Nancy Pérez / Sin Fronteras
12/10/2015 - 12:02 am
El elefante de Peña
La información que derivó de la reciente visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre la situación de México, es todo menos novedosa, lo que señala son situaciones que se han venido denunciando por las víctimas y a través de denuncias e informes detallados por diferentes actores de la sociedad civil en los medios […]
La información que derivó de la reciente visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre la situación de México, es todo menos novedosa, lo que señala son situaciones que se han venido denunciando por las víctimas y a través de denuncias e informes detallados por diferentes actores de la sociedad civil en los medios de comunicación, en dado caso, esta información ratifica, una vez más, la situación que se vive en México, que no es desconocida para quienes aquí vivimos, salvo para las autoridades que se resisten a reconocer públicamente los retos que enfrenta nuestro país.
Tal parece que el gobierno de Enrique Peña Nieto, gusta de abrir caminos amplios para la investigación y escrutinio de organismos internacionales de derechos humanos, sin embargo, al momento de que éstos se recorren minuciosamente y encuentra basura escondida debajo de la alfombra, esos caminos se vuelven sinuosos, empedrados, encontrando al final, de manera sistemática, la descalificación y la indiferencia, del que los abrió.
Podemos hacer una lista de las violaciones que se cometen e incluso jerarquizar por número de agravios cometidos, por citar sólo algunos ejemplos: crisis en temas de libertad de expresión, tortura, desaparición forzada, en acceso a la justicia (procuración e impartición), violaciones a derechos de personas migrantes y sujetas de protección internacional, criminalización de las y los jóvenes. Y la lista parece interminable.
Es insostenible mantener la imagen de un país en paz, es irreal, es ficticio, tiene que llegar un momento de quiebre entre la fantasía y la realidad. Es más saludable reconocer y hacer para transformar. El poder Ejecutivo tiene en puerta un cierre de sexenio, ha bajado la intensidad de impulsar cambios estructurales, sin embargo, con voluntad, se puede comenzar por reconocer el enorme elefante que se encuentra en nuestra sala, el de la crisis de derechos humanos, el que todo el mundo ve y del que todos hablan, menos nuestro presidente y su gobierno.
Otros poderes como el Poder Judicial, tienen que enfrentar batallas muy fuertes en las próximas semanas de cara al cambio de ministros. De acuerdo a lo dicho por los expertos, está en juego nada menos que su autonomía. Hecho que de ponerse en riesgo profundizaría aún más la crisis de corrupción e impunidad que vivimos.
Es necesario que los organismos internacionales mantengan su mirada y recomendaciones a México, para contribuir con ello, al reconocimiento por parte de las autoridades de la realidad que requiere cambiar de manera urgente.
Resistirse a reconocer un contexto que se vive en nuestro país, nos aleja cada vez más de encontrar posibles soluciones. Cierto es que la sociedad ha tenido que desarrollar una capacidad de resiliencia, para tratar de sobrellevar la violencia sistémica a que somos sometidos de manera constante. Lo que no significa que los hechos han cambiado ni mucho menos que el contexto ha mejorado.
Las organizaciones seguiremos en nuestra lucha por defender los derechos humanos, seguiremos buscando espacios de diálogo e interlocución con el gobierno, sin ninguna otra pretensión, más que la de salir juntos de esta crisis.
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