A más de tres años del feminicidio de Virginia Morales Lucero, de 51 años de edad, en Acatlán de Osorio, Puebla, el caso sigue impune.
Ciudad de México, 12 de diciembre (SinEmbargo).- Virginia Morales Lucero, de 51 años de edad, fue asesinada con un machete en el bar que era de su propiedad el 7 de junio de 2017 en Acatlán de Osorio, Puebla. El asesino, quien presuntamente ya fue identificado y ubicado, sigue prófugo de la justicia.
Coral Navarrete Morales, hija de Virginia, explicó que su madre fue privada de la vida a sangre fría y de forma cruel. La familia exige una investigación profesional, el esclarecimiento del caso y justicia.
La joven teme que la investigación no esté lo suficientemente sustentada y que incluso la persona señalada como la responsable pueda ser un “chivo expiatorio” porque las autoridades no le han brindado detalles ni la explicación de las pruebas que los llevó a identificar al supuesto agresor.
“No me han esclarecido mis dudas. La carpeta de investigación fue modificada. Yo cuando pedí ver el retrato hablado de la persona, que se hizo con los testigos que vieron al asesino, no me lo quisieron dar. Solo me dejaron ver lo escrito”, comentó Coral en entrevista con SinEmbargo.
A pesar que hay una orden de aprehensión girada desde hace más de dos años, las autoridades tampoco se han dado a la tarea de ir a ejecutar el mandato judicial, lo que ha mantenido el caso en la impunidad.
Las manifestaciones y protestas por la violencia de género han aumentado en Puebla durante las últimas semanas. Colectivos feministas y madres de víctimas de feminicidio, quienes recientemente tomaron el Congreso de Puebla, denunciaron que la Fiscalía General de Justicia de Puebla ha sido negligente en la prevención, investigación y sanción de los casos de feminicidios.
El reclamo de feministas hacia las autoridades de Puebla es por la falta de celeridad en la investigación de los asesinatos de mujeres. Denunciaron que la Fiscalía poblana ejerce violencia institucional, pues revictimiza y no realiza las investigaciones ni diligencias con perspectiva de género.
MADRE TRABAJADORA
Virginia Morales tenía seis hijos, de los cuales, cuatro estudiaban: dos cursan sus carreras universitarias y los dos más pequeños en secundaria.
“Era una persona de carácter fuerte porque era mamá y papá. Quería que sus hijos salieran adelante y que tuvieran una profesión porque ella no pudo estudiar porque se casó muy joven, ella deseaba que sus hijos tuvieran una carrera, para que al final ella fuera independiente”, narró la joven en entrevista.
La madre tenía su propio negocio, un “botanero” que es como un bar con el cual sacaba adelante a sus hijos. Coral platicó que ella y sus hermanos querían sacarla de trabajar, que ella cerrara su negocio por la inseguridad, pero Virginia se negaba porque ella le gustaba ser autosuficiente.
“Ella decía que no quería cerrarlo porque no le hacía daño nadie. Pero nosotros no queríamos por el aumento de la violencia y se estaba poniendo peligroso. Mi mamá de pronto si tenía miedo, pero luego decía que no lo iba a cerrar porque era su pueblo y no estaba haciendo nada malo.
EL CRIMEN
Virginia se encontraba en el botanero, que era su negocio, en la población de Acatlán de Osorio la noche de ese 7 de junio de 2017. Un hombre ingresó al lugar y se acercó a Virginia donde platicó con ella un rato. Los testigos indicaron que al parecer Virginia no conocía al hombre, pero él insistía que sí. La mujer le aseguraba que tenía muchos años en el pueblo y no lo conocía, narró Coral.
El hombre salió del lugar, pero minutos después regresó armado y decidido a matarla.
“Cuando llegó la segunda vez se fue directo en contra de mi mamá. Ahí había cuatro mujeres y ninguna pudo auxiliar a mi mamá. La mató a sangre fría con un machete, se fue sobre su cabeza o sobre su cuello”, narró la joven.
