Kabul, la capital de Afganistán, está rodeada por talibanes, quienes han tomado ciudades a lo largo del país en tiempo récord. Ahora, Estados Unidos acelera la evacuación de miles de soldados mientras se prepara para un posible colapso del Gobierno afgano.
Kabul/Nueva York/Ciudad de México, 12 de agosto (AP/EFE/SinEmbargo).– Dos nuevas capitales provinciales han caído y Kabul está rodeda. Pasó en apenas unas semanas: y el Talibán, el régimen extremista islámico que gobernó en el pasado, está de regreso. En tiempo récord.
El Pentágono está trasladando a miles de infantes de marina y soldados a Afganistán para evacuar a la mayoría de la Embajada estadounidense y a sus ciudadanos en Kabul, mientras la administración Biden se prepara para un posible colapso del Gobierno afgano dentro de 30 días.
Funcionarios de la administración y militares dijeron a The New York Times que el grave deterioro de la situación en el país, a medida que los talibanes avanzan rápidamente por el norte y las fuerzas de seguridad afganas luchan por defender un territorio cada vez más reducido en el sur y el oeste, ha obligado a Biden a acelerar los planes para sacar a los estadounidenses.
El jueves, la Embajada envió la última de una serie de alertas alarmantes, instando a los estadounidenses a “salir de Afganistán de inmediato utilizando las opciones de vuelos comerciales disponibles”.
Otras dos ciudades importantes en el oeste y sur de Afganistán estuvieron al borde del colapso ante los talibanes el jueves por la noche, mientras se aceleraba la carrera de la insurgencia para tomar el control del país.
Con los repentinos avances de los talibanes en Kandahar, en el corazón del sur de Pashtun, y Herat, un centro cultural y económico vital, los insurgentes parecen estar acercándose a una toma militar completa. Solo cuatro ciudades importantes, incluida la capital, Kabul, permanecen bajo el control del Gobierno y dos de ellas están sitiadas por los talibanes.
Durante la semana pasada, los talibanes han derrocado ciudad tras ciudad en un avance asombroso que ha posicionado a los insurgentes para atacar Kabul. También ha puesto al descubierto el colapso casi completo de las fuerzas de seguridad afganas menos de tres semanas antes de que Estados Unidos se retire por completo. Algunos funcionarios estadounidenses temen que el Gobierno afgano implosione pronto.
Los insurgentes ahora controlan más de la mitad de los 400 distritos del país. Y con la caída de Kandahar y Herat, junto con otra capital provincial al sur de Kabul, Ghazni, y una en el noroeste, Qala-e-Naw, todo el jueves, los insurgentes controlan ya 12 de las 34 capitales provinciales de Afganistán como parte de un ataque de una semana.
La toma de Kandahar y de Hera, la segunda y la tercera más pobladas de la nación, representa el premio más grande hasta la fecha para el Talibán, presionando aún más al asediado Gobierno de la nación semanas antes de que finalice la misión militar estadounidense.
The New York Times dice esta tarde de jueves que los negociadores estadounidenses están tratando de obtener garantías de los talibanes de que no atacarán la Embajada de Estados Unidos en Kabul si el grupo extremista se hace cargo del Gobierno del país y alguna vez quiere recibir ayuda extranjera.
Tres funcionarios estadounidenses dijeron al diario que el esfuerzo, dirigido por Zalmay Khalilzad, el principal enviado estadounidense en conversaciones con los talibanes, busca evitar una evacuación total de la Embajada mientras se apoderan rápidamente de ciudades en todo Afganistán. El jueves, el Departamento de Estado anunció que enviaría a casa un número no especificado de los mil 400 estadounidenses apostados en la Embajada y se reduciría a lo que el portavoz de la agencia, Ned Price, describió como una “presencia diplomática central” en Kabul.
La Embajada también instó a los estadounidenses que no trabajaban para el Gobierno de Estados Unidos a abandonar Afganistán de inmediato en vuelos comerciales. La marcha de los talibanes ha puesto a las embajadas en Kabul en alerta máxima por un aumento de la violencia en los próximos meses, o incluso semanas, y ha obligado a cerrar los consulados y otras misiones diplomáticas en el país.
Los diplomáticos estadounidenses ahora están tratando de determinar qué tan pronto deben evacuar por completo la Embajada si los talibanes demuestran estar más inclinados a la destrucción que a la distensión.
Se suponía que nada de esto sucedería, al menos no tan rápido. Biden anunció en abril que las tropas estadounidenses se retirarían del país antes del 11 de septiembre; luego trasladó esa fecha al 31 de agosto, y la mayoría de las tropas se han ido. El Presidente insistió en que el Gobierno y los militares afganos, con el apoyo financiero de Estados Unidos, serían los responsables de defender las áreas urbanas del país de los talibanes.
Pero desde el anuncio, los talibanes se han desplazado ciudad tras ciudad, a pesar de tener solo alrededor de 75 mil combatientes en comparación con los 300 mil soldados de las fuerzas de seguridad afganas entrenadas por Estados Unidos. Esa dicotomía ha causado frustración en el Pentágono y entre los funcionarios estadounidenses, que han dicho repetidamente que las tropas afganas, si estuvieran de espaldas al muro, se unirían para derrotar a los talibanes.