El Papa ofrece su primera misa en México. Por la mañana hizo fuertes pronunciamientos contra la corrupción, el crimen y la falta de transparencia en la Iglesia.
Ciudad de México, 13 de febrero (SinEmbargo).- El Papa Francisco pronunció hoy palabras de consuelo y esperanza a las víctimas de la violencia y el dolor, al afirmar que “las lágrimas de los que sufren no son estériles”.
En una misa en la Basílica de Guadalupe pidió por los pobres, los ancianos, los desplazados y los “descartados”. El Pontífice llamó a la inclusión y expresó que “nadie puede quedar afuera de nuestras comunidades y culturas; todos somos necesarios, especialmente aquellos que no cuentan por no estar a la altura de las circunstancias o por no aportar el capital necesario para la construcción de las mismas”.
Ante cerca de 35 mil feligreses hizo un especial llamado a incluir a aquellos ancianos “sin reconocimiento, olvidados en tantos rincones”, a socorrer a los presos, consuelo a los tristes y paciencia con los demás.
Reconoció que son tantas las “situaciones que nos quitan la fuerza, que hacen sentir que no hay espacio para la esperanza”, sin embargo, expresó que ésta debe existir para todos aquellos que sienten que no “tienen un lugar digno en esta tierra”.
“Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarle criminalmente a sus hijos”, afirmó.
El Papa, al relatar la historia de las sucesivos templos dedicados a la Guadalupana, afirmó que “nadie puede quedar afuera”.
“El Santuario de Dios es la vida de sus hijos, de todos y en todas sus condiciones”, destacó.
Y entre estos, “especialmente de los jóvenes sin futuro expuestos a un sinfín de situaciones dolorosas, riesgosas”.
México ha sufrido en la última década una ola de violencia vinculada a los grupos del crimen organizado que ha dejado más de 100 mil muertos y más de 27 mil desaparecidos.
Madres y padres de desaparecidos han formado organizaciones para buscar a sus hijos y cientos de cuerpos o restos humanos salen a la luz en todo el país en fosas clandestinas.
En el sur del país 43 estudiantes desaparecieron hace un año y medio después de ser entregados por policías a un grupo criminal y hace un mes ocurrió algo similar con cinco jóvenes en Veracruz.
En su visita a la Basílica, el Papa Francisco regaló una corona de plata y oro a la Virgen de Guadalupe.
El regalo tiene la leyenda en latín “Madre mía. Esperanza mía” y el escudo que utiliza Francisco.
EL REGAÑO PARA TODOS
El Papa Francisco llegó a la Basílica de Guadalupe tras su visita al Palacio Nacional y a la Catedral Metropolitana en donde criticó que los privilegios de unos pocos han creado un terreno “fértil para la corrupción, el narcotráfico, la violencia”, entre otros problemas sociales, y exigió a los obispos tener una actitud activa ante los mismos.
En su discurso en Palacio Nacional ante el Presidente Enrique Peña Nieto, los gobernadores y el gabinete federal, Jorge Bergoglio sostuvo que el “futuro esperanzador se forja en un presente de hombres y mujeres justos, honestos, capaces de empeñarse en el bien común, este ‘bien común’ que en este siglo XXI no goza de buen mercado”.
Ahí también señaló que “cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo”.
Tras el acto, el Sumo Pontífice se dirigió a la Catedral para una reunión con los obispos, rezó durante unos minutos en la Catedral Metropolitana después de saludar al Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa, quien le entregó las llaves de la Ciudad de México y una declaratoria de Huésped Honorífico.
Antes y después de esos minutos de recogimiento, Francisco saludó fraternalmente a la gente que se le acercaba y a las autoridades locales y religiosas que se congregaban en el lugar.
El máximo representante de la Iglesia católica pidió a los obispos de México asumir un papel más activo frente a la amenaza que representa el narcotráfico y acercarse más a los mexicanos para ayudarlos a enfrentar problemas como la violencia.
“Les ruego no minusvalorar el desafío ético y anticívico que el narcotráfico representa para la juventud y para la entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia”, dijo.
Poco después de hacer un llamado a los mexicanos a evitar actitudes que pueden conducirlos hacia el narcotráfico y la corrupción, el Papa subrayó que los pastores no pueden asumir sólo “condenas enérgicas” frente a la gravedad del fenómeno.
También pidió a los religiosos que acompañen a los millones de migrantes que “hoy viven en la diáspora o en tránsito, peregrinando hacia el norte en búsqueda de nuevas oportunidades”.
Y urgió a los obispos mantener la unidad.
“Si tienen que pelearse, peléense, si tienen que decirse cosas, se las dicen, pero como hombres, en la cara […]. Pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal”, señaló en el único momento que improvisó en su discurso.
A las 13:00 de la tarde, el Santo padre se trasladó a la Nunciatura en un sencillo vehículo Fiat cerrado y no en papamóvil.
A lo largo del recorrido había fieles que esperaban para ver pasar la comitiva, pero no se apreciaron grandes aglomeraciones de gente en ningún momento, si siquiera en el Zócalo de la capital, donde las medidas de seguridad para acceder eran muy fuertes.
De ahí salió horas después para dirigirse a la Basílica.
Mañana visitará Ecatepec, una localidad vecina a Ciudad de México para el acto más multitudinaria de su viaje ante 300 mil personas.
En los siguientes días estará con indígenas en Chiapas y visitará Michoacán y Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos.
-Con información de DPA y EFE