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12/12/2023 - 12:04 am
75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: un ideal aún lejano
Independientemente del debate académico sobre la legalidad de los juicios de Nuremberg, lo que quedó claro a partir de ese momento y de 1948 en particular, es que lo que ocurre entre un Estado y la población sujeta a su tutela es un asunto que interesa a la comunidad internacional en su conjunto.
Por Humberto Francisco Guerrero Rosales*
El pasado 10 de diciembre se cumplieron 75 años de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), por parte de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Este documento marcó un hito en el entendimiento de las relaciones entre Estados y el derecho internacional. En diciembre de 1948, año de la adopción de la DUDH, aún estaba fresca la herida de la Segunda Guerra Mundial (IIGM) y las atrocidades ocurridas durante el conflicto, las cuales fueron un antecedente fundamental que motivó e impulsó la aprobación de la Declaración Universal.
Si bien la comisión de crímenes atroces durante los conflictos armados es un fenómeno con antecedentes muy remotos, la IIGM tuvo una peculiaridad: las atrocidades no sólo se cometieron recíprocamente entre las partes en conflicto, sino que algunos Estados palpitantes en el conflicto cometieron los crímenes en contra de su propia ciudadanía o en contra de las y los ciudadanos de países aliados en el conflicto.
El primer fenómeno; es decir, los crímenes cometidos entre las partes en un conflicto, se encontraba, para 1948, claramente regulado por el Derecho Internacional Humanitario o Derecho de los Conflictos Armados; sin embargo, el supuesto de los crímenes atroces cometidos por un Estado en contra de su ciudadanía tenía un desarrollo endeble en el derecho internacional de la época, lo cual explica que al día de hoy, en algunos foros académicos, se siga debatiendo sobre la legalidad o ilegalidad del tribunal de Nuremberg que juzgó a los principales perpetradores de los crímenes cometidos por el régimen Nazi en contra de sus contrapartes en el conflicto, pero también en contra de su propia población; en especial, la comunidad judía que fue víctima de una política de exterminio por parte de este régimen.
Independientemente del debate académico sobre la legalidad de los juicios de Nuremberg, lo que quedó claro a partir de ese momento y de 1948 en particular, es que lo que ocurre entre un Estado y la población sujeta a su tutela es un asunto que interesa a la comunidad internacional en su conjunto, cuando el primero es omiso en respetar y garantizar ciertos derechos que se consideran básicos para el desarrollo de la vida digna de las personas. Esta idea, la de una tutela internacional de los derechos fue un cambio radical en la concepción clásica de la soberanía estatal, ya que, bajo el entendimiento tradicional de dicho concepto, la soberanía absoluta se extendía a las relaciones entre el Estado y las personas dentro de su territorio, por lo que ningún otro país tenía derecho a intervenir en la regulación o desarrollo de dichas relaciones.
A partir de la idea de tutela internacional de los derechos, introducida por la Declaración Universal, ha habido importantes avances sobre todo en la construcción de diversos y robustos sistemas internacionales de protección de los derechos humanos, los cuales han sido el último reducto de justicia para miles de víctimas. Sin embargo, el ideal planteado por la Declaración Universal de lograr “el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias” parece estar aún lejano.
Nunca como hoy las personas gozan de tantos derechos en múltiples y hasta reiterativos instrumentos internacionales, pero todo ello queda, la mayor parte de las veces, en el papel. Y atrocidades que nos prometimos no repetir, se han vuelto parte de nuestra conversación pública cotidiana. Los medios de comunicación reportan a diario cifras e imágenes de muertes, desapariciones, feminicidios, bombardeos, ataques con motivos religiosos, raciales o políticos, pero nada de ello hace una diferencia. Mientras tanto, quienes han decidido defender nuestros derechos, siguen en pie de lucha y seguiremos defendiéndolos hasta que el respeto a la dignidad y los derechos de todas las personas sean una realidad en todos los rincones del planeta.
* Humberto es coordinador de Derechos Humanos de @FundarMexico.
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