“Mike” Medina tenía muchos sueños y una libreta en la que fue anotándolos. Quería hacer teatro, le gustaban las artes. Como no pudo ingresar a la escuela en un primer examen, regresó a su pueblo y entró al programa Jóvenes Emprendedores del Gobierno de la República. Consiguió empleo en una papelería. Estaba decidido a prepararse más, ahorrar dinero e intentarlo de nuevo con el examen de la ENAT. Pero la muerte lo sorprendió. Lo mataron con una piedra.
Por Ignacio Carvajal
Coatzacoalcos, 12 de agosto (Blog Expediente).– Horas antes de ser golpeado con una piedra hasta la muerte, Miguel Medina Lara abrió su corazón ante un grupo de chicos que participaban en un taller de teatro en la Casa de Cultura de Acayucan. Miembro de la comunidad LGBT, “Mike” –como le llamaban– mostró uno de sus tesoros más preciados: una libreta de dibujo que conservaba desde la primaria.
Cuando le tocó su turno ante el grupo que participaba en el taller “El Teatro como Posibilidad”, impartido por su primo Alex Lara, se explayó sobre la importancia de ese documento. Sus dibujos lo empujaban a buscar sus sueños. Uno era convertirse en actor, trabajar en alguna compañía de teatro, montar una obra o ser modelo andrógino.
“Lo sentí libre. Su voz resonaba en el espacio cuando lo contaba (y nosotros los actores sabemos que cuando una voz resuena así es porque es libre, porque está llena de verdad y pasión). Él estaba feliz de mostrárnosla y muy feliz de que otros chicos mostraran también cosas especiales”, contó Alex, estudiante de la Escuela Nacional de Artes Teatrales (ENAT).
Alex Lara estudia en la capital mexicana, Es originario de Acayucan. Cuenta que “Mike” estaba interesado en seguir sus pasos, posiblemente confundido en algunos momentos, pero con los ánimos bien firmes para trascender y aprovechar toda su sensibilidad.
Carlos Atilano Lara, otro familiar, cuenta que “Mike” era un ser humano extraordinario. Encontraba, dijo, inspiración en cada momento y acto de la vida. Si corría, el aire o caía la hoja de un árbol, era la oportunidad para sublimar su alma o mostrar sus mejores cualidades para modelar en pasarelas imaginarias. Así lo cuenta Carlos. Y cuando andaba por la calle, dice Alex Lara, llamaba la atención: “Él salía para trabajar, se ponía un audífono, se ponía otro y la pasarela comenzaba: tenía tantas calles que caminar y cada una de ellas se volvía una pasarela. Su propia pasarela”.
“Nunca se subió a una pasarela oficial pero para él, el hecho de tener que barrer el patio creaba un nuevo universo en el que cada paso se volvía un paso de modelaje y cada hoja caída del árbol en el patio se volvía un detalle con el qué posar; siempre, mientras sonaba la música que a él le gustaba; siempre el pop, a todo volumen, en su casa. Los vecinos le gritaban: ‘Migueeel, bájale a tu música que no se oye’. Y él posaba’”.
“Mike Kardashians”, como le conocían en redes sociales, se integró al grupo del taller por invitación Alex Lara, quien se sumó al proyecto del taller movido por el interés de darle algo al pueblo donde nació después de haber aprendido un poco sobre actuación teatral en la gran ciudad, desde las aulas de la ENAT.
El primer día, "Mike” lo pasó interesado en lo que se iba a mostrar en la casa de cultura. Serían tres días de aprendizaje. El segundo fue cuando a todos les tocó llevar un objeto con significado especial. Él llevó su libreta. Había dibujos de muchas épocas de su vida, pero la atesora mucho más porque ahí comenzó a copiar la técnica de su papá: de niño le mostraba los trazos básicos para crear figuras, y fue así como se fue interesando en las artes visuales.
