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Arnoldo Cuellar

12/11/2015 - 12:00 am

UG: lo doctor no quita lo arbitrario

Una nota anecdótica, curiosa, hasta simpática, sobre las preferencias en materia de vestuario del nuevo rector general de la Universidad de Guanajuato, la principal casa de estudios pública de la entidad, motivó que el funcionario reaccionara cancelando la publicidad en Zona Franca, el portal donde se hizo la publicación. La decisión de Luis Felipe Guerrero […]

Una nota anecdótica, curiosa, hasta simpática, sobre las preferencias en materia de vestuario del nuevo rector general de la Universidad de Guanajuato, la principal casa de estudios pública de la entidad, motivó que el funcionario reaccionara cancelando la publicidad en Zona Franca, el portal donde se hizo la publicación.

La decisión de Luis Felipe Guerrero Agripino, doctor Sobresaliente Cum Laude en ciencias penales por la Universidad de Salamanca y titular de una institución que ejercerá este año un presupuesto de 4 mil 267 millones de pesos, pone en evidencia un hecho central en la relación entre medios y entidades públicas.

A lo largo y ancho del país, municipios, gobiernos estatales, organismos paraestatales y el propio gobierno federal, establecen sus políticas de comunicación con la lógica de que se otorgarán pautas publicitarias a aquellos medios que se muestren anuentes, colaboradores y cómplices de las decisiones de quienes coyunturalmente desempeñan responsabilidades públicas.

Naturalmente, de acuerdo a esta lógica, cualquier crítica, mayor o menor, política o personal, sistémica o circunstancial, abre la posibilidad de cerrar los flujos de la publicidad a quien se atreva a disentir.

Poco importa la penetración, la influencia, la relevancia. Los medios amigos lo son porque hacen lo que se les dice, independientemente de que no se lean ni en las antesalas de los funcionarios. Los que desentonan están fuera, tengan impacto o no.

Que se comporten así líderes ejidales, próceres del sindicalismo cetemista, émulos de Elba Esther Gordillo o de Carlos Romero Deschamps, hasta líderes perredistas, podría ser perfectamente explicable en un país afecto al autoritarismo y a confundir lo público con lo privado y lo personal.

Pero que un alto burócrata universitario, posgraduado en una universidad europea y experto en temas legales, reaccione tomando una represalia en contra del medio que lo exhibe, resulta francamente patético.

Una situación así pone en relieve que las formas antidemocráticas no dependen de la formación individual o de las deficiencias personales. La precariedad es sistémica: aún quienes en su visión personal de mundo pueden llegar a tener una perspectiva moderna, a la hora de ejercer un poder sin cortapisas, absolutista, caen en las tentaciones que han marcado la historia del país.

Ya en la toma de posesión de Guerrero Agripino se pudo apreciar una cargada que llevó a algunos de sus panegiristas a calificar su arribo a la rectoría general de la Universidad de “triunfo por aclamación”.

Ahora, con su represalia a un medio que se toma el atrevimiento de exhibirlo, pareciera asomar el inicio de una etapa de despotismo intelectual en la máxima casa de estudios de Guanajuato, algo que no se había vivido antes.

Resulta lamentable que ello ocurra cuando llega a la máxima responsabilidad de la institución un hombre de leyes, en un país que adolece de respeto a las mismas. Es una situación doblemente decepcionante.

Arnoldo Cuellar
Periodista, analista político. Reportero y columnista en medios escritos y electrónicos en Guanajuato y León desde 1981. Autor del blog Guanajuato Escenarios Políticos (arnoldocuellar.com).

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