Dos encuestas recientes de la agencia Kyodo y del canal TBS indican que el 80 por ciento de la opinión pública japonesa quiere que la justa se postergue de nuevo o se cancele, o piensa que no se va a llevar a cabo.
Por Stephen Wade y Yuri Kageyama
TOKIO, 13 de enero (AP).— El Primer Ministro Yoshihide Suga declaró un estado de emergencia en Tokio y sus alrededores la semana pasada por un repunte del coronavirus, pero prometió que los Juegos Olímpicos de mediados de año se llevarán a cabo y serán “seguros”.
La oposición a la justa, no obstante, va en aumento y muchos piden su cancelación definitiva. El Comité Olímpico Internacional y los organizadores locales han dicho que otra postergación es imposible, de modo que las únicas opciones son llevarlos a cabo a partir del 23 de julio, como está programado, o cancelarlos definitivamente.
Dos encuestas recientes de la agencia Kyodo y del canal TBS indican que el 80 por ciento de la opinión pública japonesa quiere que la justa se postergue de nuevo o se cancele, o piensa que no se va a llevar a cabo. Esto representa un aumento del 15 por ciento al 20 por ciento respecto al mes pasado.
“Los japoneses están cada vez más inclinados a oponerse a los Juegos este verano y el estado de emergencia refuerza la impresión de que son una causa perdida”, manifestó Koichi Nakano, quien enseña política en la Universidad Sofía de Tokio, en un correo electrónico enviado a The Associated Press.
Hay muchos factores en juego: Las finanzas olímpicas, la geopolítica y las apariencias.
Los contribuyentes japoneses han invertido miles de millones de dólares en los juegos, el COI vive de los derechos de televisación y sus arcas han sufrido un duro golpe por la postergación del año pasado. China, por su parte, está lista para organizar los Juegos de Invierno en Beijing dentro de 13 meses y sacaría un rédito político si Japón no puede llevar a cabo los de verano.
“El prestigio de Japón en Asia y en el mundo es importante, sobre todo por su rivalidad con China”, dijo Nakano. “Sería una pesadilla para ellos (los japoneses) si no pueden montar los primeros juegos post-COVID y lo hace China”.
Nakano afirmó que el gobierno quería evitar tener que declarar el estado de emergencia, pero finamente debió hacerlo.
Los organizadores prometieron tomar estrictas medidas contre el virus. Esto implica garantizar la seguridad de 15 mil 400 deportistas olímpicos y paralímpicos, además de la de los japoneses en general. También habrá decenas de miles de jueces, técnicos y funcionarios, patrocinadores, voluntarios y periodistas. Y tal vez cientos de miles de aficionados, si es que se admite públicos a las justas.
Japón procura justificar los al menos 25 mil millones de dólares invertidos, satisfacer a los patrocinadores nacionales que aportaron 3 mil 500 millones de dólares y ganar la batalla geopolítica con China.
El COI, con sede en Suiza, por su parte, trata de estabilizar sus finanzas. El 73 por ciento de sus ingresos provine de la venta de los derechos de transmisión televisiva. Un 18 por ciento de los patrocinadores.
El doctor Atsuo Hamada, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Universitario de Tokio, dijo que los Juegos pueden generar “orgullo y un legado”, y tal vez beneficios económicos a corto plazo, pero también pueden traer el COVID-19.
“Los Juegos podrían aumentar los riesgos de infecciones”, declaró en una entrevista con AP.
Hamada dice que el estado de emergencia cambió todo. Cree que la mayoría de los japoneses no van a empezar a vacunarse antes de mayo.
Agregó que el “método de la burbuja”, como el que usó la NBA en Florida, parecía viable, pero que los olímpicos requerirían numerosas burbujas en medio de un área metropolitana de 35 millones de habitantes.
“El estado de emergencia cambió las cosas”, manifestó. “Realizar los Juegos parece algo más difícil hoy que el año pasado”.
Japón, un país de 126 millones de habitantes, contuvo el coronavirus mejor que la mayoría de las naciones y registró solo unas 4 mil muertes asociadas con el COVID-19.
El influyente dirigente del COI Richard Pound dijo la semana pasada que “la posibilidad más realista de hacer que los Juegos Olímpicos se lleven a cabo” sería declarar a los deportistas una prioridad para las vacunas.
Poco antes Bach había dicho que los deportistas no debían ser una prioridad.
Tokio asomaba como una bocanada de aire fresco para un movimiento olímpico conmocionado por escándalos en los Juegos de Río de Janeiro del 2016 y de Sochi en el 2014. Sin embargo, también se vio envuelta en escándalos, que forzaron la renuncia del presidente del Comité Olímpico de Japón Tsunekazu Takeda.
Para peor, el estado de los derechos humanos empeoró en China luego de que consiguió la sede de los Juegos del 2008 y ahora la justa de invierno del 2022 llega en momentos en que al menos un millón de musulmanes uigures son internados en campos de concentración y obligados a hacer trabajos forzados en el noroeste del país.
“Sospecho que China va a presentar los Juegos de Invierno como un ejemplo de cómo combatir la pandemia y de liderazgo en el campo de la salud”, comentó Sheena Greitens, profesora de política asiática en la Universidad de Texas, en un email.
John Horne, coautor del libro Comprendiendo los Juegos Olímpicos (Understanding the Olympics) y profesor de sociología del deporte en la Universidad Waseda de Tokio, cree que la cancelación es una posibilidad real.
“Nadie lo quiere, pero hay una cantidad de problemas para reunir al mundo en estos momentos, empezando por el de la transmisión del virus”, declaró a AP.