Es chileno, le dicen “Chascas” (por su cabello) y está considerado uno de los 10 mejores escritores latinoamericanos según la revista About.com del New York Times. Ahora presenta su título Hashtag, basado en una percepción: “¿Qué haces cuando la realidad se vuelve tan dolorosa que ya no puedes esconder tus sentimientos detrás de un filtro o describirlos con un hashtag?
Ciudad de México, 13 de enero (SinEmbargo).- José Ignacio “Chascas” Valenzuela (Santiago de Chile, 1972) ha escrito diversos títulos literarios que han sido best sellers en América Latina y Estados Unidos, entre ellos Santa Diabla, Malamor, La mujer infinita y cuando se define lo hace como un “escritor integral”, que escribe libros, novelas para televisión, obras teatrales y también películas.
“No tengo una preferencia en formatos, lo que a mí me llena es poder desarrollar el tema que en ese momento me tiene obsesionado”, ha dicho este escritor radicado en Estados Unidos, que ahora presenta #Hashtag.
Se trata de una novela que cuenta la historia de Eric, un muchacho que en apariencia lo tiene todo: dos padres perfectos y que lo consideran el mejor hijo del mundo, una mansión en Los Ángeles, una educación de lujo, una mejor amiga llamada Jade y un compañero de curso tan misterioso como atractivo.
Su madre está en el hospital y en una de las tantas visitas, Eric conoce a Chava, un muchacho más o menos de su misma edad, que está hospitalizado por un accidente que le fracturó la columna vertebral. Desde una cama añora el mundo exterior, su barrio, el ruido de las calles, y a una muchacha que tiene un tatuaje en forma de libélula.
"En un comienzo Eric y Chava no tienen nada en común. Parecen ser las personas más opuestas del mundo. Sin embargo, poco a poco nos iremos dando cuenta que los dos esconden secretos, sentimientos y una historia personal que pocos conocen, pero que está a punto de salir a la superficie", adelanta José Ignacio Valenzuela.
Y es que este tipo de temáticas son, por lo general, las principales inspiraciones de las historias que Valenzuela crea en sus libros. "Siempre me ha interesado escribir sobre protagonistas que no tienen en apariencia nada en común, que vienen de mundos opuestos, de realidades contradictorias, pero que sin embargo terminan encontrando que nadie nunca es tan distinto al resto, y que siempre hay puentes que se pueden cruzar para llegar al otro".
Y cuál es la relación de #Hashtag -un nombre que se relaciona con las tendencias de comunicación de hoy a través de las redes sociales - y esta historia Según el Chascas, él estructuró la trama en torno al hecho que "un hashtag es una palabra que de alguna manera resume un estado de ánimo y le deja saber al que la lee, lo que uno está sintiendo. Pero es solo eso: una palabra sin profundidad, sin desarrollo, como los sentimientos de mis protagonistas", explica.
“Yo no vivo en Chile, pero soy muy político. He crecido en dictadura, cumplí 20 años en el régimen militar y mi familia ha sido muy comprometida en forma política. La opinión personal y la opinión social importa mucho”, dice José Ignacio Valenzuela.
–En Chile los derechos para los gays están muy atrasados, ¿verdad?
–¿Por qué yo como hombre gay no tengo los mismos derechos que otras personas? Sí tengo las mismas obligaciones. Pago impuestos como persona de primera clase, pero me hacen vivir como persona de tercera.
–Decía Bolaño que en Chile había una guerra declarada contra los homosexuales
–¡Es verdad! Pero también te puedo decir que en estos últimos 10 años la ciudadanía en su generalidad se ha sensibilizado muchísimo más con el tema. Hay un divorcio que existe entre lo que la sociedad cree y las leyes, los legisladores que tenemos. El 70 por ciento de la población está de acuerdo con el matrimonio igualitario, con la adopción homoparental, con el aborto…prácticamente toda la sociedad está avanzando mucho más rápido que nuestros legisladores y las leyes.
–¿Qué significa para ti ser escritor de la literatura chilena?
–Si te soy muy honesto, yo soy chileno porque ahí nací y porque amo a mi país. No vivo ahí desde 1995 y jamás me han hecho sentir escritor chileno. Cuando se habla de escritores gay jamás me nombran, lo que podría ser muy triste si yo estuviera esperando eso. No trabajo por eso, yo trabajo porque es lo único que sé hacer y si no trabajo me muero. Eso no me importa. Como para darte un ejemplo, yo tengo más de 20 libros publicados fuera de Chile y mis libros tardaron 10 años en llegar a mi país. Ahora están casi todos…Por ejemplo, El filo de tu piel, que es un libro importante mío, es un libro con una historia de amor entre dos hombres que publiqué en México hace casi 12 años, llegó a Chile recién el año pasado.
