Científicos han examinado muestras de roca en el cratón paleoarcaico de Pilbara (Australia), así como en la isla Reunión y el archipiélago de Kerguelen, detectando isótopos de tungsteno. Su presencia es conocida en el núcleo externo, pero no en capas superiores, por lo cual los investigadores suponen que llegó a la superficie abriéndose camino a través del manto.
Ciudad de México, 12 de julio (RT).– El campo geomagnético, crucial para la vida, podría verse afectado de manera impredecible por fugas de isótopos de tungsteno desde el interior de nuestro planeta hacia la superficie.
Así se desprende de una investigación sobre las interacciones químicas del núcleo terrestre con el manto, publicada el pasado junio en la revista Geochemical Perspectives Letters.
Durante décadas, los científicos se preguntaron si las mencionadas capas de la Tierra intercambian materia entre ellas. Y el nuevo trabajo asegura que, por primera vez, se ha descubierto evidencia positiva a esta cuestión.
El núcleo terrestre está compuesto de hierro y níquel, así como de otros elementos como platino, oro y tungsteno. Las temperaturas alcanzan en su interior los 5 mil grados centígrados, mientras que muchos expertos creen que de aquí proviene hasta la mitad de todas las emisiones de calor de origen volcánico en todo el planeta.
Los autores de la publicación han examinado muestras de roca en el cratón paleoarcaico de Pilbara (Australia), así como en la isla Reunión y el archipiélago de Kerguelen, detectando isótopos de tungsteno. Su presencia es conocida en el núcleo externo, pero no en capas superiores, por lo cual los investigadores suponen que llegó a la superficie abriéndose camino a través del manto.
Los científicos estiman que la parte líquida del núcleo terrestre se encuentra en un lento proceso de solidificación, mientras que el nuevo estudio podría ser de gran ayuda para comprender la evolución de esa capa terrestre.
Es sabido que los componentes sólidos del núcleo de la Tierra son responsables de la creación de la magnetósfera, la cual ayuda a protegernos de las peligrosas partículas de alta energía del espacio. Sin embargo, la implicancia del descubrimiento para el campo geomagnético aún no es del todo clara.