“Todo lo que implica esta rama del arte era una pasión para él, el dibujo, la pintura, la creación y combinación de cosas que él ya conocía y de las cuales formaba cosas completamente nuevas. Sus dibujos y su inspiración venía de su papá, él también dibujaba antes y entonces Miguel se inspiraba en eso. Decía que quería aprender la técnica de su papá... Luego dejó un poco ese sueño de lado... De pronto parecía perdido y no tenía un rumbo claro”, recuerda Alex Lara.
En un momento, Alex comenzó a estudiar Teatro, y fue jalando poco a poco a “Mike”. Incluso, se fue a vivir a la Ciudad de México para conocer más sobre ese campo mientras vivía con su madre y hermanas. Sólo con la preparatoria, “andaba acercándose y creando relaciones con el arte plástico” siguiendo uno de sus sueños que, dice Alex Lara, ambos compartían. Pero él, a diferencia del finado, sí pudo ingresar en la ENAT.
“Mike” Medina tuvo que regresar a Acayucan por cuestiones diversas. Entre ellas, el trabajo. Logró meterse al programa Jóvenes Emprendedores del Gobierno de la República, y consiguió empleo en una papelería. Estaba decidido a prepararse más, ahorrar dinero e intentarlo de nuevo con el examen de la ENAT. Las palabras de Alex Lara le daban vigor, pues le había comentado que podría participar en otro proyecto en 2020. Sólo era una promesa, pero suficiente para recargarle los ánimos.
“Yo comencé a estudiar teatro y entonces me di cuenta que lo más valioso de esta vida es luchar por los sueños, y se lo trataba de compartir cada que podía”, cuenta Alex Lara. “Me di cuenta que implicaba demasiado de las artes plásticas, del diseño de vestuario, del diseño de un espacio y yo recordé que desde niño él era fan de todo eso, así que lo invité al teatro. Comencé a inmiscuirlo tanto como él se dejaba en el arte teatral, en la parte del diseño, y le comenzó a gustar y un día decidió hacer examen en la ENAT, pero no lo pasó”.
“No lo pasó, pero fue entendible porque literalmente estaba comenzando a entender todo eso como arte y no sólo como un pasatiempo; cambiar de esa forma una visión de algo es muy interesante, porque el arte renueva, concilia, sana, y él había entrado en ese proceso. Una vez que conoces el arte desde su cualidad como arte no puedes volver atrás”, explica su familiar. “Decía que quería hacer el examen y quedarse. Que ya había visto cómo eran los exámenes y cómo se movía ahí todo y que creía que si le echaba ganas esta vez lograría entrar”.
Él encontró el amor al teatro -retoma Alex Lara- en la parte escenográfica, en el diseño de vestuario, en el diseño de escenografía, que al final era lo que él hacia, dibujar, pintar, diseñar. El último día que le vieron, fue cuando “Mike” Medina llegó al taller de teatro de su primo armado de su libreta de dibujos, al día siguiente tendría que llegar con otro objeto relacionado a su libreta. Pero lo asesinaron.
Su cadáver apareció entre lápidas del panteón municipal de Acayucan. Allí mismo fue sepultado el domingo por la tarde. Su familia lo llevó en un cortejo fúnebre que durante el camino fue coreando demandas de “justicia, justicia, ni uno más”.
Lejos del machismo, de los estereotipo y tabúes alrededor de quienes no eligen la sexualidad de nacimiento, sus seres queridos piden que se busque al responsable y que se trate el caso como un crimen de odio, y no algo tradicionalmente pasional. En las demandas de justicia alzaron la voz contra el Alcalde de Acayucan, Cuitláhuac Condado Escamilla, quien no ha dicho ni una palabra sobre el brutal homicidio.
Jazz Bustamantes, defensora de los derechos humanos y la diversidad sexual, dice que durante el 2019 han sido asesinadas 16 personas de su gremio, y que no están siendo investigados desde la perspectiva del crimen de odio. Alex Lara dice que no hay más que decir. “Sólo que el mundo fue su gran pasarela”, y seguirán luchando ahora por darle justicia.