–¿Existe o no la literatura gay?
–Puedo decirte que existe, porque se cataloga como tal. Emocionalmente detesto la literatura con apellido, porque la he sufrido. Escribo para adultos, adolescentes, para niños; escribo telenovelas, escribo guiones, escribo teatro y he tenido que luchar toda mi carrera para no quedar encasillado en una categoría. Si yo mismo trabajara para completar una etiqueta, estaría traicionándome a mí mismo, creo. Sí existe la literatura gay como la literatura policial como la sátira, no es que alguien tenga que ser gay o que tu público tenga que ser gay, eso es peligroso. Participé en la FIL en Guadalajara sobre Literatura LGBT y precisamente lo que decíamos era que si un libro es bueno los lectores no van a tener ni género ni orientación sexual, porque además así fueron escritos.
–¿Qué es ser gay hoy? Me decía un amigo gay que los gay son promiscuos, pero que por el SIDA, por el matrimonio, estaban bastante apocados, como contenidos. ¿Es así?
–Me parece súper complicado generalizar un colectivo como el ser gay. Yo soy gay y nunca he sido promiscuo. Soy muy enemigo de las generalizaciones, lo único que los une es una cosa muy particular y es que están atraídos sexualmente por personas del mismo sexo. Yo llevo 17 años de matrimonio, nos casamos apenas nos dejaron en los Estados Unidos, más que todo por una tranquilidad legal, tenemos ahorro e inversiones juntos y si nos morimos no íbamos a depender de la buena voluntad de nuestra familia para no quedar desheredados. Además porque los dos queremos ser padres, se hace más complicado si no estás casado. A mí me parece maravillosa la libertad absoluta del ser humano y eso es lo que defiendo. Por eso siempre he sido enemigo de las etiquetas. Mira, hace unos tres años atrás, una senadora chilena, de ultraderecha, en plena discusión sobre el matrimonio igualitario, lanzó una declaración diciendo que “todas las parejas homosexuales son violentas, agresivas y drogadictas”. Lo cual me indignó, lo que no se separa mucho a decir que todos los gay son promiscuos, nacido de un prejuicio. Le mandé un tuit a esa senadora y le pedí que pasara una semana en mi casa para que viera que no pasaba nada demasiado distinto a lo que pasaba en la suya. Se armó un escándalo en Chile. Fue a mi casa, no una semana, pero sí un día y mis argumentos ante ella fueron: yo quiero que usted entienda públicamente que usted está generando suicidios entre los homosexuales, lo que usted provoca es que abusadores hagan más bullying, lo que usted está diciendo tiene complicaciones gravísimas que incluso puede terminar con la muerte de un ser humano. Por otro lado, yo pienso de usted que es una prejuiciosa, una ignorante, una atrevida, una corrupta, pero nada de lo que yo piense le quita derechos a usted, usted puede seguir casándose, puede adoptar, si su marido se enferma a usted la van a dejar entrar al hospital, pero las atrocidades que usted dice me quitan mis derechos. Esa es la diferencia entre usted o yo. Entonces, decir que todos los gay son promiscuos me parece prejuiciosa.
–¿El matrimonio está bien por eso que tú dices de los derechos pero no es al mismo tiempo una institución perimida?
–No hay nada más de derecha que el matrimonio, es verdad. He hablado con muchos activistas que mucho de esta presión por el matrimonio no tiene nada que ver con que nos queramos casar o no, sino porque estamos dejando sin argumento a los conservadores. No existe nada más conservador que la familia. Los que luchan “por la vida” son los que se casan y a eso los dejamos sin argumentos cuando dijimos, nosotros también queremos casarnos.
–¿Qué podrías decir de #Hashtag?
–Cuento la historia de un hombre que vive súpersumergido en las redes sociales, una persona híper conectada, porque se siente absolutamente miserable, solitario, mentiroso (nadie sabe que él es gay). Sus padres piensan que es el mejor hijo del mundo y en las redes da una cara mentirosa, muy apañada por los filtros tan comunes. La novela comienza con un accidente feroz de los padres. Él se muere y su madre queda agónica y este muchachito descubre a la mala que hay dolores tan poderosos en la vida que un filtro de Instagram jamás va a tapar.