Melvin Cantarell Gamboa
13/03/2024 - 12:05 am
Los medios, los mensajeros y la candidata X
Perdemos el tiempo leyendo y tomando en serio noticias falsas o escuchando a sujetos que son simples y mendaces turiferarios al servicio de sus patrones; contestar sus infundios, embustes, invenciones y ficciones solo hace crecer su cotización en el mercado de la corrupción.
«Vivimos una era de mentiras, manipulación y engaño ¿Acaso la verdad importa ya?» —Katharine Viner. Cómo la tecnología destruyó la verdad. The Guardian. 2016.
Decenas de millones de mensajes difundidos por X, Facebook, TikTok, Instagram, WhatsApp, radio, tv y prensa nos bombardean desde el primero de marzo. Por estos medios los partidos políticos y candidatos pugnarán por moldear y dirigir la opinión pública y el voto ciudadano en su favor en las próximas elecciones del 2 de junio. ¡Cuántas mentiras, ficciones y falsedades se dirán en el intento de otorgar credibilidad y ganar la confianza del ciudadano hacia los aspirantes a ocupar un puesto público!
Los medios transmiten mensajes sin importar su contenido, no obstante, al hacer posible la comunicación entre los miembros de una sociedad generan una relación simbiótica entre el emisor y el receptor que tendrá efectos importantes en la conducta electoral de los ciudadanos. Esto lo saben sus propietarios que aprovechan este poder para influir en los procesos electorales y modificar las preferencias ciudadanas en el sentido de sus objetivos e intereses, ya que la comunicación, en tanto intercambio de información, conocimientos y saberes entre seres humanos, metamorfoseada en propaganda es capaz de hacer del engaño y la mentira una creencia compartida en el colectivo humano; cierto, el engaño no sería nada sin la disponibilidad de algunos grupos humanos a ser engañados; desafortunadamente, una gran parte de la población no está inoculada para evitar ser víctima de este virus.
En consecuencia, al ser las tecnologías de la información monopolizadas por las élites del dinero, estas tendrán todas las ventajas en los usos que puede dárseles para orientar en su favor las preferencias políticas; las élites pueden, inclusive, no ser sus propietarios pero está a su alcance adquirir sus servicios con fines infames: gestionar, facilitar y, de esta manera proteger su riqueza, controlar y someter a la ciudadanía, a la clase política, las autoridades gubernamentales, el poder judicial, etc. a sus objetivos como clase dirigente.
En la sociedad global, y en países como el nuestro, el control y la capacidad que tiene la élite empresarial para comprar voluntades, ideólogos y estrategas políticos expertos en crear vínculos entre candidatos y ciudadanos son descomunales. En México, los inmensamente ricos, sus corporaciones, consejos empresariales y organismos patronales están invirtiendo enormes recursos económicos para imponer un gobierno de derecha que represente su visión político-económica neoliberal y cambie las actuales tendencias sociales que reivindican derechos legítimos de los más pobres. Valiéndose de los mass media y apoyándose en profesionales de la política esta élite busca desesperadamente en diez semanas el control psicológico de las masas explotando sus sentimientos, emociones, creencias, miedos y valores para materializar sus planes.
Hasta el momento sus intenciones se han visto frustradas; sin embargo, no estaría de más que los ciudadanos fuéramos más atentos y observadores acerca del contenido de los mensajes que nos están apabullando. Hacerlo es importante si deseamos evitar o, por lo menos disminuir sus efectos; por lo que me permito hacer las siguientes recomendaciones para no ser infiltrados por esta propaganda: identificar el origen de la información, medir la calidad y la intención de los adjetivos que se emplean, si son ofensivos, insultantes o inciten al odio, desprecio o duden de su veracidad; si son videos o imágenes analizar si corresponden a la fecha y el lugar mencionados y, segundo, preguntarse quién genera la noticia y para qué. Normalmente estos contenidos son noticias y opiniones prefabricadas; fake news, información manipulada, suplantación de fuentes genuinas, conexión falsa en que los titulares dicen una cosa y el cuerpo de la noticia otra, imágenes o leyendas que no coinciden ni confirman el contenido del texto o los bots que están saturando los medios y las redes sociales con la intención de provocar miedo, incertidumbre, dudas, temores y, de esta manera, influir y sacar provecho.
Por otro lado, es importante al poner en práctica estas medidas preventivas identificar la no correspondencia entre los contenidos propagandísticos de los mensajes y nuestros intereses como pueblo. En primer lugar, los hombres del dinero, los dirigentes políticos y los poderes fácticos son ajenos a lo que es conveniente para los desposeídos y marginados por el sistema; segundo, solo están a la espera del momento oportuno y favorable para imponer un gobierno títere que favorezca sus fines de lucro; esto último es importante, el peligro real que pende sobre el futuro de México y amenaza con frenar la construcción de un país más justo es la posibilidad de que vuelvan a fusionarse, para nuestra desgracia, el poder económico y el político, como sucedió con fatales consecuencias para la clase trabajadora y los más pobres, durante los pasados 36 años de gobiernos neoliberales y, lo peor, de asumir de nuevo la derecha el control del país, sin el contrapeso de una colectividad organizada políticamente, su prepotencia no tendría límites.
Perdemos el tiempo leyendo y tomando en serio noticias falsas o escuchando a sujetos que son simples y mendaces turiferarios al servicio de sus patrones; contestar sus infundios, embustes, invenciones y ficciones solo hace crecer su cotización en el mercado de la corrupción. A quienes hay que denunciar y combatir es a los que mueven la cuna: las élites económicas, empresarios, dueños de medios, corporaciones y organizaciones no gubernamentales, estos son los verdaderos enemigos.
Confrontando al mensajero, al subalterno arrogante, al sembrador de inquinas, resentimiento y odio no se eliminan las causas que distorsionan y ponen en peligro el actual proceso democrático. Con tristeza veo que se derraman energías, palabras y tinta en las estupideces que a diario comete la candidata de la derecha; recibe más atención su estulticia que las cualidades que a diario le inventan sus apologistas, que jamás podrán construir con su persona una figura aceptable. Sus defensores y promotores lo saben, pero cuando el dinero manda, no importa hacer el papel de tontos útiles que, en las actuales circunstancias, estos encomiables vindicadores cumplen de manera cabal y sin hacer gestos.
La señora X quizá ignora su propia estupidez o no se ha dado cuenta de sus innumerables torpezas, pero durante sus intervenciones se muestra vacía de ideas, fatua, necia, de inteligencia menguada y pocas luces. Lo dicho no son meros adjetivos, en sus presentaciones y con sus acciones revela que es incapaz de usar el cerebro como órgano razonante, lo que explica que sus posicionamientos se traduzcan en mero alboroto, ofensas y valentonadas. Según Paul Tabori (Historia de la estupidez humana. Editorial Siglo XX) los estúpidos, en su afán de poder, pierden capacidad de juicio y, en el despliegue de su ambición, hacen asociaciones torpes, muestran mala memoria, simplicidad, megalomanía, vanidad, temeridad y egotismo, pero se aguantan con obstinación y firmeza, aunque sobrevivan esforzándose en un continuo reordenamiento de sus mentiras y falsedades, sin embargo, como seguramente será el caso, olvidan que el fracaso es el destino del impostor.
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