La relación de Juan Carlos I y el expresidente de Kasajistán conllevó millones de euros, cacería de animales en peligro de extinción y legitimidad de gobiernos.
Ciudad de México, 12 de noviembre (SinEmbargo).– En 1998, el exrey de España, Juan Carlos I, recibió de manos de su amigo y Presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, un abrigo de piel blanca con patrones negros, proveniente de ejemplares de leopardo de las nieves, según reveló ElDiario.es.
De acuerdo con el medio español, la estrecha relación del mandatario kazajo y el rey emérito también produjo violación de las leyes que protegían a animales en peligro de extinción. El comercio de los leopardos de las nieves (Panthera Uncia) está prohibido en la república centroasíatica desde 1975, 23 años antes de que Nursultán utilizara las pieles como un presente para su camarada. Sin embargo, ese no fue no impedimento.
Según el periodista Raúl Rejón, la amistad entre los mandatarios de aquel entonces resultó luego de conocerse en 1994. Cuatro años de relación después, el 13 de febrero de 1998, el exrey recibió el abrigo, se lo probó y posó para la “fotografía del recuerdo”. Lo que no recordaron fue que la prohibición sobre el comercio de la especie fue avalado por España.
“El leopardo de las nieves (Panthera Uncia) había sido incluido en el Anexo I de la Convención CITES que regula el comercio con especies salvajes. Está la lista de animales más amenazados y la convención ‘prohíbe el comercio internacional con estos especímenes’ salvo para casos muy excepcionales como la investigación científica. España firmó este acuerdo internacional en 1986”, se lee en el medio español.
De hecho, Rejón enfatizó que la caza de leopardo de las nieves está prohibida en todo el mundo “ni ahora, ni en 1998”. Se calcula que en la actualidad existen tan sólo cuatro mil ejemplares de esta especie, los cuales están distribuidos por 12 países de Asia Central. En el caso particular de Kazajistán, la población de dichos animales “supera por poco el centenar”, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
“No cabe la posibilidad de que Kazajistán, que se adhirió a la CITES en el 2000, permitiera en ese tiempo un cierto cupo legal de caza de leopardos como sí ocurre, por ejemplo, con las poblaciones de elefantes en Botsuana, Namibia, Zimbabue o Suráfrica”, apuntó el reportero de elDiario.es.
Para 2016, estos animales fueron calificados como especie vulnerable al calcular que hay cerca de dos mil 700 ejemplares maduros. El umbral para declararlos como “especie en peligro” está en dos mil 500.
La red internacional de vigilancia del comercio de vida salvaje Traffic calcula que cada año se matan entre 221 y 450 leopardos de las nieves, de los cuales “no menos del 20 por ciento se dedican directamente al tráfico ilegal”. Los cazadores de éstos han argumentado que los han matado como respuesta por atacar a su ganado, sin embargo, una vez muertos los toman para comercializarlos.
Sobre el regalo de Kazajistán a Juan Carlos I, la misma organización especificó al periodista que los productos a base de animales protegidos necesitan permisos específicos de exportación e importación. Agregó que aún hay muchas pieles antiguas “rondando desde aquellos tiempos” en museos y colecciones privadas, por lo que consideró relevante que se precise si el abrigo que recibió el exrey es previa o posterior a 1975.
La Casa del Rey no ha contestado a las cuestiones. Pero cabe resaltar que esta no fue la única vez que Juan Carlos I asistió al país asiático y lucró con animales en peligro de extinción, pues en octubre del año 2002, acudió a la localidad de Almaty para una cacería de cabras salvajes.
El Alcalde de la localidad, Victor Khrapunov, vio cómo se llevaban en el avión varios cuerpos los animales con grandes cuernos, además de una decena de aves que no supo identificar, relató el reportero David López Canales.
Una vez más, Nursultan Nazarbayev complacía a su colega español, quien llegó Kazajistán en un viaje “no oficial”, el cual tampoco notificó a la Casa Real, como los otros dos que hizo a ese país. El medio digital español detalló que fue hasta 2007 que Juan Carlos programó su primer viaje oficial a la región, al cual asistió acompañado de su esposa Sofía.
En entrevista con ElDiario.es, al ahora exalcalde Khrapunov explicó que el exrey se quedó en Almaty tres días. Lo recibió junto con el Presidente Nazarbayev en el aeropuerto, y la orden fue “mantener un bajo perfil”. Llevó al entonces rey y a cuatro hombres que lo acompañaban a conocer la ciudad. Juan Carlos conoció el museo nacional, una famosa pista de patinaje sobre hielo desde la que se puede ver toda la ciudad, firmó el libro de visitas, y fueron a almorzar, según relató el exmandatario local.
“Terminada la comida, los coches regresaron al aeropuerto. Allí esperaba el avión del Presidente esperaba al rey para llevarlo hasta la residencia de caza privada”, se lee en el diario digital. Khrapunov se despidió de él y volvió a verlo hasta dos días después, ya que debía despedirlo.
