Los cuatro estadounidenses secuestrados en México el pasado 3 de marzo fueron identificados, mientras el FBI, los socios federales y las autoridades locales continúan investigando, quienes señalan que miembros del Cártel del Golfo estarían detrás de la agresión y posterior desaparición.
Por Parker Asmann
Ciudad de México, 13 de marzo (InSight Crime).– Una facción de una de las organizaciones criminales más veteranas de México está haciendo control de daños con lo que podría llamarse una campaña de relaciones públicas tras el secuestro y asesinato de varios ciudadanos estadounidenses, por temor a una ofensiva amplia.
El 9 de marzo, presuntos integrantes de los Escorpiones, una facción del Cartel del Golfo, dejaron una carta de disculpas y entregaron a cinco personas que señalaron como los responsables del secuestro, el 3 de marzo, de cuatro estadounidenses en la ciudad fronteriza de Matamoros, Tamaulipas.
Los autores del mensaje sostuvieron que las cinco personas “actuaron por su cuenta” y “contra” las normas del grupo, que según ellos incluye el respeto por la integridad de personas inocentes.
Los fiscales del estado de Tamaulipas dijeron en un comunicado de prensa del 10 de marzo que los funcionarios habían encontrado “pruebas de su probable participación” en los secuestros y asesinatos, aunque la única evidencia aparente provino de declaraciones que hicieron. Los videos de vigilancia del secuestro parecen mostrar al menos a un involucrado que no hace parte del grupo entregado a la policía.
Los gobiernos de Estados Unidos y México se movilizaron con prontitud para ubicar a las víctimas, quienes al parecer viajaron desde Carolina del Sur en busca de un procedimiento médico en México. Hombres armados mataron a dos de ellos y a una mexicana en el ataque, mientras que las autoridades localizaron a las otras dos víctimas en una choza de madera en la periferia de la ciudad cuatro días después.
Tras el suceso, varios legisladores estadounidenses pidieron clasificar a las organizaciones criminales mexicanas como organizaciones terroristas extranjeras, lo que autoriza el uso de la fuerza militar estadounidense contra ellos.
Desaparecen 4 ciudadanos de Estados Unidos en #Matamoros, Tamaulipas
Las autoridades estadounidenses informaron que trabajan en conjunto con las autoridades mexicanas para localizarlos y presentar a los responsables ante la justicia. pic.twitter.com/1SV2EJxA5Y
— Ruido en la Red (@RuidoEnLaRed) March 6, 2023
“Vamos a desatar la furia y el poderío de Estados Unidos contra esos carteles”, declaró el senador estadounidense Lindsey Graham, republicano de Carolina del Sur.
ANÁLISIS DE INSIGHT CRIME
El Cartel del Golfo no es el primero ni será el último grupo criminal mexicano que pide perdón tras un despliegue de violencia que pueda tener repercusiones amplias. Pero la afirmación de que el grupo tiene reglas internas que respetan vidas inocentes contrasta marcadamente con la realidad.
En junio de 2021, por ejemplo, las facciones de los Escorpiones y los Ciclones del Cartel del Golfo fueron señalados como responsables de una masacre en pleno día sobre la población de Reynosa, a menos de 100 kilómetros al oeste de Matamoros. El tiroteo indiscriminado dejó por lo menos 19 personas muertas, entre quienes se contaban tenderos, taxistas, estudiantes, entre otros.
La violencia derivada del crimen organizado en Tamaulipas también ha cobrado un número indeterminado de otras vidas inocentes. El más sonado fue cuando hombres armados secuestraron y asesinaron a 265 migrantes indocumentados en dos hechos aparte en 2010 y 2011 en San Fernando. Las masacres tuvieron que ver con lo que en esa época era la escalada de un conflicto entre el Cartel del Golfo y los Zetas, el antiguo brazo armado del Cartel del Golfo, responsable de la masacre de los migrantes tras la escisión de ambos grupos.
No hubo disculpa ni súplica de perdón tras la matanza de esos migrantes o de los ciudadanos abatidos en Reynosa. Las recientes acciones del Cartel del Golfo dejan en claro que el grupo solo está tratando de salvarse de lo que más temen: un ataque frontal dirigido por el gobierno estadounidense y la policía y el ejército mexicano.
A fin de cuentas, más que un acto de buena fe, la “disculpa” del Cartel del Golfo no debe verse más que como un acto calculado de autopreservación.