El mes pasado se registraron protestas en Beijing y otras ciudades por las restricciones, que derivaron en peticiones de renuncia del presidente, Xi Jinping, y el Partido Comunista, unas reivindicaciones políticas públicas que no se habían visto en décadas.
Beijing, 12 de diciembre (AP) — China eliminará el rastreo de movimientos obligatorio, dentro de su incierto plan de salida de los estrictos protocolos de “cero COVID” que provocaron un descontento generalizado.
La app para smartphones dejaría de funcionar a la medianoche del lunes, lo que implicaba que los desplazamientos de los vecinos dejarían de quedar registrados, lo que podría reducir las posibilidades de que se vieran obligados a hacer cuarentenas por visitar lugares con alta concentración de contagios.
El Partido Comunista, que gobierna el país, no permite verificaciones de terceros de sus herramientas digitales y en el pasado se han empleado aplicaciones similares para reprimir la libertad de expresión y desplazamiento. Forma parte del mismo paquete de aplicaciones que el código de salud, aún está en funcionamiento.
El Gobierno anunció la semana pasada de forma repentina que pondría fin a muchas de las medidas más draconianas contra el virus. La decisión seguía a tres años de confinamientos, restricciones de viajes y cuarentenas para los que se desplazaban entre provincias y ciudades, así como pruebas diagnósticas obligatorias y requisitos de mostrar certificados de salud para acceder a espacios públicos.
El mes pasado se registraron protestas en Beijing y otras ciudades por las restricciones, que derivaron en peticiones de renuncia del presidente, Xi Jinping, y el Partido Comunista, unas reivindicaciones políticas públicas que no se habían visto en décadas.
Aunque recibido con alivio, el levantamiento de restricciones también ha provocado un temor a una nueva oleada de contagios que podría sobrepasar los recursos de salud en algunos lugares.
El Gobierno de Xi aún sigue oficialmente comprometido con erradicar la transmisión del virus, el último país grande que mantiene ese objetivo. Pero las nuevas iniciativas sugieren que el partido tolerará más casos sin imponer cuarentenas, aislamientos o cierres de negocios, dentro de una retirada gradual de la estrategia “cero COVID”.
Ante la perspectiva de un repunte de los casos de COVID-19 China está habilitando más camas de cuidados intensivos y trata de reforzar la capacidad de los hospitales para gestionar casos graves.
Al mismo tiempo, el Gobierno cambió de rumbo al permitir que las personas con síntomas leves se recuperen en casa en lugar de enviarlas a hospitales de campaña, que se han vuelto célebres por el hacinamiento y la mala higiene.
Reportes en la internet china, estrechamente controlada por el Gobierno, intentaban tranquilizar a un público nervioso y afirmaban que las restricciones seguirán retirándose y los viajes, los servicios de restaurante en interiores y otra actividad económica pronto regresarán a las condiciones previas a la pandemia.
Hace tiempo que los líderes chinos atribuyen a la estrategia “cero COVID” el mérito de mantener las cifras de casos y muertes muy por debajo de otros países, aunque las autoridades médicas dicen ahora que la variante ómicron más prevalente supone un riesgo mucho menor.
Tras una brusca reducción de las pruebas diagnósticas, China anunció el lunes apenas unos 8 mil 500 casos nuevos, lo que dejaba el total en el país en 365 millones 312 mil, más del doble que el 1 de octubre, con 5 mil 235 muertes. En comparación, 1.1 millones de personas han muerto de COVID-19 en Estados Unidos.
Las protestas estallaron el 25 de noviembre tras la muerte de 10 personas en la ciudad noroccidental de Urumqi. Muchos creen que las restricciones contra el COVID-19 podrían haber obstaculizado la operación de rescate. Las autoridades niegan las acusaciones difundidas en internet, pero los manifestantes dieron voz a la frustración acumulada en ciudades como Shanghái, que sufrieron duros confinamientos.
El partido respondió con un enorme despliegue de fuerza y un número desconocido de personas fueron detenidas en las protestas o en los días posteriores.
El Gobierno de Xi ha prometido reducir el coste y las molestias de sus medidas después de que la economía se contrajera un 2.6 por ciento en los tres meses acabados en junio, en comparación con el trimestre anterior. Los analistas estiman que la economía china probablemente se reducirá en este trimestre. Las importaciones cayeron en noviembre un 10.9 por ciento, en comparación con el año anterior, en un indicio de la débil demanda.
Algunos expertos han reducido su previsión de crecimiento anual por debajo del 3 por ciento, menos de la mitad del sólido crecimiento del 8.1 por ciento el año pasado.
Resulta difícil predecir las medidas que toma Beijing, y los expertos señalaron que el partido en el Gobierno aún podría cambiar de rumbo y reimponer restricciones si se produce un gran brote.
El anuncio de la semana pasada dejaba un amplio margen para que los gobiernos locales decidieran sus propias normas. La mayoría de los restaurantes en Beijing, por ejemplo, aún requieren un resultado negativo en una prueba de las 48 horas previas, y las oficinas del Gobierno tienen normas aún más duras.