Mañana se cumplen cinco años del terremoto que una tarde de enero de 2010 arrasó con Haití, un país de por sí devastado por la pobreza. Las consecuencias de la tragedia se pueden contabilizar en sus 220 mil muertos, sus 300 mil heridos, su millón y medio de desplazados, sus 4 mil mutilados...
Pero más allá de la numeralia, esas consecuencias también pueden encontrarse en las historias de quienes lo vivieron, como propone el fotógrafo mexicano Carlos Cazalis con su proyecto Haiti Year Zero (Haití Año Cero).
Con imágenes que apostaron por situar la mirada más allá del hecho noticioso inmediato, el ganador del World Press Photo en 2008 propone con este trabajo -hecho en conjunto con el fotógrafo Nadav Neuhaus- servir como plataforma para compartir historias y experiencias sobre la catástrofe que llevó al país más pobre del continente de vuelta a su punto de partida, a su año cero.
Ciudad de México, 11 de enero (SinEmbargo).- El 12 de enero de 2010 un sismo con intensidad de 7.0 grados Richter arrasó con Haití, el país más pobre del continente americano. Las imágenes de la destrucción en el país caribeño, que comparte un territorio insular con República Dominicana, no tardaron en dar la vuelta al mundo. Ahí estaban los edificios públicos en ruinas, los sobrevivientes saliendo de entre los escombros, las calles enteras convertidas en cascarones donde antes había casas, las carreteras destruidas, los rostros inconsolables. Pero del suceso que provocó la muerte de unos 220 mil haitianos, causó heridas en cientos de miles más, dejó sin casa a un millón y medio y les obligó a desplazarse a campos para refugiados, también han quedado otro tipo de imágenes para la memoria. En ellas puede verse a personas buscando entre los escombros como quien intenta recuperar sus vestigios, mujeres y hombres participando en funerales de las víctimas, cadáveres hinchados tirados en la calle, haitianos caminando por calles tapizadas de escombros de edificios y cables eléctricos colgantes, otros intentando sobrevivir en un improvisado campo de refugiados, filas de personas esperando por alimentos, medicinas o agua.
También hay imágenes que retratan la vida en los campos para refugiados, otras que muestran a las tropas de Naciones Unidas conteniendo multitudes desesperadas, o a algunos de los 4 mil niños, mujeres y hombres que resultaron con mutilaciones a causa del sismo, y hasta de rituales de vudú celebrados en Pascua, a más de un año de la tragedia.
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Son éstas las imágenes de alguien que optó por retratar las consecuencias de la catástrofe, su lado humanitario, más que el hecho noticioso inmediato. Así lo explica el fotógrafo Carlos Cazalis, autor de esas imágenes que forman parte del proyecto Haiti Year Zero (Haití Año Cero), realizado conjuntamente con el también fotógrafo Nadav Neuhaus. A punto de cumplirse un lustro del terremoto que destrozó el país caribeño, el fotógrafo mexicano habló en entrevista con SinEmbargo sobre esa experiencia y su trabajo.
Lo primero que Cazalis dice sobre su cobertura del terremoto en Haití es que llegó cinco días después de ocurrido el sismo. Mas no fue sólo el hecho de no haber estado antes ahí para registrar la tragedia en lo inmediato, sino el compromiso que ya se había hecho de hacer un trabajo de largo plazo, lo que lo hizo enfocar su mirada en las consecuencias de la catástrofe. “Siempre tuve un compromiso de hacer la historia a largo plazo, me interesaba mucho más eso, porque lo otro se me hacía un poco superficial, tratar de siempre demostrar todo con una sola imagen. Pero yo sí creo que todo lo que ocurrió ese año fue consecuencia del terremoto”.
Cazalis, ganador del primer lugar del World Press Photo 2008 en la categoría Asuntos Contemporáneos, viajó a Haití seis veces en un lapso de un año y cuatro meses para documentar fotográficamente esas consecuencias, como da cuenta con sus imágenes sobre los haitianos refugiados en los campamentos, la ayuda humanitaria de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, las personas amputadas, la epidemia del cólera, y el rito del vudú durante la Pascua de 2011, a más de un año del sismo. Se trata, en todos los casos, de fotografías hechas en blanco y negro. El fotógrafo mexicano que ha trabajado para la agencia Corbis y AFP, defiende así su decisión: “Todo mundo quiere ver color y el Caribe es muy fácil de vender en color. Yo me rehusé a usar el color porque yo quería que la gente se enfocara en lo que pasaba y no en lo colorido de la situación”.
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Entre las fotografías de Cazalis hay una que muestra a un muchacho arrodillado y gritando tras una valla humana de tropas brasileñas de los Cascos Azules de Naciones Unidas, quienes intentan contener a una multitud de haitianos. El gesto del muchacho es como de una desesperada imploración, pero no a las tropas ni a la multitud. Su rostro se inclina hacia el cielo. El fotógrafo cuenta que minutos antes de que la capturara, en ese lugar habían estado diplomáticos brasileños, acompañados de la prensa. Todo había transcurrido en orden hasta que los funcionarios y la prensa se retiraron; entonces los soldados brasileños perdieron el control de la situación.
