En México, el área de bosques que reciben monarcas aumentó un 144 por ciento entre el 2017 y el 2018, para llegar a casi 6 hectáreas, de acuerdo con la organización World Wildlife Fund de México y sus socios. Los investigadores detectaron ocho colonias adentro de la Reserva de la Biosfera Santuario Mariposa Monarca y seis afuera. La colonia más grande abarcaba poco más de 2.5 hectáreas de bosques.
Por Kim Curtis
Santuario Cerro Pelón, México, 13 de marzo (AP).- A medida que el grupo avanzaba por un sendero de montaña hacia un claro, las pesadas botas dejaron de hacer ruido y empezaron a caminar en puntas de pie, la alegre conversación dio paso a un susurro y afloraron las sonrisas, y alguna lágrima, en sus rostros. Quienes visitaban por primera vez este santuario de mariposas monarcas lucían estupefactos.
Cuesta transmitir en palabras la sensación mágica que produce el ver a decenas de miles de mariposas posadas en los árboles, tomando sol en las laderas de las montañas o aleteando en el aire como si fuesen copos de nieve. Después de vivir esta experiencia, no obstante, es fácil comprender por qué tanta gente viene del exterior, sobre todo de Estados Unidos, para ver este fenómeno.
“Fue un viaje espectacular”, dijo Denise Siraco, de New Hampshire. “No hay palabras para describirlo. Cuando encontramos la colonia, parecía que no se terminaba nunca”.
En Estados Unidos hay dos poblaciones de monarcas en las Montañas Rocallosas. Las de la parte occidental se concentran mayormente en la costa californiana y las del sector oriental migran desde el sur de Canadá y el noreste de Estados Unidos, recorren miles de kilómetros y pasan el invierno en alguna de las 20 colonias que hay en los estados mexicanos de Michoacán y México. Ningún insecto completa el trayecto, ya que el promedio de vida de las mariposas es de un mes. Toma tres o cuatro generaciones llegar a México y cada una hace parte del recorrido.
Una excepción es la “supergeneración” de monarcas que viven unos ocho meses. Pueden cubrir de 80 a 160 kilómetros (50 a 100 millas) diarios, aprovechando corrientes de aire a más de 1 mil 500 metros (una milla) de altura, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Cuando llegan a México, se posan en los árboles, como los cedros y los robles de Cerró Pelón, formando grandes grupos para combatir el frío.
Un grupo que visitó el cerro recientemente vio miles amontonadas en lo que parecían enormes nidos de avispones que colgaban de las ramas, las cuales a veces se quiebran por el peso de los insectos, según la guía Ellen Sharp, quien, junto con su esposo Joel Manuel Rojas organizan visitas desde la vecina localidad de Macheros.
“Nadie sabe bien por qué eligen estos árboles”, dijo Sharp. “Una de las razones es el microclima. Estos árboles viejos irradian calor, de modo que no pasan frío en el invierno”. Las monarcas generalmente llegan a comienzos de noviembre y parten de nuevo hacia el norte a mediados de marzo.
La población de la parte occidental ha mermado sustancialmente en los últimos años. En noviembre del año pasado los agrimensores de 97 localidades detectaron 20 mil 456 monarcas, comparado con las 148 mil del 2017, de acuerdo con Xerces, una organización sin fines de lucro que promueve la preservación del medio ambiente. Las razones incluyen el cambio climático, la pérdida de su hábitat y el uso de pesticidas.
Pero la población de la parte oriental va en aumento. Varios guardabosques del Cerro Pelón nativos de la zona dicen que no veían tantas mariposas desde niños. Y las últimas cifras avalan esas observaciones.
A fines de enero las autoridades mexicanas dijeron que la población de monarcas que pasan el invierno en México aumentó un 144 por ciento respecto al año previo. La población de las mariposas, igual que las de otros insectos, fluctúa mucho dependiendo de una serie de factores, pero los científicos afirman que el incremento de la población nunca compensa las pérdidas, de modo que se debe esperar una merma en la cantidad de mariposas que migran de Canadá y Estados Unidos hacia México. La población de este año, no obstante, es la más grande desde la temporada de 2006-2007.
Se cree que una de las principales amenazas que enfrentan las mariposas es la destrucción de los algodoncillos a lo largo de su ruta. Hay algunas iniciativas entre los jardineros de esas dos naciones para plantar más algodoncillos, la única planta donde las monarcas anidan y el único alimento de las orugas.
En México, el área de bosques que reciben monarcas aumentó un 144 por ciento entre el 2017 y el 2018, para llegar a casi 6 hectáreas, de acuerdo con la organización World Wildlife Fund de México y sus socios. Los investigadores detectaron ocho colonias adentro de la Reserva de la Biosfera Santuario Mariposa Monarca y seis afuera. La colonia más grande abarcaba poco más de 2.5 hectáreas de bosques.
Sharp y Moreno abrieron su negocio en el 2012 y dicen que tratan de colaborar para que la población de mariposas siga subiendo. Si bien los lugareños siempre supieron que allí había mariposas --muchos creen que son las almas de personas que murieron el año previo--, no había infraestructura turística.
Cuando las mariposas fueron descubiertas por naturalistas y científicos en 1975, y tras la publicación de un informe en la revista National Geographic al año siguiente, un individuo de la zona decidió contratar tres lugareños de Macheros para que trabajen como guardabosques y protejan los árboles. Uno de esos hombres fue el padre de Rojas, quien se jubiló en el 2014.
Desde entonces, además de administrar una posada y de organizar visitas guiadas al santuario, Rojas y Sharp crearon una organización sin fines de lucro y contrataron otros cuatro guardabosques. De modo que actualmente hay siete personas vigilando los bosques entre noviembre y marzo, ayudando a prevenir la tala ilegal de árboles y manteniendo el lugar limpio.
“Esto es algo mucho más grande que nosotros. Es un ciclo constante. Siguen regresando una y otra vez”, declaró Sharp. “Es asombroso, en el viejo sentido de la palabra. Debe haber cosas en la naturaleza que causan estupor”.