrófico. Catastrófico para la democracia y, sobre todo, para los jóvenes. Miles de jóvenes mexicanos están matando y muriendo. Están viendo truncadas sus vidas en los cementerios y en los sórdidos pliegues del hampa. Y esto no es resonsabilidad sólo de los criminales. También lo es y principalmente de quienes diseñan y aplican las políticas de seguridad. Cuando un Gobierno no aprecia o menosprecia la ley, cuando un Gobierno decide acunar amablemente la delincuencia, cuando un Gobierno traslada la falacia de que las cárceles son bastiones de una cultura autoritaria, y represiva, cuando un Gobierno permite a los criminales quedar impunes o, incluso, en algunos casos, pacta con ellos, el crimen avanza, prospera, se adueña de las instituciones, atrae nuevas vocaciones, se convierte en un atajo para jóvenes extraviados, en un atajo hacia el abismo. Llaman política del abrazo lo que no es más que una mezcla letal de incapacidad y connivencia y, además dicen que no hay alternativa, y yo quiero decir que sí la hay”. Te he dejado extenderte, Cayetana, en la política de seguridad mexicana porque tu desconocimiento es apabullante. Para empezar, aquí nadie abraza delincuentes que tiran balazos. Los delitos de alto impacto, como secuestro y robo con violencia, han bajado más del 70%. Y los homicidios, que parecem para la derecha la única forma de la violencia, y no la pobreza o la desigualdad de derechos, han bajado 20%. Así que desconoces cuáles son los abrazos del eslogan que te parece tan bonito: son los programas sociales, las becas para jóvenes que estudian y trabajan como aprendices. Felipe Calderón, al que tu Fundación recibe a cada rato para que debraye sobre seguridad, tuvo un secretario, Genaro García Luna, que está preso en Estados Unidos por ser cómplice del Chapo Guzmán. Así que, no nos vengas a decir lo que es la ley.

Por cierto, nadie dice en México que las cárceles desaparezcan. A lo mejor eso es una discusión europea. Lo que decimos aquí es que se privatizaron y que hasta los medios de comunicación son accionistas. Lo que decimos es que los delincuentes se escapan de las cárceles, como las dos veces del Chapo Guzmán. Lo que decimos es que el sistema judicial los libera, los ampara, los protege. No te confundas. Aquí el único que “acunó” delincuentes fue Calderón que hasta tenía al General Acosta Chaparro para negociar acuerdos mafiosos.

Sigues, Cayetana: “México no está condenado a sufrir más de 30 mil asesinatos al año. México no está condenado a ser el cortijo de los cárteles, México no está condenado a mutar en un narcoestado o algo parecido. El crimen organizado sí puede ser derrotado. Sólo hacen falta dos cosas: políticos valientes y jóvenes rebeldes. Rebeldes sí. Jóveens mexicanos: rebélense frente a la violencia. Exjan a sus gobiernos instituciones limpias, y calles seguras, reclamen la máxima contundencia con las mafias y los cárteles. No permitan que nadie por incompetencia o interés destruya la democracia que sus padres con tanto esfuerzo les legaron. Sin seguridad no hay libertad ni bienestar. Ni prosperidad ni presente ni futuro ni nada”. Como te decía, Cayetana, aquí se hizo una “guerra contra el crimen organizado” que disparó en 200 por ciento los homicidios. Ya probamos a tus políticos “valientes”.

Sigues, Cayetana: “Las élites económicas tiene también una grave responsabilidad en la deriva autoritaria en América Latina. Aquí también hay empresarios que han mirado para otro lado, y que han hecho negocio con la erosión de la democracia. Pienso en el advenimiento de Hugo Chávez en su día, en la insólita continuidad de Nicolás Maduro y también en la impunidad política y moral de la que todavía disfruta López Obrador”. Aquí sí, no entiendo. ¿Qué es impunidad moral? Eso no existe, Cayetana, aunque suene muy “bonito”, como dices. Y llamas “impunidad política” a un nivel de aprobación del Presidente López Obrador de 8 de cada 10 personas, de acuerdo a la encuesta del Pew Center de los Estados Unidos.

“No se tomen mis palabras como un yo acuso, sino al revés. Es un yo animo. Yo animo a los empresarios mexicanos a seguir el ejemplo de los que sí alzan la voz. Porque también los hay. Sin ir más lejos, nuestro anfitrión, Ricardo salinas Pliego”. Aquí tendrías que saber que Salinas Pliego es dueño de una televisora que le regaló el presidente Salinas de Gortari y su hermano, Raúl,  y que actualmente debe 2 mil millones de pesos al fisco.

Luego cierras con broche de oro, haciendo campaña electoral abiertamente: “Aprovecho para enviar un saludo cordial, con admiración, a una mujer que no tiene miedo. Que tiene un proyecto en las antípodas del populismo. Un proyecto de unir para vencer y vencer para unir. Que es Xóchitl Gálvez. Lo que pido a los empresarios es que inviertan en la democracia mexicana. No hay inversión más segura ni a medio y largo plazo más rentable. Es una de las lecciones (chiflidos). Se que hay gente que discrepa y es buenísimo. Lo moral es lo eficaz y el orden liberal es una delicada mezcla de inteligencia, humanidad y valentía. Y su defensa exige sacrificios a los que nuestra generación no está acostumbrada. Pero no hay una alternativa. Fuera del orden liberal sólo hay fuerza y violencia, decadencia y degradación”, Lo bueno es que Cayetana empezó criticando la “piolarización”. Ahora resulta que no hay más ruta que la suya. “Son tiempos decisivos —sigue diciendo—. No se distraigan ni se resignen. El pesimismo es el principal aliado del populismo la resignación te lleva a aceptar lo inaceptable, desde la falsa premisa de que no hay alternativa. México la tiene, hay esperanzas, exijan elecciones limpias. Voten con visión y con valor. Defiendan su democracia. Asuman su responsabilidad. Sean adultos. Sean audaces. Sean patriotas. Sean mexicanos en el sentido más exacto de la palabra, es decir, ciudadanos. En esa apasionante tarea contarán siempre con una aliada española. En la delicada penumbra de los archivos mexicanos se aprendió hace ya mucho tiempo a caminar sola y desde entonces no ha dejado de navegar contra la corriente, como el salmón río arriba, siempre río arriba”. La última frase no la entendí. ¿Quién aprendió a caminar en la penumbra de los archivos? ¿Por qué hay penumbra en los archivos?

Ay, Cayetana.

Fabrizio Mejía Madrid
Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas