La “confusión”

12/12/2011 - 12:05 am

Peña Nieto no tenía ni un mes como debutante de las redes sociales y ya se debió dar cuenta de que “el que se ríe se lleva”. El virtual candidato del PRI fue el centro de las críticas por una “confusión” que tiene muchas formas de verse. Es cierto que a cualquiera le puede pasar, pero también es cierto que la “confusión” refleja una situación de fondo que esta para atenderse.

Para ser Presidente del país, se ha dicho estos días hasta la saciedad, no se debe ser la quinta esencia de la cultura. Sin embargo, es evidente que se tiene que estar al tanto de un mundo que le da rumbo a la sociedad en lo que tiene que ver con la crítica, la reflexión y el goce. Las manifestaciones culturales son uno de los ejes fundamentales para la transformación y la educación.

La “confusión” de Peña Nieto es la “confusión” de la gran mayoría de la clase política del país. La cultura no está en su radar cotidiano. No les es importante y no la consideran de no ser que los inviten a algún evento o para que inauguren una exposición o algo parecido; entran en el mundo del “no hay de otra”.

El mundo de los políticos es el de las tarjetas, los discursos, la obsesión por los medios de comunicación y párele de contar. No hay más porque a lo largo de sus vidas no se han planteado la lectura de una novela, las visitas a museos y las conversaciones con quienes conforman el ámbito cultural, por mencionar algunos aspectos del mundo de la cultura. El espacio en que se mueven los políticos está claramente establecido: empieza y termina en ellos mismos. Mientras no tenga que ver con su dinámica diaria, no es susceptible de ser atendido, y si a esto agregamos que la formación de buena parte de ellos no pasa por las humanidades a cada pregunta sobre temas tipo: “¿Cuáles son sus libros favoritos?”, la respuesta es en algún sentido predecible.

El problema de Peña Nieto es que no fue sincero. Más allá del que su hija haya puesto las cosas más complicadas, las redes sociales sacaron todo su arsenal para darle con todo. Es probable que la “confusión” de Peña Nieto haya tenido una lógica en su cerebro; sin embargo, lo que evidenció fue que en los temas como el de los libros simple y sencillamente no aprueba. Mire que ir a la muy prestigiada FIL de Guadalajara y no entender que le podían preguntar sobre libros y cuestiones propias de la cultura, es prueba de que “alguien” no hizo su tarea, más allá de cualquier consideración sobre si lee o no que por lo que se vio ya sabemos que no se le da.

Lo que ha estado pasando desde ese día ha estado divertido. Los políticos, como en pocas ocasiones, han optado por alejarse de los medios; no quieren ser entrevistados porque no vaya a ser que en lugar de que les pregunten sobre sus actividades o sobre como desacreditar al de enfrente terminen por preguntarles por los libros; andan “nerviositos”.

Lo de Ernesto Cordero estuvo entre la risa y lo patético. Le quiso enmendar la página a Peña Nieto y terminó por equivocarse con el nombre de Laura Restrepo. Le dijo Isabel. Pero esto no fue todo. Aseguró que la equivocación se debió a que era muy temprano y que lo agarraron dormido. Si resulta que llega a ser Presidente, no hay que levantarlo temprano por el bien del país.

En este desfile, Andrés Manuel López Obrador se fue a la segura. Como buen aficionado al béisbol, jugó con el “librito”. Dijo que su libro favorito era la Constitución; ahora si que aléguele al ampayer. Hemos “aprendido” estos días que el “El Principito” fue escrito por “Maquiavelo” y que “Cien años de Soledad” es una obra de Mario Vargas Llosa. Lo que son las cosas, los políticos se pusieron nerviosos con una pregunta que uno imaginaria que tienen la respuesta a la mano. No es así porque en su formación no esta la cultura, viven en su mundo y si bien es cierto que no se les quiere para gobernar por lo que han leído, lo que les pedimos es que bien gobiernen y ya ve cómo nos esta yendo.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.
en Sinembargo al Aire

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