Ciudad de México, 24 de marzo (SinEmbargo).- Peter Handke, el gran poeta y novelista austríaco que alcanzara fama global con la legendaria Las alas del deseo, película cumbre del cineasta alemán Wim Wenders, transita entre una obra literaria profusa que lo ha convertido en un clásico contemporáneo y sus reacciones bruscas y coléricas que expresan una postura política muchas veces calificada de reaccionaria.
Defensor de la causa serbia, uno de sus más sonados gestos públicos lo protagonizó el año pasado al obtener el prestigioso Premio Ibsen y donar parte de los 50 mil dólares del galardón a la comunidad de Velika Hoka, en Kosovo, donde vive una minoría serbia entre una mayoría albana, a fin de que se construya una piscina.
El resto del dinero lo devolvió al Estado noruego, en cuya capital, Oslo, fue tildado de fascista.
En 2006, había renunciado al premio alemán Heinrich Heine, que le había otorgado un jurado literario en nombre de la ciudad de Düsseldorf.
En una carta dirigida al alcalde de dicha ciudad alemana, el escritor se mostraba no dispuesto a ver su obra "sometida una y otra vez a los insultos plebeyos de semejantes políticos".
La decisión del jurado había indignado a muchos y desencadenado una fuerte reacción por las tomas de postura de Handke a favor de Serbia en las guerras balcánicas y del fallecido presidente de ese país Slobodan Milosevic, juzgado como criminal de guerra en La Haya y por haber asistido y tomado la palabra en su entierro.
LA GRAN CAÍDA
Handke, que escribe en alemán, presentó a fines de 2014 La gran caída, una novela que narra la historia de un actor que durante su día de ocio camina por las calles de una ciudad donde al día siguiente va a comenzar el rodaje de una filme que él protagoniza.
En un día cálido de verano, pasea su ocio sin rumbo ni destino, caminando en zigzag, desde el amanecer hasta bien entrada la noche.
Durante el recorrido, mientras observa la naturaleza y rememora aspectos de su vida, se va encontrando con todo tipo de personas: indigentes, parejas, hombres de negocios, presentadores de televisión, el presidente corriendo con sus escoltas y todo su gobierno, inmigrantes que hablan otras lenguas, un sacerdote, un policía…
Son encuentros extraños con estos personajes a los que observa como actores del nuevo teatro del mundo, sin que se sepa cuáles son reales y cuáles fruto de su imaginación. Todo a lo largo de un día, en un periodo “de grandes y pequeñas guerras. Las grandes se libraban, sin que se alcanzara a ver un final, en terceros países, pero las pequeñas en nuestras casas, días tras día y noche tras noche, guerras mortales de otra manera, y también sin final a la vista”.
“Después sin embargo, poco a poco, al actor le acometió una especie de risa exenta de alegría, como se lee en las novelas policíacas de Raymond Chandler. Al mismo tiempo, el sudor le afloró a la frente, le perlaba incluso el dorso de la mano. Cuando por fin se dejó caer en aquel taburete como preparado para él, la cabeza cayó al mismo tiempo hacia atrás, sobre la nuca, con tal violencia que pareció desprenderse de ella; como si hubiera recibido ese golpe en la nuca que mata al instante”, escribe el austríaco.
VIVIR SIN POESÍA
A pesar de salir en 2009, poco a poco comienza también a ver la luz el libro que contiene la obra poética reunida de Handke, nacido en Griffen, Austria, el 6 de diciembre de 1942.
Vivir sin poesía –editado en forma bilingüe en alemán y español por Bartleby- agrupa toda su obra poética publicada en alemán hasta la fecha.
“El lector en lengua castellana que haya tenido ocasión de leer el “Poema de la duración”, que tan cuidadosamente tradujo Eustaquio Barjau en los ‘90, sabrá ya que la poesía de Handke no desmerece la sensibilidad particular a la que nos tiene acostumbrados en su obra narrativa.
Tener la oportunidad de contemplar en conjunto sus poemas, no hace sino confirmar que este escritor, merezca o no el dudoso título de “poeta”, ha sabido encontrar un modo muy personal e intenso de acercarse a la escritura por medio del verso.”, dice la traductora Sandra Santana.
“Estos poemas son también un elogio al paseo, al viaje onírico e interior que se produce mientras el autor camina y camina”, agrega.
Vivir sin poesía incluye poemas desde 1965 hasta 2007, con el Handke más joven, todavía poco conocido, que experimenta con un lenguaje rupturista con el que quiere responder a sus padres literarios, la tradición de los poetas de la Viena de fin de siglo, explicó Santana a la agencia efe.
Poemas largos, meditativos, en los que se ve la barrera entre el mundo interior y el exterior, "donde están muchas de las figuras de sus novelas y sus guiones, con esos personajes que se mueven en el limbo, como en una imposibilidad de comunicarse con el exterior y que no pueden salir de ese aislamiento", precisa la traductora.
"Su lenguaje es directo y con una gran voluntad expositiva, con una calidad literaria suprema, como con el 'Poema de la Duración', que con sus muchas abstracciones es un poema claro en el que sugiere más que muestra", concluye.
PETER HANDKE, EL POETA Y NO
Peter Handke, poeta, dramaturgo, novelista, guionista y director de cine estudió Derecho en la Universidad de Graz de 1961 a 1965. Su primera colección de poemas, El mundo interior del mundo exterior del mundo interior, apareció en 1969.
Su libro de poesía más conocido es Poema a la duración (1986), a pesar de lo cual el autor, ganador del Premio Georg Büchner, no se considera poeta.
La mujer zurda (hecho película bajo su propia dirección), El momento de la sensación verdadera, El miedo del portero al penalty y Carta breve para un largo adiós, son algunas de sus obras más conocidas, además de Viaje al invierno, publicado en 1997 y donde se explaya sobre su posición en el conflicto balcánico, asumiendo una defensa fervorosa de Serbia
EL ESCRITOR QUE VIVE SOLO
En 2014, el periodista español Xavi Ayén contó que Peter Handke vive solo en una casa de Chaville, cerca del palacio de Versalles, donde lee sin parar, recoge setas y hace las tareas de la casa. Visita a su esposa, que vive en París, cuatro veces por semana y cuando juega el Paris Saint Germain va a ver el partido al bar de su pueblo.
En una nota publicada en el periódico La Vanguardia, Ayén, autor del monumental ensayo Aquellos años del boom, lo califica de “apestado internacional” desde que asistiera al funeral de Milosevic, un hecho que le habría retaceado el tan merecido Premio Nobel y del que se defendió argumentando que había ido como testigo y por que el fuera defendido, entre otros, por el director de cine Emir Kusturika y la Nobel de Literatura 2004 Elfriede Jelinek.
“Nos comportamos como simios” entre nosotros y “mucha gente alberga un odio inmenso”, le dijo Handke a Ayén en dicha prodigiosa entrevista.
“Es un gran problema de hoy, poco tratado por la literatura. Se habla mucho del buen vecindado, se festeja el concepto pero en realidad nos comportamos como simios. Lo de los vecinos es un desafío para la humanidad, se habla mucho de los problemas del tercer mundo, colaboramos en paliar la pobreza del cuarto mundo, pero jamás empatizamos con los que tenemos al lado, a los que ni siquiera vemos.
Y el de al lado hace lo que quiere, no necesariamente con mala fe, pero el mal que no es pretendido puede hacer más daño que el mal que se ha buscado conscientemente, porque frente a este podemos pelear. Pero ante el mal que genera la inocencia no tenemos armas. Contra la inocencia ninguna revuelta es posible”, afirmó.