“Al final hay un racismo muy fuerte, no de razas sino de clase contra el haitiano, y [los soldados] les empiezan a echar gas lacrimógeno a los que están en fila. Entonces el chavo está tirado de rodillas gritando y la ONU está atrás como que protegiéndolo. ¿De qué?”, se pregunta Cazalis sobre una de las imágenes que más le impactó durante el tiempo que pasó en Haití, donde recorrió tres ciudades y poblados rurales tanto en la zona centro como en el sureste del país. Hijo de padre mexicano y madre española, Cazalis creció fuera de México en cinco países distintos. Antes de los 18 años, ya había residido en Estados Unidos, Costa Rica, Brasil y Argentina (éstos dos últimos, donde le tocó vivir las respectivas dictaduras militares). Sus estudios también los hizo en el exterior.
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Haber pasado gran parte de su vida fuera de México le hace sentirse a veces como extranjero en su propio país, confiesa. Pero en el caso de Haití, cuando llegó en 2010 a cubrir la tragedia del terremoto, su mirada no era del todo ajena a esa realidad. Cazalis ya había estado ahí, cuando tuvo que cubrir el golpe de Estado al presidente Jean-Bertrand Aristide, en febrero de 2004.
Su primera impresión entonces, cuenta, fue que se trataba de un país muy violento, al que sólo le bastaba una chispa para que se encendiera como una hoguera. De su primer viaje para la cobertura que hizo sobre el terremoto de 2010, tiene más presente su última impresión.
“Sentía que tenía una carga emocional enorme encima, y que no me quería llevar eso a casa ni a mi familia, ni con nadie. Entonces me quedé encerrado en un hotel en [República] Dominicana, frente al mar, tres días, básicamente comiendo, bebiendo y fumando, un poco pues porque no sabía qué hacer con todo lo que llevaba dentro”. El viaje que hizo posteriormente durante la Pascua para documentar un ritual vudú le dio un “levantamiento espiritual bastante fuerte”. Pero luego vino el regreso a Puerto Príncipe, la capital de Haití, para realizar el trabajo sobre amputados y la carga espiritual que había conseguido, se desmoronó.
“Ves que la ciudad sigue completamente en ruinas, y que no se ha movido nada, ahí es cuando dices ‘Esto está muy jodido, esto está realmente, no puedes ir más allá de jodido, quisieras encontrar una palabra que te dijera cómo esto está peor, pero no puedes. Entonces emocionalmente fue muy, muy desgastante”. Y en medio de esa capital devastada primero por la miseria y luego por la naturaleza, lo que Cazalis encontró fue a una sociedad que se había convertido en una extremadamente egoísta. Y todo por un asunto de sobrevivencia. “Es muy cruel decir que se habían vuelto animales porque no es verdad, pero sí las circunstancias yo creo que de alguna manera llevó a la gente a empezar a tener comportamientos muy animales, de sobrevivencia”.
Cazalis, quien ha hecho coberturas en Bolivia, Venezuela, Ucrania e Irán, dice que a pesar de la enorme cantidad de material fotográfico que consiguió al cabo de un año y cuatro meses de documentación, le fue difícil vender su trabajo porque las fotografías estaban hechas en blanco y negro. Con muchas de sus fotografías sin haber sido utilizadas, al acercarse el aniversario del terremoto se le ocurrió empezar a subir sus fotos -una por día- a Instagram con la etiqueta #HaitiYearZero.
El nombre ya lo había usado para el cortometraje Haití: Año Cero, una compilación de fotografías fijas de su cobertura tras el terremoto, producido entre él y su amigo David Snider. Cuando presentó ese trabajo en Nueva York coincidió con otro amigo y colega suyo, Nadav Neuhaus, quien también tenía material fotográfico sobre el terremoto en Haití. De ahí surgió la idea de crear una página de internet donde recabaran y difundieran todo su trabajo de documentación sobre ese hecho. La materialización de esa idea está disponible en línea en www.haitiyearzero.com. La intención del portal también es que sirva para compartir historias y experiencias sobre la catástrofe que llevó a Haití de vuelta a su punto de partida, a su año cero. Para Cazalis hablar de un “año cero” no es en absoluto una idea negativa sobre Haití. Para empezar porque el cero no es negativo ni positivo, dice irónico.
Pero además porque para él la idea del cero es más bien de la posibilidad de reconstruirse. “Yo pongo un estatus en donde se desmorona un país y digo: ‘Señores, aquí hay una oportunidad, o lo dejan que se hunda más o empiezan a hacer algo realmente coherente’”. A punto de cumplirse un lustro del terremoto que devastó a un país que de por sí ya padecía los estragos de la pobreza, el abandono, la corrupción gubernamental y la dependencia económica, Cazalis considera que las consecuencias de ese suceso siguen presentes. Ejemplo de ello, señala, es que actualmente el cólera sigue siendo un problema de salud para los haitianos. Si las consecuencias que dejó el terremoto aun son insuperables para Haití, cuanto más los problemas estructurales que han aquejado al país desde su origen como tal en 1808. Ser la primera nación e independizarse del yugo colonial europeo tuvo sus consecuencias, plantea. Ante ello, hablar de reconstrucción no es sólo una posibilidad aún latente, sino un ejercicio que implica voltear la mirada a ese punto de partida. Es lo que en este quinto aniversario del terremoto en Haití propone Cazalis. Para conocer más sobre el proyecto Haiti Year Zero puedes visitar la página www.haitiyearzero.com, o seguir la cuenta de Instagram HaitiYearZero o el hashtag #HaitiYearZero.