El martes pasado Barack Obama obtuvo la reelección para un segundo mandato. La victoria en términos de votos en el Colegio Electoral fue amplia –332 frente a 206 de su rival. Sin embargo, por lo que toca al voto popular la diferencia fue mucho menor: 51 por ciento (casi 61.5 millones de sufragios) frente al 48.7 (poco más de 58 millones de votos) obtenido por Mitt Romney.
Esta victoria puede explicarse –en buena medida– por la gran capacidad de movilización de la campaña de Obama y en general del partido demócrata, la desconfianza de parte de la clase media hacia el partido republicano (dominado por el sector nada moderado del Tea Party), pero también porque el presidente fue apoyado por una gran coalición social.
Según los sondeos realizados el día de la jornada electoral, Obama fue respaldado de forma mayoritaria por las mujeres, los latinos, los afroamericanos y los jóvenes. Veamos los datos:
Las mujeres votaron en un 55 por ciento por Obama (frente a 44 por Romney), pero fueron el 53 por ciento del total de votantes. Por su parte, los hombres se decantaron por el republicano (52 a 45);
Entre los jóvenes (de 18 a 29 años), Obama obtuvo un sesenta por ciento de respaldo. Según se va incrementando la edad del votante, va prefiriendo a Romney: 56 por ciento de los mayores de 65 años lo apoyaron (frente al 44 que prefirieron a Obama);
En cuanto a las minorías, 93 por ciento de los afroamericanos apoyó a Obama (llegando a un 96 por ciento en el caso de las mujeres), al igual que tres de cada cuatro votantes de origen latino o asiático. Por el contrario, entre la mayoría blanca, Romney se impuso por veinte puntos de diferencia;
Por lo que se refiere al ingreso, el presidente obtuvo mayor apoyo entre los sectores más desfavorecidos (60 por ciento entre los hogares que perciben menos de 50 mil dólares anuales); el 54 por ciento de aquellos que ganan más de cien mil dólares al año optaron por el candidato republicano;
Aquellas personas que consideran que se les tiene que dar papeles a los inmigrantes ilegales, el 61 por ciento votó por Obama; mientras que aquellos que piensan que deben ser deportados, optaron mayoritariamente (73%) por Romney;
En cuanto a la religión, los protestantes prefirieron ligeramente al candidato republicano, los católicos lo hicieron por igual (excepto, como ya se dijo, entre los latinos), y Obama se vio ampliamente favorecido (por encima del 65 por ciento) entre los judíos, las personas que pertenecen a otras religiones y aquellos que no expresan ninguna afiliación;
Los votantes que se declaran homosexuales prefirieron, de forma abrumadora, a Obama (76 frente a 22 por ciento).
Así pues, a falta de los resultados definitivos, de los cerca de doscientos demócratas que se espera que integren la Cámara de Representantes, 61 serán mujeres, 43 afroamericanos, 27 latinos y 10 de ascendencia asiática; cinco serán gays y habrá una congresista bisexual. Por primera vez, las mujeres y las minorías ocuparán la mayoría de los escaños demócratas. Todo una radiografía de lo que actualmente es Estados Unidos.
Por el contrario, en el bando republicano alrededor del noventa por ciento de los representantes obedecen al perfil tradicional: serán hombres y blancos.
Tal y como explicaba una congresista demócrata (y afroamericana), “es sorprendente mirar desde arriba a la Cámara. De un lado está el caucus demócrata y del otro el republicano. Pero lo que se ve son dos visiones diferentes de América.”
Sin duda, ahí se puede encontrar –en buena medida– la explicación de la victoria de Barack Obama, el presidente afroamericano e hijo de un inmigrante keniano.
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