“Fue entonces cuando lo vi. Por la puerta trasera del avión introducían los cuerpos de aquellos animales que habían cazado y por la delantera, al mismo tiempo, subían los guardaespaldas del Presidente portando cuatro o cinco maletines negros y bajaban sin ellos”, describió la escena de despedida.
Según lo que relató al reportero López Canales, mientras Juan Carlos ondeaba la mano despidiéndose y alejándose hacia el cielo, el mandatario de Kazajistán le confesó a Khrapunov de manera indirecta que “ayudaba” al rey. “¡Míralo! Es el rey de un país pero no tiene nada. Yo le ayudo como puedo”, sentenció.
Khrapunov refirió que fue tiempo después que supo, en una plática con Rakhat Aliyev, que Juan Carlos I se llevó cinco millones de dólares en los maletines. En ese entonces, Aliyev era uno de los hombres más cercanos al Presidente en su Gabinete, además de su yerno, pues estaba casado con Dariga Nazarbayeva, su hija mayor.
En 2007, fue nombrado Embajador en Austria y más tarde fue acusado por su propio Gobierno de perseguir a la oposición política y de haber ordenado el asesinato de uno de los opositores. Antes de morir (2015), publicó el libro Godfather in law, jugando con las palabras en inglés para referirse a un “suegro” y “padrino”, esta última refiriéndose a la mafia. En él, mostró su visión del régimen de Nazarbayev y en uno de los capítulos habló sobre aquel viaje de el exrey.
“El Presidente, impactado de que el rey no fuera un multimillonario, mostró su naturaleza humanista: ‘Le he dado un poco’. Bebieron whisky escocés y saltaron juntos al río. Chicas de compañía del país esperaban cerca para repartir total relajación”, se lee en las páginas, en las cuales explicó que ambos mandatorios compartieron cacería ya que era temporada alta para la caza del íbice, en las montañas kazajas.
“También desvela cómo el rey aprovechó los descansos entre tiros, copas y vapor para ‘hacer lobby por los intereses españoles de Repsol y Talgo’. Ambas compañías llevan ya más de dos décadas trabajando en el país asiático, uno de los grandes productores de gas y petróleo y uno de los mejores socios españoles en la región. Los trenes de alta velocidad de Talgo unen Astaná y Almaty desde 2001. Además, se han extendido también allí empresas españolas de otros sectores, como el de la moda, con Inditex o Mango”, escribió el periodista David López para ElDiario.es.
¿Cuál era el propósito de Nursultán Nazarbáyev? ¿Verdaderamente eran acciones humanitarias? La relación fue más allá de simple camaradería. “Unas cosas por otras”, pues con sus atenciones hacia el rey emérito, Nursultán buscaba legitimar su Gobierno, que duró tres décadas.
Durante ese periodo de “omnipresencia y de megalomanía”, organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch alertaron repetidamente de la deriva totalitaria del régimen de Nazarbáyev.
“Cuanto más crecía el culto a la personalidad del líder, más se deterioraban las libertades y derechos humanos en el país. Sus opositores, la mayoría hoy exiliados, le acusaban en paralelo de enriquecerse ilícitamente”, escribió el periodista.
La oposición fue silenciada, la prensa censurada y el Internet fue vigilado. También se castigó todo tipo de manifestación con penas hasta de cárcel y leyes que prohibieron cualquier alusión al Presidente “que vulnere su honor o dignidad”. El amigo de Juan Carlos I hizo y deshizo a su antojo el país entero: “desde el himno a todas sus políticas. La ley, además, lo protegió siempre reconociéndole una inmunidad vitalicia”.
Aunque desde marzo de 2019 renunció a su cargo, que ejerció de forma ininterrumpida desde la independencia del país en 1991, se dispuso que el nombre del “eterno Presidente” debía ser también el de la capital. Desde entonces, Astaná, la capital que él ordenó levantar, se llama Nur-sultan.
Juan Carlos I y el ahora expresidente siempre presumieron su amistad y se frecuentaron mucho. Nazarbáyev visitó España en tres ocasiones de manera oficial: 2006, 2008 y 2013, pero también en 2004, como invitado a la boda real entre los príncipes de Asturias.
Aún así, la estrecha relación entre Juan Carlos y Nursultán no fue la única que une a los países. Los presidentes españoles han viajado a Astaná a encontrarse con su homólogo kazajo, la tradición ha prevalecido aún con el paso de los años y el cambio de Gobierno. “José Luis Rodríguez Zapatero lo hizo en 2011; Mariano Rajoy, en 2013. El rey Felipe viajó en junio de 2017 al país para acudir a la inauguración de la Expo de Astaná. Un evento internacional que España apoyó que Kazajistán acogiera como sede”, recabó ElDiario.es.
“La clave del interés en Kazajistán no está en su superficie: con una extensión cinco veces superior a la de España, es uno de los países del mundo más ricos en recursos naturales. Posee petróleo, gas y numerosos minerales como el uranio, el volframio o el zinc. De ahí que sea, y no solo para España, porque sus relaciones bilaterales con Kazajistán se replican en otros países europeos, un codiciado socio estratégico”, reveló el periodista López Canales.