Coral está convencida que el asesinato de su madre es un feminicidio, que la mataron por ser una mujer a cargo de un bar.
“Yo creo que es un crimen de odio. Por el hecho de ser mujer, porque supuestamente los lugares que son bares o botaneros por lo regular son manejados por hombres. Entonces, ella es una mujer que tenía años con su botanero y yo creo que no estaban de acuerdo. La persona que lo hizo no tenía motivo, sino porque era mujer”, platicó.
La joven también ha considerado que incluso el asesinato lo pudo haber realizado un integrante del crimen organizado como una especie de iniciación.
“Él se fue directamente en contra de ella. No sabemos el motivo, porque ella ni siquiera lo conocía. Llegó a matarla directo, como si se llevara un trofeo. Investigando te dicen (algunas personas) que a veces, cuando alguien se tiene que iniciar, la mafia tiene que hacer algo parecido (a lo que le hicieron a Virginia) para mostrar su valor”, relató la joven.
SIN AVANCES
A más de tres años del feminicidio de Virginia el caso sigue sin avances y el asesino libre. Coral denunció que por parte de la Fiscalía General de Justicia de Puebla se han cometido irregularidades, la principal de ellas, es que el expediente fue modificado, de acuerdo con la joven.
Coral explicó que el mismo día que ocurrieron los hechos y al inicio de la investigación, las empleadas y testigos describieron al agresor para un retrato hablado, así como hicieron sus primeras declaraciones; sin embargo, con el paso de los días algunas de las declaraciones fueron cambiadas.
La familia de Virginia también sufrió por la filtración de las imágenes y la fotografía del cadáver a medios de comunicación en Puebla que la difundieron.
“En la Fiscalía de Acatlán yo les dije que no fueran a dar la foto para que no publicaran y no hicieron caso. A los otros días, la fotografía de mi mamá estaba en medios de internet. Eso nos afectó mucho de manera emocional”, platicó.
Coral destacó que, en el primer año de la investigación, agentes ministeriales le notificaron que habían identificado y ubicado a un hombre como el presunto responsable y que ya tenían una orden de aprehensión, pero le exigían a ella que los acompañara a la captura del hombre.
La joven explicó que ella vive en Puebla, en otro municipio, y que no podría estar presente mientras los agentes ejecutaban la orden de aprehensión, pero que los policías le insistían en que ella tenía que ir para indicarles las calles del municipio o donde localizar al hombre.
“yo a esa persona no la conozco, pero ellos querían que yo fuera a decirles las calles. Les dije que había google maps, pero ellos insistían. No entiendo porque querían que yo fuera. No es necesario que la familia esté presente para que ellos lo capturen”, comentó la joven.
Coral detalló que después de esas llamadas, el hombre no fue arrestado. Sin embargo, la hija de Virginia duda de la investigación, pues asegura que no le han esclarecido las pruebas, hipótesis y la línea que los llevó a identificar al posible agresor y cuáles son las pruebas para determinar que esa persona es el verdadero responsable.
La investigación, detalló la hija, se quedó estancada y las autoridades no se volvieron a comunicar con la familia para informar si había algún cambio.
Las recientes protestas y movilizaciones de feministas le dieron ánimo y valor a Coral para retomar el caso de su madre, alzar la voz y exigir justicia.
La ola de asesinatos de mujeres que no cesa en México ha generado desde el año 2019 un constante reclamo y el crecimiento de manifestaciones feministas, mismas que cada vez son afrontadas por las autoridades con mayor uso de la fuerza pública.
En Puebla, el pasado 4 de diciembre, cientos mujeres participaron en la décima edición de la Marcha de las Putas para exigir la despenalización del aborto, justicia para las víctimas de feminicidio y reducir la violencia de género.
Entre los reclamos está también mejorar la aplicación de la Alerta de Género al considerar que el tiempo que pasan para activarla ocasiona que muchas mujeres sean víctimas de sus parejas sentimentales o de hombres mal intencionados.